Archivos Mensuales: octubre 2014
121° Capítulo de ECONONUESTRAS 27-oct-2014
Joan Martínez Alier: “No hay que crecer más, hay que repartir mejor”
En entrevista con El Desconcierto, el destacado economista ecológico catalán habló de todo. Desde la nueva edición de su libro “El ecologismo de los pobres” (Quimantú), en alianza con OLCA, hasta los Chicago Boys chilenos y las críticas a los llamados “estados de bienestar”
por El Desconcierto
Joan Martínez Alier, economista ecológico de Barcelona, se encuentra de visita en nuestro país para asistir al Congreso Latinoamericano de Ecología Política, que organiza la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile. Durante la inauguración, el pasado lunes, presentó una nueva edición actualizada del libro “El ecologismo de los pobres”, donde se recogen diferentes conflictos ambientales del mundo. Martínez nos da las claves de la economía ecológica, el ecologismo de los pobres y más.
¿Cuáles son los principios en los que se basa la economía ecológica?
Son dos. El estudio del metabolismo social y el estudio de los valores ambientales desde una perspectiva criterial. Es decir, desde una mirada multivalorativa, sin reduccionismo economicista. Tanto a nivel de proyectos como macroeconómicamente.
Por ejemplo en Chile se está diciendo que la economía se está parando un poco, y el cobre quizás baja un poco dependiendo de lo que pase en China, y recién bajaron la tasa de interés para que la economía se reactive. Esto es ver la economía con ojos sólo de economistas. Pero qué pasa con la mortalidad infantil, qué pasa con la escolaridad, con la felicidad de la gente y con el medio ambiente. Porque la economía crece pero el ambiente natural decrece.
¿Qué temas trata el libro que presentará?
El libro es una edición actualizada de uno que se publicó hace diez años, pero con dos capítulos nuevos. Por un lado habla del metabolismo social, o sea de los flujos de energía y material, que es lo que ha introducido la economía ecológica, y por otro se recogen diferentes conflictos sociales.
Lo que vemos es que la economía no se está desmaterializando, sino que cuando crece la economía crece la cantidad de energía y la cantidad de materiales. Esto pasa en Chile, que a pesar de tener mucha energía eléctrica para el consumo local, el ex presidente Piñera quería doblarla porque la minería necesita energía. Entonces todo va aumentando y el impacto ambiental también va aumentando. Y por tanto surgen conflictos ambientales.
El tema ecológico no es sólo pensar en futuras generaciones y pensar en otras en otras especies, sino pensar en los impactos en nuestra propia vida. Entonces ante estos impactos surgen grupos que protestan.
Muchas veces los que intervienen en estos conflictos son pueblos indígenas, como los mapuches en el sur, o aymaras, o diaguitas, como en el caso de Pascua Lama. Esto ocurre en Chile, y es normal que ocurra en Chile porque hay mucha extracción. Es lo que llamamos una economía extractivista.
Lo mismo pasa en Perú y también en Argentina, en minería o con protestas por el glifosato en la soya, por ejemplo en Córdoba, donde hay población contaminada por el glifosato que se le hecha a la soya transgénica. Ocurre en Brasil, en Ecuador.
Mi libro lo que hace es recopilar casos como estos de “ecologismo popular”, de campesinos pobres, de grupos indígenas de todo el mundo. Hay muchísimos casos y se puede hacer esta teoría del ecologismo no como un lujo. Porque no es que el ambientalismo sea un lujo de los ricos, sino que es necesidad para todos, porque todos dependemos de la naturaleza. Y mucha gente pobre en el mundo son los primeros que defienden la naturaleza, mientras que los estados y los gobiernos atacan la naturaleza para sacar materiales para vender.
Justamente respecto a eso. Acá en Chile se tiende a pensar que los militantes ecologistas son de las clases más acomodadas y que es un problema de pocos.
Muchos conflictos son de distribución ecológica, no son económicos. No se originan por el salario que te van a pagar, o que precio te van a pagar, sino que son ecológicos de contaminación.
