Los trabajadores ante un nuevo 1° de mayo en Chile: de la precarización a la desobediencia colectiva

El origen del 1° de mayo nos remonta a 1886 en EE.UU. para recordar a aquellos trabajadores norteamericanos, anarquistas del siglo antepasado, que pedían: 8 horas de trabajo, 8 horas de reposo, 8 horas de recreación, y cuya lucha trajo como resultado cinco obreros condenados a muerte.

Hace menos de dos meses los trabajadores portuarios de Angamos (Mejillones) se fueron a huelga demandando media hora de colación o la respectiva compensación. ¿Cuál fue la respuesta? Criminalización: desde el gobierno, desde la prensa y, obviamente, desde el empresariado.

¿Similitudes? El sistema de explotación es fundamentalmente el mismo: capital versus trabajo, concentración de la riqueza, desigualdad, una sociedad dividida en clases sociales… mientras, la jornada de trabajo no refleja los avances de la técnica y la productividad, y menos la dignidad requerida por los creadores de la riqueza: los trabajadores.

Pero en Chile algo ha ido cambiando. Durante la década pasada, los subcontratistas dieron un gran paso al desnudar la precarización y contradecir la autocomplacencia de los gobernantes de turno. Y, de paso, nos recordaron como el poder castiga la insurrección de los trabajadores. Pues, este año se cumplen 6 años del asesinato de Rodrigo Cisternas, mientras han pasado sólo dos meses de la extraña muerte de Juan Pablo Jiménez… ambos subcontratados.

Precarización

Patrizio Tonelli, investigador de Fundación Sol, en entrevista con Econonuestras, nos explica que el origen de la precarización laboral en Chile se debe principalmente a una estructura productiva deficiente, de carácter extractivista, enfocada en la exportación de recursos primarios (minerales, forestales, salmoneros, etc.) y a una institucionalidad laboral hija de la dictadura que facilita que las condiciones de empleo no cambien.

¿Cómo se traduce esa precarización hoy en día? En palabras de Patrizio, la baja calidad del empleo en Chile se puede resumir en tres hitos:

–          Trabajadores sin contrato: “Asalariados que responden a órdenes, tiempo y disciplina, pero que no tienen contrato. Por ejemplo, los trabajadores a honorarios, que en Chile representan un 18% del total”.

–          Subempleados: “Trabajadores a tiempo parcial, pero de manera involuntaria. Esto se debe a que en el mercado no se encuentran trabajos de jornada completa, pero sí hay trabajadores dispuestos a ejercerlos”.

–          Subcontratados: “Más del 50% del empleo creado en el último tiempo (del cual se jacta el actual gobierno) corresponde a trabajo tercerizado. Trabajar en una empresa contratista significa trabajar en una condición de segunda categoría respecto de los de planta. En estas condiciones, a igual trabajo, no hay igual salario”.

Acción colectiva

Enfrentar la destrucción de la organización de los trabajadores no ha sido fácil. Luego del asesinato y represeión de buena parte de los dirigentes sociales del campo y de las fábricas, la dictadura ofrecería las condiciones perfectas para el aniquilamiento de los sindicatos. El plan laboral de José Piñera originó, como nos explica Patrizio:

–          Sindicatos encerrados: “Los sindicatos en Chile hoy pueden negociar sólo dentro de la empresa con su empleador directo”. En la práctica, no es posible negociar a un nivel más amplio.

–          Derecho a huelga intervenido: “En Chile no existe un verdadero derecho a huelga. Lo que existe hoy es una huelga que está permitida en un determinado momento, en una determinada fase de la vida laboral que es la negociación colectiva. Después que se haya esperado cierto tiempo, después que se hayan agotado todas las instancias de discusión, después de esperar tres, cinco días, etc. se puede ir a huelga… donde más encima te pueden reemplazar”.

El impacto ha sido una negociación colectiva poco significativa que implica menos del 1% real del reajuste salarial de los últimos veinte años, como nos cuenta Patrizio. Mientras, la cobertura de la negociación colectiva no abarca más allá del 10% de los trabajadores chilenos.

Frente a la arremetida de los patrones, de los medios y del Estado y su institucionalidad, resulta fundamental enfrentar la legalidad desde la legitimidad. “Hay que retomar los ejemplos históricos que tenemos y todo ese trabajo de experimentar cuáles formas organizativas servían mejor para enfrentar el capital: sociedades de socorro mutuo, sindicatos, mancomunales, cooperativas, escuelas de formación, que ahora hay que redescubrir, redescubrir ese tipo de espíritu e ir probando y ver cómo puede el mundo del trabajo construir una asociación colectiva potente”. Así como también, los inspiradores movimientos de los últimos años, desde los trabajadores del cobre hasta los portuarios.

En vísperas de una nueva conmemoración del Día Internacional de los Trabajadores, en un país donde muchos trabajan más de ocho horas diarias, donde los ingresos de los empleadores se han incrementado cuatro veces más que el de los trabajadores sólo en el último año, y donde la solidaridad sindical es ilegal, quizás nuestro problema es la obediencia.

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