Vivir una revolución: bitácora de la participación en la Escuelita Zapatista

¿Hagamos que esta historia comience 20 años después? Digo, hagamos que esta historia comience 20 años después. Resulta que un día reviso mi e-mail (o lo que haya para comunicarse y que sea relativamente rastreable) y una joven me envía un cuestionario. Primero se presenta: me dice que tiene 23 pero que pronto va a cumplir los 24 años. Me dice su nombre pero no es relevante aquí, y que ella creció en Irak, pero no en el país, sino la comunidad, organizada en el Municipio Vicente Guerrero, el que a su vez está organizado en el Caracol Roberto Barrios. En la firma de su e-mail de hecho dice: “Nueva Semilla que va a Producir”.

De las semillas me acuerdo y de esa compañerita también. Estuve en Irak hace casi 20 años atrás, insisto: no el país. Fui como estudiante de la Escuelita Zapatista, que se realizó en conmemoración de una década de autogobierno indígena a través de las Juntas de Buen Gobierno donde está colaborando – al parecer – esta compañera, ya que eso de la ‘nueva semilla…’ es el nombre de la Junta que ‘manda obedeciendo’ en su comunidad.

Me cuenta que, con las promotoras de educación, están recopilando testimonios de la que fuera esa histórica primera escuelita de la libertad según l@s zapatistas, debido a que se van a cumplir en agosto 20 años de su realización. Y claro! los Caracoles y las Juntas de Buen Gobierno cumplen 30 años. Y el alzamiento del primero de enero 1994 en Chiapas cumple 40 años. Y no podemos olvidar los 50 años desde la fundación del EZLN en la Selva Lacandona.

Ella poco o nada se acuerda de mí o de los estudiantes y estudiantas que llegaron a la casa de sus vecinos. Yo estuve con su familia esos cinco días. Era el más viejo en aquel hogar de piso de tierra y bloques de cemento construido por su padre. La casa estaba frente a la sede del Municipio Autónomo y de la cárcel, que estaba siendo usada para acopiar maíz. Yo era el que hablaba en español y no entendía el chol. Era el que se reía de sus travesuras, de los juegos que inventaban con su hermana mayor y de cómo tratábamos de entretener al más pequeño de menos de 1 año: jugando con avioncitos de papel, bailando y percutiendo música que llevé… También era yo el que andaba todo el día acompañado de un joven de otra comunidad. Me refiero al vutan o guardián que le asignaron a cada uno de los 1.700 estudiantes y estudiantas por esos 5 días, con el cual nos acompañábamos a todos, todos lados, estudiábamos los textos que nos entregaron sobre la autonomía zapatista y, en mi caso, era el traductor español/chol y chol/español.

Yo, en cambio, me acuerdo de todo y con mucha claridad: fue la primera vez que vivía una revolución.

Una revolución para hacer una revolución

Esta historia podría o no ocurrir. Pero el riesgo de escribirla es poco. Seguramente si le preguntara a la compañera sobre la situación de la autonomía zapatista en 20 años más, me diría que el gobierno (quien sea esté en el poder, quien sea…) aún hostiga y trata de comprar a las familias en las comunidades, que esas familias no zapatistas se muestran provocadoras hacia las familias zapatistas, que los medios comerciales levantan constantemente calumnias sobre el zapatismo, que aún la participación de las mujeres ella la encuentra escasa, etc. Pero de seguro terminará diciendo: “en eso estamos trabajando”, “nos dimos cuenta que este camino no servía, así que estamos probando este otro”, “nuestra autonomía nació en resistencia, solo tenemos que continuar”… Y es que para los zapatistas, esta es una revolución para hacer una revolución, un caminar sumando, un fidedigno dinamismo, una flexibilidad consistente, con la dignidad hecha carne en los indígenas tzotziles, tzeltales, tojolabales, choles, zoques, mames y mestizos del sureste mexicano. Dignidad: palabra nunca más usaré sin recordar mi breve paso por Chiapas.