Por ejemplo los conflictos mineros en el norte de Chile, donde la gente teme quedarse sin agua porque llega una empresa minera y utiliza toda el agua. Y quienes protestan, esto es una cosa empírica, son muchas veces comunidades indígenas, como los aymaras, que dicen tienen derechos comunitarios antiguos
Toda esta gente ocupa los “lenguajes de valoración”, que de hecho es el subtítulo de libro. Si yo digo que algo vale mucho, una persona por ejemplo que vale mucho, puede ser que me refiera a dinero, pero también puede significar algo más. No es un tema estrictamente monetario. Y hay distintos lenguajes de valoración para darle importancia al ambiente. Uno puede ser como territorio propio, o porque es sagrado, o porque tiene valor ecológico.
Esas puede ser una de las diferencias principales de la economía ecológica con la economía ambiental, ya que la economía ambiental le entrega un valor de mercado al ambiente.
La gente de economía ambiental dice que como ni el estado ni las empresas respetan el medio ambiente, se le entrega a éste un precio en un mercado ficticio. Así, el ministro o la empresa pensarán que deben compensar los daños. Yo creo que está bien intencionado, pero si el ministro sólo entiende de dinero, ese es un motivo para cambiar a ese ministro.
Esto además puede ser contraproducente. Porque cuando le pones un precio en dinero la empresa puede decir “bueno, pago el daño y continuamos”. Porque no puedes competir con una mina de cobre que va a durar 10 años o 20 años, pero que saca muchísimo cobre y lo vende, especialmente si se piensa que el valor del ambiente natural es para 100 años, o 200, o 200 mil. Y a corto plazo quizás da poco dinero, aun cuando esté en un mercado ficticio.
Por esto la economía ecológica es mucho más amplia que la economía ambiental. Tiene un enfoque que llamamos “multicriterio”. Es decir, además de cuantificar el valor en dinero, en costo beneficio incluyendo externalidades, también se mide el costo energético, el valor ambiental o ecológico, valores culturales, etc. Luego se hace una valoración multicriterio haciendo inconmensurables los valores.
Esto lo hacemos continuamente en nuestra vida diaria. Cuando decidimos cosas lo hacemos de una manera multicriterial. Esto no es extraño, lo extraño son los economistas monotemáticos, y aquí en Chile hay muchos, que piensan que la economía es el criterio decisivo. Porque acá hubo como un trasplante colectivo de celebro, yo creo a partir del 73, con un predominio y una arrogancia de los economistas traído por mano de los militares, no por convencimiento, ni social ni intelectual.
¿Cómo en el sistema actual es posible introducir los conceptos de la economía ecológica? Porque en nuestro país la discusión parece estar más centrada en imitar a la economía ambiental. En el fondo, replicar el modelo.
Bueno este es un tema político e ideológico, de quien domina el campo de la enseñanza y el campo de la política. Yo creo que pensar que podemos solucionar el tema del cambio climático poniendo un precio a las emisiones de carbono, o a la pérdida de biodiversidad, a la destrucción de la biodiversidad, que es muy grande pero no sabemos los daños, es una cosa que hace años que se discute y no avanza. Y no avanza porque no sabemos en principio cuál debería ser tal precio.
Por ejemplo, el IPCC (Panel Internacional para el Cambio Climático), dice que se deben reducir, por lo menos, en un 60 por ciento las emisiones de carbono en el mundo. Pero ¿porque 60 y no 70, o 40? Porque científicamente es lo que parece adecuado para que no aumente la concentración de dióxido de carbono.
Pero, la Unión Europea ha dicho que sólo harán una reducción del 20 por ciento. Por otra parte, Estados Unidos ha dicho que no reducirá y China dice que son pobres todavía y que no les toca reducir. Entonces es un tema político. Es un tema distributivo de quién reduce.
Una vez que tuvieras un objetivo de reducción fijado políticamente, me parece bien intentar alcanzar este objetivo con impuestos sobre el carbono. Pero claro, hay mucha discusión sobre el mercado de los impuestos y mucha menos entre economistas sobre cuál debería ser la reducción. En parte porque no entienden la física del asunto. Y lo principal es cuál debe ser ese número, y el compromiso de reducción.
¿En realidad lo que habría que hacer para tener este debate, esta discusión, sería cambiar el sistema económico de raíz? Porque en base a lo que tenemos ahora es difícil insertar los conceptos de economía ecológica y tener ese debate sobre la valoración.
