A ver, quién es el dostor: derecho a la salud y autogestión
En un programa especial de econonuestras sobre el Derecho a la Salud, Camilo Bass, integrante de la Fundación Creando Salud y presidente de la Agrupación Nacional de Médicos de Atención Primaria, realizó un certero diagnóstico sobre la salud en Chile.
Los últimos 40 años de nuestro neoliberal sistema de salud se caracterizan fundamentalmente por la exclusión y la segregación (cualquier coincidencia con el resto de los ejes del desarrollo, consultar con la dictadura o en su defecto con la concertación y/o cualquier grupo de poder): desmantelamiento de la salud pública, en favor de la creciente salud privada; un 40% del financiamiento proviene del propio bolsillo; un escueto porcentaje de la riqueza total creada en el país va destinada a salud (3% del PIB); y donde lo poco que hay, en su mayoría se desvía al sector que lucra y que además es ineficiente.
Por ello, la ‘marcha de los enfermos’ del 4 de mayo de este año sienta un beneficioso precedente: fueron los usuarios del sistema – tal como lo han sido los estudiantes en la educación – quienes salieron a manifestarse por su derecho despojado. Ello resulta en un embrionario paso hacia la convergencia entre usuarios y trabajadores de la salud, al identificar un mismo mal: el perverso mercado de la salud en el marco de un estado negligente.
Lo anterior es actúa además como mitigador de la tensión trabajador-usuario en el sistema, fruto de la campaña de desprestigio de quienes alientan la reducción del sistema público desviando la culpa a los trabajadores del rubro. Como nos cuenta Camilo, las sobreexigencias a los trabajadores, enmarcados en los criterios efectivistas (pero poco eficientes) del modelo de salud chileno, se suman a las urgentes necesidades de los usuarios. Pero tanto esta característica de la relación social como la contención del avance neoliberalizador en la salud parecen tener una salida, aunque aún incipiente: la autogestión en la salud.
Autogestión necesaria y urgente
Un espacio a ocupar, nos relata Camilo, serían los Consejos de Desarrollo Local de la Salud. Concebidos para la gestión comunitaria de la salud, hoy en día los espacios de participación ciudadana asoman como una posibilidad para recuperar la salud para la gente. Si bien, aún dependen mucho de las direcciones de los establecimientos, también hay ejemplos de buen uso de parte de los pobladores/usuarios.
Por su naturaleza territorial, los centros de atención de salud asoman como espacios naturales para el control comunitario. Aunque no son nada nuevo, nos dice Camilo, rememorando cómo se socializaba la salud en los años 70s antes del golpe.
Organizados en una Mesa Social por la Salud, precisamente hace un año se realizó un Plebiscito Nacional de Salud que entregó como resultado, no sólo un amplio apoyo a la salud como un derecho, sino una validación a la participación como método (96%) a través de la democratización y mayor participación tanto de usuarios como de trabajadores.
Pero una estrategia de control territorial no sólo tendría que recuperar los derechos en la salud, sino también frenar el continuo proceso de privatización que, por ejemplo, se está dando a través de los hospitales concesionados. En éstos, no sólo se le entrega a los privados y al lucro las tareas de diseño y construcción, sino también de gestión de los recintos hospitalarios, algo que este gobierno está impulsando y cuya génesis proviene del gobierno de Lagos (¿algo que decir doctora Bachelet?).
Otro ejemplo son los medicamentos. Justo en el momento cuando se sostiene aún la idea de que puedan comercializarse a través de supermercados, con el consiguiente incentivo comercial del distribuidor a profundizar el consumo. Precisamente, la autogestión en la educación/promoción autogestionada permitiría una disminución en la dependencia de los fármacos, según nos especifica Camilo. Mismo caso con la prevención. Programas como Elige Vivir Sano (recién promulgado como Ley) no hacen más que esconder las contradicciones de una sociedad de clases, donde escoger no es opción, y donde además se desconoce el carácter social de la salud lo cual hace inefectivo al programa de la primera dama, profundizando además la mala repartición de recursos… que ya son pocos.
La autogestión es necesaria, pero también urgente. No sólo integra a los involucrados (trabajadores, usuarios) en la salud en su conjunto, reafirmando su carácter de ‘derecho’ inseparable de la autoorganización democrática de las capas fundamentales de la sociedad, sino que además es una herramienta de unión para resistir a la aún vigente enajenación del sistema de salud. Es interesante cómo desde la educación y desde la salud la demanda por más participación, control comunitario, autogestión, empieza a asomar entre usuarios y trabajadores. Es cierto, aún es embrionario, pero es un remedio a probar.
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