Para mí, esos cinco días estuvieron cargados de machete y pozol; de ir a la milpa a las 7 am; de recolectar lo que después comíamos; de moler el maíz que después en la madrugada se hacía tortillas; de compartir (y conversar, traductor de por medio) con la familia, vecinos y ocasionales visitas; de dormir en la hamaca (mi telaraña amarilla); de cubrirnos con los paliacates para la foto; de ir a comprar cigarros a la tienda cooperativa…

Desde la recuperación de tierras, la familia me cuenta que tienen lo que necesitan, que están bien, sólo les falta consolidar la autonomía que les permitirá vivir como ell@s decidan, recordando a sus ancestros, ligados a la tierra, aquella tierra que trabajan agroecológicamente para la salud del suelo y de sus familias, mientras se puede ver en Irak a los no zapatistas cargando agroquímicos camino a su milpa.

La economía de las familias y las comunidades se sustenta en la tierra, ya sea de posesión familiar o comunitaria, esta última como eje material en la mantención y prolongación de la autonomía. Los frutos del control comunitario, de esta economía autogestionaria, son los que sostienen la educación, salud, justicia y política autónomas. Por eso es que repiten “autonomía es la vida, sumisión es la muerte”.

Caracol Que Habla Para Todos

Mi llegada a Irak comenzó cuando me asignaron el Caracol al que iría: Roberto Barrios “Que Habla Para Todos”. Partiendo desde San Cristóbal de las Casas fueron 7 horas, donde el bosque se transformó súbitamente en selva y también en lluvia, y en niebla, y en cientos de tonos verdes… y en la noche.

Íbamos tod@s ansios@s en ese vehículo. Pasadas las 10 pm pasamos un puente y nos dijeron que nos bajáramos. A lo lejos un letrero anunciaba que estábamos en territorio zapatista en rebeldía, mientras estudiantas y estudiantes avanzábamos, oyendo a lo lejos: aplausos, vítores, en medio de la noche Lacandona.

Luego, llegué al origen de ese sonido. Eran cientos. Todos en fila, armando un pasillo desde la entrada hasta el auditorio del Caracol. Jóvenes y jóvenas, niñas, niños, ancianos, ancianas, hombres y mujeres. Todos encapuchados. Todos compas. Todos aplaudiéndonos, poniéndonos del tamaño de la humildad para ser cobijados, acogidos por esos ojos pequeños, símbolos de libertad para el mundo entero. Fue una caminata que sentí tembloroso, con los pulmones impactados llenos de humedad, dentro de un eco ensordecedor, más intenso que la selva misma, esa que nunca calla. Un recibimiento místico en una selva histórica.

A la mañana siguiente nos formamos para recibir a nuestro guardián y la asignación de la comunidad donde nos quedaríamos para aprender haciendo en esta otra-forma-de-hacer-escuelita. Ya lo saben: me tocó ir a Irak. No, no el país.

-.-

Quizás en 20 años las familias de Irak poco nos recuerden. Quizás esta compañerita no recuerde su risa nerviosa al ponerse el paliacate (era la condición para tomar fotografías) o su familia no recuerde mi esforzado/frustrado intento por decir algo en chol. Pero de eso se trata: es más inolvidable para el que aprendió más. Por eso se hicieron poco los 5 días para estudiantes y estudiantas. Por eso estaba tan emocionado y les grité “¡Wokolix awΛlΛ!”, en mi intento por decir: “¡gracias!” desde el transporte cuando nos fuimos. Era agradecer a la comunidad, a la confianza de las familias, era agradecer la invitación del EZLN, era intentar bendecir el México rebelde y toda la banda de gente insurgente que conocí, personas de maíz, latinoamericanos e internacionales.

Me vine de regreso con más esperanza y con la enseñanza de que entre los honestos, sencillos y rebeldes que he conocido en distintas geografías sí he vivido otras revoluciones. Los zapatistas no son tan distintos de nosotr@s, lo distinto son las relaciones sociales que viven entre sí. Por eso re aprendí sobre política, economía, ecología, educación, salud, justicia. Ese tipo de cosas me enseñó la Escuelita. Y que esas revoluciones se van construyendo por hechos ensamblados con dignidad. Sí, esa palabra florecida.

Todas las imágenes por Econonuestras

2 Responses to Vivir una revolución: bitácora de la participación en la Escuelita Zapatista

  1. Dennis dice:

    me emocionó compañero…

  2. nelson dice:

    Wuena loco ….lo mejor que leydo sobre la LA escuela ….en el ciudadano lei un articulo de una mejicana que hablaba de un chileno que no paraba de hablar y me acorde de ti wuajaja…oie cuando andes por estos lados cuentas mas sobre ese viaje con una chelas obvio …saludos

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