Hay como dos visiones de la economía. Una con visión más del mercado, de exportación, extractivista, y la otra más basada en la autosuficiencia, en los productos locales, etc. Que siempre es asociada a algo pobre, pero no tiene por qué ser pobre. Porque a América Latina no es que le falten recursos. Se podría vivir muy bien sin esta obsesión de la exportación de materias primas. Pero a pesar de eso las exportaciones han aumentado, en toneladas, cuatro veces en los últimos cuarenta años.
Por ejemplo aquí en Chile se exportan como cinco millones de toneladas de cobre. Pero, cada tonelada de cobre lleva una mochila gigante de energía, de agua y de escorias. Porque ahora se saca cobre, en mina de cielo abierto, con una concentración del uno por ciento, es decir, una tonelada de cobre y 100 de escorias y relaves. Y si es oro, uno por un millón.
Estos son los costos, los pasivos. Pero pasivos quiere decir deudas, no solamente la montaña de relaves, sino que un pasivo es una deuda ambiental.
Hay un economista que llama Kapp, que dijo que el capitalismo o el sistema industrial es un sistema de costos ambientales no pagados. O sea que las externalidades no son pequeñas anécdotas, es el sistema el que funciona así.
Entonces sí, yo estoy de acuerdo que habría que cambiarlo de raíz, pero habría que hacerlo despacio, porque esto no se puede hacer de un día para otro. Y cambiar la orientación exportadora a una orientación más basa en la soberanía alimentaria, por ejemplo.
¿En qué países o proyectos se ha aplicado una valoración como la que plantea y realmente se han insertado conceptos de economía ecológica?
Hay varios. Por ejemplo hay una gran cantidad de proyectos que han sido paralizados, los que a veces, en América Latina, se detienen por referéndums locales. Acá en Chile no ha pasado esto, pero sí en Perú, Colombia y en Argentina. Allí se conocen algunos casos de consultas vecinales o referéndum locales que han parado el conflicto.
En esos casos no es que se haya hecho una valoración multicriterial formalizada, sino que la gente ha expresado su negativa. Esto es una gran ayuda para que la economía vaya en un sendero de mayor sustentabilidad.
También hay propuestas a nivel estatal, como la que ha habido en Ecuador hace algunos años, de dejar petróleo sin explotar, como es el caso de Yasuní. Donde por razones locales, y por razones mundiales, para evitar la liberación de CO2 a la atmósfera, se pretendió evitar la explotación del mineral. En Noruega existe una iniciativa parecida, que ha sido inspirada en el proyecto Yasuní, también hay en San Andrés, en Colombia, donde el petróleo no está siendo explotado.
Si bien la iniciativa de Yasuní terminó mal, porque el Presidente Correa la boicoteo y desde afuera también lo ayudaron, no es un fracaso permanente de la idea. Por ejemplo hasta tú sabes lo que significa el proyecto. Es decir, han triunfado en poner la palabra en nuestro vocabulario.
Pero, ¿Existe algún país en el mundo que esté operando de esta manera alternativa?
Bueno un tiempo dijeron que Bután tenía esta perspectiva. Este es un país de unas 700 mil personas, cuyo rey dijo que le importaba más la felicidad nacional que el ingreso nacional. Él se hizo muy famoso con esto, mucha gente importante fue a verlo. Y me parece buena idea, ojalá lo mantengan.
Acá en Chile Max Neef planteó también que debiese existir otra unidad de medición para el crecimiento. La cosa es que ni a nivel de proyectos ni a nivel macroeconómico puede existir tanta predominancia del producto interno bruto (PIB).
Esto está pasando en España, donde hay una gran discusión porque se ha dicho que la deuda equivale a un año del PIB. Entonces para pagar la deuda hay que aumentar el PIB, pero primero se aumenta la deuda para fomentar el PIB, y luego de que crezca el PIB se paga la deuda.
Pero la economía ecológica dice que no hay que acrecentar la deuda, porque ésta hay que pagarla con más extractivismo. Con más destrucción ecológica. Lo que hay que hacer es una economía que ya no crezca, porque al menos en el caso de Europa ya estamos bien de crecimiento. No hay que crecer más, hay que repartir mejor.
