Diversidad sexual y la economía política local
Al joven Daniel Zamudio lo mataron a menos de 3 kilómetros de la sede de la CGT, desde donde se emite la señal de la radio sindical www.lavozdelostrabajadores.cl y – a su vez – el programa Econonuestras, que dedicó su último capítulo a analizar la diversidad sexual desde la arista económica: un pie forzado a primera vista, pero que Gonzalo Cid (economista de CENDA y miembro del MUMS) nos fue aclarando en la entrevista.
El 27 de marzo del año 2012 falleció Daniel Zamudio, luego de estar internado en la Posta Central, a metros del lugar donde recibió la golpiza y tortura aquella madrugada del 2 de marzo. Si bien la violencia es bastante habitual en la ‘comunidad no heterosexual’, el asesinato de Daniel marcó un hito. Gonzalo nos comenta: “No es primera vez que ocurre, golpizas como esta con chicas trans han ocurrido muchas (…) situaciones de crímenes de odio de tal envergadura ha habido otras”. Gonzalo tiene una hipótesis respecto del impacto que causó el asesinato de Daniel y que pone el acento en los efectos de una sociedad de clases: “Aquí se estableció desde un comienzo la imagen de un chico muy angelical que en la mayoría de las fotos que fueron publicitadas aparecía con una imagen de un niño rubiecito, como un ‘niño bien’ que también ayudó a generar todo este ambiente en los medios de que cómo era posible que esto llegara a alguien como él. Indirectamente, la sociedad te decía: ‘a las chicas trans sí se las puede golpear y matar, no a un joven así’.”
Efectivamente, como un elemento derivado de la economía política, la discriminación al no-heterosexual está marcada por las clases sociales. Como nos dice Gonzalo: “Hay un tema fuerte de clases. De partida vivimos en una sociedad muy machista, en donde la clase alta suele ser masculina y suele ser vinculada a ciertos rasgos faciales más occidentales (…) Aquí comienzan todos los prejuicios, no solamente hacia el tema de diversidad sexual. Si hubiese sido un chico peruano, con rasgos muy aimaras, hubiese sido diferente la reacción.”
¿Ley antidiscriminación?
A Daniel le marcaron unas esvásticas en la piel. Sus agresores manifestaban simpatía por el fascismo, ideología que tiene su historial en discriminación y agresiones a peruanos y transexuales en Chile. Pero no sólo los agresores parecieran practicar ideas de limpieza o supremacía moral: “El temor a que la golpiza siga dentro del calabozo o al hacer una denuncia es bastante alto. En ese sentido la idea de poder golpear a trans o a chicos ‘amanerados’ o a inmigrantes esta casi legitimado por las policías”. Sumado a la complicidad de las policías, están los discursos de odio de la iglesia católica y de ciertas autoridades públicas, los cuales “dan pie para que gente – que luego ellos suelen llamar ‘desadaptados’ – ponga en práctica estos discursos de odio”.
En vista de los constantes abusos, organizaciones de pueblos originarios, de mujeres, de personas con capacidades diferentes, de diversidad sexual… en total más de 50 organizaciones, trabajaron en función de una ley antidiscriminación. Ante la muerte de Daniel, el congreso elaboró una ley al respecto, pero el resultado no fue el esperado. La ley derivó en la tipificación de lo que es discriminación y medidas punitivas, “pero deja de lado todo lo que es la institucionalidad y con ello un presupuesto. Si tú haces leyes que no contemplan recursos, generalmente son, más bien, saludos a la bandera” – apunta Gonzalo. Lo anterior, se suma a que la ley está limitada por el criterio del juez de turno, en función del criterio de ‘la moral y las buenas costumbres’ que aparece constantemente – sin estar definida – en la constitución chilena, y a la evidente falta de voluntad de trabajar en educación sexual.
La diversidad sexual es legitimada mientras sea un negocio
Pero existe un factor clave que suele confundir la percepción de tolerancia existente en Chile, así como la Teletón lo hace con la solidaridad. Gonzalo utiliza de ejemplo la ciudad de Santiago. Existen sectores en la ciudad donde es ‘aceptado’ no-ser-heterosexual, debido principalmente ya que sostiene el negocio de restaurants, pubs, discotecas, y hasta el sector inmobiliario se ha visto beneficiado, como se observa en los casos de Bellas Artes y Lastarria. La conclusión es una: “La diversidad sexual está legitimada en función de que permite hacer negocio”.
Además, la fórmula del homosexual sofisticado que explotan las empresas y medios es un nicho de mercado, en palabras de Gonzalo: “el sujeto homosexual es muy atractivo para las grandes empresas”. Ello se construye a través de una receta atractiva para el comercio: dos hombres juntos, que en su mayoría no tienen hijos, con sueldos 20% en promedio más altos que las mujeres, y sobre todo en un país tan consumista y neoliberal como Chile. A lo anterior, basta agregarle un factor clave que une esta idea del consumo con la de clases: “el gay validado es el gay de clase alta, clase media alta. No es validado el gay pobre”.
Tema pendiente y urgente
Es cierto que no se puede esperar nada de los sectores que detentan el poder en este país, por eso quisimos saber la opinión de Gonzalo respecto de la discriminación en las bases de la sociedad. Al expresarse sobre los sindicatos, esto fue lo que nos dijo: “En general el mundo sindical suele ser un mundo bastante conservador – al igual que el resto de la sociedad – en los temas que se refieren a sexualidad y les cuesta mucho tratarlo. El tema de orientación sexual a nivel sindical genera cierto conflicto”. Aunque, una inflexión puede haber ocurrido cuando Cristian Cuevas manifestó su homosexualidad ya que, al provenir de un combativo sector de los trabajadores, contrarrestó el estereotipo que existe de lo que es ser un homosexual.
Las organizaciones de trabajadores están al debe, siendo que el enfrentamiento al patriarcado, es tan fundamental como la lucha contra el capital. Por ello, el llamado es a no obviar del análisis que “la explotación ha sido desde lo masculino hacia lo femenino, desde una ideología autoritaria – elemento propio de lo masculino – que se ha ido imponiendo” y, ante ello, la diversidad sexual se ha puesto en pugna.
Desde el análisis clasista hasta la crítica al rol de las organizaciones de los trabajadores, en la economía política local el tema de la diversidad sexual está aún en deuda. Y eso que se trata de un elemento crucial para comprender los estragos de un poder hegemonizador, en lo moral, en lo cultural, pero también en lo político y lo económico: “En Chile falta mucha educación en aceptar que la sociedad es muy diversa y que la diferencia es algo positivo en el enriquecimiento de una sociedad. Nos ha acostumbrado este modelo Neoliberal a homogeneizarnos y a buscar que cada uno sea un individuo aislado, pero donde yo aisladamente me tratan de homogeneizar con algo que sea bien vendible. En Chile la diferencia es cosa de burla o es agredida, violentada para que se termine”.
Completamente de acuerdo con Gonzalo Cid y los temas por resolver.