Acá en Chile se quiere impulsar una reforma en el sistema de pensiones, ya que actualmente existe un sistema de capitalización individual. Pero, los principales detractores de éste y otros cambios sociales ocupan el ejemplo de la crisis en Europa para reflejar lo malo que están muchos de los llamados “estados de bienestar”, precisamente por ser estados de bienestar. Es decir, por tener salud gratis, educación gratis y por tener un sueldo mínimo más alto.
La crisis viene porque es difícil crecer, como ha crecido la economía internacional, a base de combustibles fósiles baratos, como carbón, petróleo y gas.
Pero la crisis en Estados Unidos, Irlanda, España, Grecia y menos en Alemania, Inglaterra y en Francia, se originó por una sobreinversión en vivienda, financiada con créditos. Porque desde los años ´80 los salarios reales, es decir el poder comprador real de la gente no aumentó mucho. Pero lo que sí aumentó fueron las tarjetas de crédito y las hipotecas.
Entonces, finalmente la bola de deuda era tan grande que se comenzó a decir que no se podrían pagar todas las hipotecas. Y como esto pasó, la gente comenzó a vender los papeles que garantizaban las hipotecas, pero como todo el mundo hizo esto también, los bancos no tuvieron cómo solventar ese dinero.
Esto mismo pasó en España, donde hasta el 2007 se construyeron más viviendas que en Francia y Alemania juntas, y estaban todas hipotecadas. Tanto es así que el movimiento más fuerte que ha habido en España en el último tiempo es la plataforma de defensa contra los desalojos de hipotecados, la PAH (Plataforma de Afectados por las Hipotecas).
Esta es la causa de la crisis, no es el estado de bienestar. Todo lo contrario, ocurrió porque el gobierno debería haber frenado esto mucho antes. Aumentando los impuestos a las construcciones de vivienda, a los notarios donde se firma la escritura y más, no bajando las tasas de interés para la compra. Así se la gente se hubiera dado cuenta de que esa situación no podía continuar.
Yo creo que debe existir lo que plantea Tim Jackson, tener felicidad y prosperidad sin crecimiento. Es decir una sociedad donde se ayude a la gente. No hace falta que se pidan más recursos. Debe haber menos consumo de algunas cosas, porque por ejemplo para qué tener automóviles individuales o varios por familia. Mejor moverse en transporte público o en bicicleta.
http://eldesconcierto.cl/joan-martinez-alier-hay-que-crecer-mas-hay-que-repartir-mejor/
Científicos encuentran base genética del “altruismo” que desmentiría teoría económica en que se funda el capitalismo
Martin Reuter y sus colegas de la Universidad de Bonn, mediante experimentos, concluyeron que los supuestos de la Teoría Económica Neoclásica, que define que la naturaleza del ser humano es egoísta y racional, son falsos. Pero no solo eso. También descubrieron bases genéticas del altruismo, la justicia y reciprocidad. Estos resultados confirman que lo que actualmente se enseña en las facultades económicas del mundo no constituyen «verdad científica».
por El Mostrador
Una de las cosas más bellas de la ciencia es que nos permite poner a prueba cosas que damos por sentadas. Por ejemplo, si le hago la pregunta “¿Qué es lo que motiva a las personas a ejercer tal o cual actividad?”, probablemente usted me responda: “El afán de dinero, el interés propio”. Es algo que se asume como cierto en muchas teorías económicas e, incluso, en la elaboración de políticas públicas. Sin embargo, uno puede pensar: “¿Es realmente el ser humano egoísta? ¿Realmente lo que le motiva es su propio beneficio? ¿obtener la mayor cantidad de dinero posible?”.
Luego, habiéndose hecho estas preguntas, uno puede diseñar experimentos para poner a prueba esas “verdades” que asumimos como ciertas.
Imagine, por ejemplo, lo siguiente: Usted le entrega una cantidad de dinero a una persona y luego le ofrece la posibilidad de enviar cualquier suma de este dinero a un tercero. El tercero es un desconocido y ambos sujetos nunca se verán las caras. La predicción que haría un economista típico es clara: el humano es racional y egoísta, por tanto no le enviará ningún peso. Sin embargo, cuando este experimento se ha efectuado, la mayor parte de las personas envía algo de su dinero. Esto contradice las predicciones de la teoría y muestra que existe un significativo grado de altruismo en la conducta humana.
En un reciente artículo publicado el año pasado (2013) por Martin Reuter y sus colegas de la Universidad de Bonn (Alemania), los autores utilizaron una conocida variación del experimento mencionado más arriba (el cual se denomina “Juego del Dictador”), conocida también como “Juego del Ultimatum”.
La dinámica del experimento es similar: dos desconocidos, llamémosles Elber y Rosamel (los cuales nunca se verán las caras), son asignados como pareja, ambos conociendo todas las reglas del juego (que el juego es anónimo, cuánto dinero se le entregará a cada jugador, etc).
El investigador que dirige el experimento le entrega una suma de dinero a Elber (en este caso, €10) y le da la oportunidad de enviar alguna parte de su dinero a Rosamel (quien tiene €0), quedándose Elber con el dinero restante. Así, por ejemplo, si Elber decide enviarle €3, él se queda con €7 y Rosamel con €3. La diferencia con el Juego del Dictador es que, en el Juego del Ultimatum, Rosamel puede decidir si considera justo o no el envío de Elber: si lo considera justo, ambos se quedan con la suma repartida (en este caso, Elber con los €7 y Rosamel con los €3), pero, si Rosamel considera que la repartición es injusta, puede rehusar recibir ese dinero. En este caso, ambos jugadores se quedan con €0.
La predicción es que un agente que busca sólo maximizar sus utilidades aceptará cualquier oferta mayor a €0, porque recibir cualquier suma de dinero es mejor que recibir nada. Sin embargo, la gente no actúa de ese modo: en general, un Rosamel que recibe una cantidad de dinero muy inferior a la mitad del monto del que dispone Elber rechazará la oferta, quedándose ambos con €0. Piense un momento en la conducta de Rosamel: él está incurriendo en un costo (dado que decide perder dinero) por castigar una repartición que considera injusta. Estos experimentos muestran que no todo es racionalidad y egoísmo, sino que también motivaciones tales como el altruismo, el malestar ante la desigualdad y la justicia son importantes en la conducta humana.
Para ir más alla, los autores se preguntan si existen genes asociados a estas conductas. Específicamente, Reuter y sus colegas analizaron cómo diferentes alelos (variantes) del gen del receptor de dopamina, un conocido neurotransmisor, están asociados con la conducta de los humanos en el Juego del Ultimatum (para una breve descripción de lo que es un gen, un alelo y un receptor de neurotransmisor, revise el final del texto).
Interesantemente, los autores encuentran que estos alelos están asociados con la conducta tanto de Elber como de Rosamel: si nos centramos en el caso de Rosamel, los resultados son similares a los que ya habían sido reportados por Songfa Zhong y colaboradores: los sujetos que no presentan un alelo específico de este gen tienden a rechazar ofertas más altas (o sea, priorizan lo justo que les parece la repartición por sobre el dinero que recibirán) que los sujetos que sí presentan ese alelo. En resumen, los autores muestran dos cosas: 1) que, para la mayor parte de los sujetos, lo justo que les parece una distribución de dinero es más importante que el dinero mismo y 2) que existen bases genéticas para éstas conductas.
Estos resultados se suman a un creciente cuerpo de evidencia que muestra que los supuestos sobre los que se basa la llamada “Teoría Económica Neoclásica” (i.e., la teoría económica dominante en la actualidad) son falsos.
Esta teoría supone que el ser humano es racional y egoísta: así se comporta y, más aún, así es su naturaleza. Es la teoría a la cual se refería el ex presidente Sebastián Piñera cuando, en una entrevista radial, declaró que “El modelo en el que nosotros creemos es el que ha dado los mejores resultados, los más fecundos, a lo largo de la historia y, en mi opinión, es el modelo que más se adecúa a la naturaleza humana.” Sin embargo, ya desde los años ’70s que esta teoría se viene desconfirmando experimentalmente, gracias, inicialmente, a los experimentos pioneros de Kahneman y Tversky, quienes mostraron que, al tomar decisiones, no somos agentes precisamente “racionales”.
En los ’90s se comenzaron a desarrollar paradigmas experimentales para comprobar si somos realmente “egoístas”, como el Juego del Dictador y el del Ultimatum, además del “Juego de la Confianza”, en el cual, mediante una dinámica similar a los anteriores (incluyendo el anonimato y el hecho de que todos los sujetos interactúan solo una vez con su compañero de experimento), se pueden cuantificar variables como confianza y reciprocidad. Los resultados son bastante consistentes en que en todas las culturas y en todos los rangos etáreos, sea cual sea el monto invulucrado, los sujetos suelen “confiar” el 60% del dinero que tienen disponible, mientras que los sujetos a quienes se les ha confiado dinero usualmente manifiestan conductas de reciprocidad. En estos tres juegos se ha encontrado, además, que existen bases genéticas que podrían estar a la base de conductas de altruismo, confianza, justicia y reciprocidad.
El modelo del ser humano como agente racional y egoísta, a pesar de estar obsoleto, es el que se sigue enseñando en gran parte de las escuelas de economía en todo el mundo, y el que sigue utilizando para elaborar políticas públicas. ¿Por qué? ¿Ignorancia académica? ¿Resistencia al cambio? ¿Conveniencia ideológica por parte de cierta clase o grupo de poder? Si bien no es el lugar para responder esas preguntas, el autor está seguro de que, definitivamente, no es porque el modelo continúe siendo una “verdad” científica.
Se puede pensar en los genes como los libros de una gigantesca biblioteca que existe dentro del núcleo de cada una de las células de nuestro organismo (incluyendo a las neuronas de nuestro cerebro, dado que también son células). Cuando las células deciden construir alguna proteína, toman de esta biblioteca los libros que contienen las instrucciones para hacerlo. Ahora, para construir la misma proteína pueden existir diversas copias del mismo libro: cada una de estas copias, cuyas instrucciones, salvo leves variaciones, son virtualmente iguales, se denominan “alelos”. Los diferentes alelos hacen que la misma proteína sea levemente distinta y funcione, por tanto, de un modo ligeramente diferente.
Proteínas importantísimas para el funcionamiento del cerebro son los receptores de neurotransmisores: las neuronas liberan neurotransmisores y estos se unen con receptores presentes en otras neuronas, lo que permite que estas puedan comunicarse unas con otras. Como los genes de un individuo pueden tener distintos alelos (o sea, instrucciones distintas para construir diferentes versiones de la misma proteína), entonces cada individuo puede tener ligeras variaciones en el mismo receptor de un neurotransmisor, lo que hace que este tenga efectos distintos en el cerebro.
Para leer los artículos originales descarge los siguientes link:
http://www.frontiersin.org/human_neuroscience/10.3389/fnhum.2013.00242/abstract
http://www.plosone.org/article/info%3Adoi%2F10.1371%2Fjournal.pone.0013765
http://www.elmostrador.cl/cultura/2014/10/22/cientificos-encuentran-base-genetica-del-altruismo-que-desmentiria-teoria-economica-en-que-se-funda-el-capitalismo/
Cuando el pueblo hizo poder: Complejo Forestal Maderero Panguipulli
Entre los años 1970 y 1973 en la zona cordillerana de la provincia de Valdivia se desarrolló una de las experiencias de lucha popular en donde se materializó más profundamente la decisión de lucha y la voluntad de transformación que exigía el pueblo y motorizaban los trabajadores. Allí se creó el Complejo Forestal y Maderero de Panguipulli (CFMP), organismo social y productivo que se convirtió en la expresión más elevada e institucional que alcanzaron las luchas populares.
El atropello
Esta región de la cordillera valdiviana se caracterizaba por la existencia de enormes fundos y predios forestales dedicados en su mayoría a la explotación maderera; los menos se dedicaban a la ganadería. Al centro de esta zona estaba la comuna de Panguipulli y el centro de toda la actividad forestal se localizaba en el poblado de Neltume en donde existía una fábrica dedicada a la elaboración de la madera y de productos destinados al mercado de la construcción de viviendas. El factor común de estos latifundios y fábrica era la explotación extrema impuesta por la clase patronal sobre los inquilinos, trabajadores forestales y obreros fabriles.
Las condiciones laborales de los trabajadores eran en extremo deplorables. No se aceptaba la existencia de sindicatos, no se pagaban salarios en dinero sino en fichas, los inquilinos eran sometidos a condiciones de servidumbre y esclavitud, los obreros y operarios eran tratados con despotismo y arbitrariedad. Los derechos adquiridos producto de la lucha de la clase trabajadora de todo el país, en estas apartadas regiones eran simplemente ignorados y violentados por los patrones.
Sin embargo, todo comenzó a cambiar hacia fines de la década del sesenta. Los trabajadores se cansaron de la explotación, del abuso; se hastiaron del atropello y la humillación, de la paupérrima condición de vida a que eran sometidos, de la violencia con que eran tratados frente a cualquier reclamo. Los intentos de organización que sucesivamente realizaban eran neutralizados con prontitud y cauterizados mediante la expulsión desde fundos o fábrica de los trabajadores involucrados en planes o intentos organizativos. En la segunda mitad de la década del sesenta el campesinado del país comenzó a romper con las ataduras y las cadenas que le impedían siquiera organizarse y movilizarse; algo de esa efervescencia campesina llegó a las montañas valdivianas. También llegó la ola revolucionaria que comenzaba a manifestarse en las luchas populares y en diversos sectores sociales del resto del país.
Las luchas
En la víspera de la campaña presidencial de 1970 los campesinos de la cordillera valdiviana se hicieron más firmes en sus propósitos y más decididos en sus objetivos. ‘No más atropellos y una vida digna’ eran las exigencias que formulaban los trabajadores de la zona cuando la Unidad Popular alcanza el triunfo electoral en septiembre del 70. Esa idea de rebelarse y exigir cambios ya estaba enraizada en la conciencia de los trabajadores cuando Allende asume la presidencia en noviembre del 70. Apenas unas semanas más tarde los campesinos del fundo Carranco decidieron tomarse el predio dando un paso fundamental en su decisión de lucha. Ese fue el comienzo de una larga cadena de movilizaciones y tomas de fundos, y de la fábrica de Neltume, protagonizados por los propios campesinos y trabajadores. De un lugar a otro se fue transmitiendo la buena nueva de un fundo tomado. Se multiplicaron las asambleas, se impusieron las decisiones colectivas y, en brazos de la solidaridad, se hicieron los caminos que condujeron a la toma de 24 fundos.
Una cadena de tomas que no estaba en los planes del naciente gobierno popular, que trató de ser frenada por las autoridades locales y que intentó ser reprimida por los patrones afectados con la pérdida de sus predios. Bienes que, por lo demás, habían sido adquiridos mediante la usurpación, la apropiación indebida, el robo, el despojo; acciones todas respaldadas por las autoridades políticas, encubiertas por tribunales y protegidas por las fuerzas policiales y militares.
El gobierno de Allende debió resignarse a la realidad impuesta por la movilización de los trabajadores de la cordillera valdiviana. Sin ser su interés y prioridad, el gobierno debió acceder a la idea de los trabajadores de crear una empresa estatal que los agrupara y organizara la actividad económica y productiva de la región. Esa fue una propuesta surgida de los propios trabajadores que no solo se ocuparon de tomarse los lugares de trabajo, de defender sus tomas, de darle continuidad a las actividades productivas, sino que se ocuparon de discernir la mejor forma de organizarse para salir de la miseria, mejorar sus condiciones laborales y mejorar su calidad de vida.
Es así como se da forma al Complejo Forestal y Maderero Panguipulli (CFMP) que, teniendo a la fábrica de Neltume como centro neurálgico, agrupaba a los 24 fundos tomados en una sola empresa que funcionaba bajo la tutela de la Corporación de Fomento a la Producción (CORFO). El Complejo se extendía por la cordillera a través de cinco comunas y llegó a aglutinar a unos 3500 trabajadores. De ese modo, la lucha de los trabajadores de la montaña tenía una expresión productiva y orgánica que aunaba los esfuerzos y canalizaba las expectativas, pero sobre todo, se convertía en la nítida expresión de lo que era posible lograr con la movilización popular. De allí también surgió, de manera indefectible, el odio endémico que le tenían los patrones y poderosos, los fachos y golpistas, a los habitantes y trabajadores de esta extensa zona sublevada.
La solidaridad: el combustible de la clase
La base de sustentación de toda esta inmensa movilización popular, aparte de la miseria compartida y la desgracia común, fue sin duda alguna la solidaridad de clase, el apoyo del pueblo con el pueblo, el apoyo del pueblo por el pueblo, compartir la lucha, compartir el futuro común. A estos dos elementos se sumó luego la acción colectiva, las decisiones democráticas, el esfuerzo conjunto; todas las decisiones eran tomadas en asambleas, todos los acuerdos eran ratificados por las asambleas organizadas por cada predio y lugar de trabajo. “Que bien funciona esto sin los patrones”, era la síntesis que reflejaba el espíritu y la nueva realidad a la que se enfrentaban los trabajadores de los predios e instalaciones tomadas.
Sin darse cuenta, sin habérselo propuesto, sin que nadie pudiera calificarlo, sin la intervención de pautas políticas predeterminadas, los trabajadores de la cordillera valdiviana protagonizaron una gran experiencia de poder popular que tenía como objetivo primordial el bien común: mejorar las condiciones de vida y laborales de los trabajadores y habitantes de las montañas. Nadie remaba para su propio molino sino que para el bien colectivo, asumiendo que los patrones eran el enemigo común contra el que tenían que luchar. Asumiendo además que había una realidad común contra la que tenían que seguir luchando unidos: la miseria.
Producto de esa misma espontaneidad e ingenuidad, no le dieron demasiada importancia a las cuestiones superestructurales y de forma del Complejo, lo que, a poco andar, se convirtió en un factor negativo del proceso de lucha popular en la montaña. La administración de la empresa Complejo fue manejada por las cúpulas reformistas de los partidos que componían la Unidad Popular y su gobierno. Ellos se dedicaron a morigerar los ímpetus populares, a intentar torcer la voluntad y decisiones de los trabajadores, a neutralizar las corrientes revolucionarias que se habían enraizado entre los campesinos de los fundos y operarios de la fábrica.
La vida propia
El principal cambio, la mejoría principal en la calidad de vida de los trabajadores, estuvo dada por la libertad lograda y el poder alcanzado. La toma de los predios se tradujo de modo inmediato en que los trabajadores tuvieran en sus manos el poder de decisión sobre sus propios destinos, lo que pasara con ellos dependería de lo que ellos fueran capaces de hacer. De allí también surge la conciencia de hacer esfuerzos colectivos pues el trabajador y el campesino saben por la naturaleza de sus vivencias y de su práctica laboral que la fuerza está en la suma, en la unión de los esfuerzos. Un principio básico, elemental, de las luchas sociales que se impone por sí mismo en los momentos de auge y de exigencias definitorias.
Ser dueños de su propio destino era un logro inmenso. Pero también se lograron plasmar pequeñas conquistas o mejoras que contribuyeron a fortalecer la voluntad y compromiso de los trabajadores con el proceso de transformaciones que estaban protagonizando. Cuestiones como las condiciones materiales en que desempeñaban sus labores productivas, cuestiones como el traslado hacia los lejanos lugares de trabajo al interior de los montes, cuestiones como el acceso a una vivienda o lugar de vivienda dignos, cuestiones como acceso básico a la salud, a la educación, a salarios apropiados, acceso a productos alimenticios, y otras medidas propias del programa de gobierno de Allende, que iban en directo beneficio de los trabajadores y del pueblo, fueron parte de este gran proceso de cambios que se tradujo en una mejora sustancial de las condiciones de vida de los trabajadores de la cordillera valdiviana. No fueron grandes conquistas materiales, pero esas pequeñas transformaciones tenían y tuvieron el valor de un cambio radical para los habitantes de esas apartadas regiones. Lo esencial es que los trabajadores fueron artífices, protagonistas y se sintieron partícipes de todo ese proceso.
Proceso que tuvo el mismo final que para el resto de los trabajadores del país: un golpe de estado, la represión brutal y la dictadura criminal que retrotrajo todas las condiciones de vida de los trabajadores a tiempos medievales. El Complejo dejó de existir, fue desarticulado y, ya desmembrado, vuelto a privatizar. En aquella región sureña vuelve a campear el atropello patronal.
Foto: Colocación de la placa recordatoria a los 65 trabajadores asesinados del Complejo Forestal Maderero Panguipulli. http://www.wri-irg.org
http://resumen.cl/index.php?option=com_content&view=article&id=10156:cuando-el-pueblo-hizo-poder-complejo-forestal-maderero-panguipulli&catid=13:memoria-historica&Itemid=57