El lado oscuro del milagro chino
por BBC Mundo
El milagro chino de las últimas tres décadas tiene datos contundentes. Con un crecimiento económico del 10% anual, el gigante asiático se ha convertido en el primer exportador e importador del planeta, en la nación con mayor reservas a nivel mundial y está a punto de sobrepasar a Estados Unidos como el mayor mercado interno global.
Pero el milagro tiene un lado sombrío. La columna vertebral de este salto económico son más de 200 millones de migrantes que abandonaron el campo para buscar trabajo en la ciudad.
Estos migrantes constituyen la tercera parte de la población económicamente activa (en edad laboral: de 15 a 64 años) y no tienen acceso a la salud o la educación. Para ellos, el milagro chino es una utopía.
BBC Mundo dialogó con Hsiao Hung-pai, autora de «Scattered Sands» y «Chinese Whispers», dos estudios clave sobre el fenómeno de la migración china.
En «Scattered Sands» usted describe una situación de marginación y máxima vulnerabilidad de los migrantes, sea en el sector minero donde hay más de 3.000 muertos anuales por accidentes, como en las fábricas o la construcción. ¿Se puede decir que los migrantes chinos son el nuevo proletariado?
Los trabajadores migrantes ganan la mitad del salario típico urbano y no tienen ninguna protección laboral o legal.
No tienen contrato, las condiciones de seguridad son precarias o inexistentes, el salario es magro y, dada la ausencia de derechos laborales, muchas veces simplemente no les pagan. A esto se suma el tema del registro domiciliario, el Hukou, que da acceso a la salud y la educación públicas.
Un campesino no puede transferir su Hukou a la ciudad. A lo sumo, consigue un permiso transitorio de residencia. Si tiene una enfermedad, debe pagar como un paciente privado o volver a su lugar de origen para ser atendido. Una operación de urgencia puede ser una tragedia no solo a nivel físico, sino financiero.
En resumen, estos más de 200 millones de migrantes internos son fantasmas que circulan por las ciudades chinas sin derechos de ningún tipo. Todo esto es negado por la sociedad y el gobierno. A los ojos de los ganadores del modelo chino –las clases medias y los ricos– los migrantes son campesinos que viven en esas condiciones por su ignorancia y falta de cultura.
Una situación pavorosa, pero si migran debe ser porque están mejor en la ciudad que en el campo.
Es una elección sin libertad. Es por desesperación, porque no hay otras opciones. Un causa típica de migración es el tema de la salud. La salud está en manos del estado, pero desde que Deng Xiao Ping lanzó su Gaige Kaifan –la apertura procapitalista de la economía- se maneja con criterios privados de beneficio económico, con lo cual la atención médica es cara y no accesible para muchos.
Uno de los tantos casos que investigué en mi libro fue el de un joven campesino llamado Peng que tuvo que migrar para pagar el tratamiento médico de su tío. Peng terminó trabajando en la capital, Pekín, en la construcción y la industria de seguridad, dos actividades con mucho trabajo en negro. Muchas veces, simplemente no le pagaban por su trabajo, pero no se planteaba volver porque su familia dependía de eso poco que ganaba.
Otra razón típica de migración es la confiscación de la tierra. La tierra pertenece al estado que la cede por períodos normalmente de 30 años a los campesinos. Pero debido al desarrollo y la enorme especulación inmobiliaria, las autoridades municipales suelen confiscar la tierra y muchas veces no pagan la compensación correspondiente de acuerdo a la ley. Sin esa tierra que apenas les daba para sobrevivir, los campesinos deciden migrar a la ciudad.
¿Cuál es la lógica político-social del Hukou?
El gobierno introdujo el Hukou en 1958 para controlar la migración de campo a ciudad y promover una industrialización acelerada, financiada con los impuestos y el sacrificio de los campesinos.
En la práctica el sistema funciona hoy igual que el servicio inmigratorio en un país extranjero. Cada autoridad local tiene su propio sistema.
En Shanghái y Guanzhou, dos centros clave del crecimiento económico chino, hay un sistema de puntaje similar al que tiene Reino Unido para aceptar inmigrantes. Se tiene en cuenta la edad, la educación, el empleo, la capacitación y el tipo de experiencia laboral del que solicita el Hukou. Solo los que tienen puntaje más alto pueden acceder al Hukou y beneficiarse de la política pública de vivienda, salud, educación.
El resto obtiene en el mejor de los casos un permiso de residencia temporario o son directamente ilegales. En ambos casos están condenados a un existencia semimarginal.
Sin embargo, ha habido experimentos para cambiar el Hukou, así como para universalizar las pensiones y el acceso a la salud y educación.
El gobierno de Sichuan inició una reforma del Hukou que debe completarse este año por el que un campesino puede transferir su hukou del campo a la ciudad. Pero hay una condición. El campesino debe abandonar el derecho que tiene sobre la tierra que está cultivando.
Esto ha hecho fracasar la reforma porque los campesinos lo consideran una confiscación indirecta de la tierra. Como no confían en las autoridades, creen que van a perder lo poco que tienen y que además no van a recibir la compensación que les corresponde.
Al mismo tiempo, la política oficial desde 2010 es que China tiene que pasar de una economía exportadora a una más basada en el consumo. Para esto necesita consumidores que, si no tienen acceso a la salud y la educación, van a tener que ahorrar en vez de consumir. Por simple peso numérico –más de 200 millones de personas– los migrantes deberían ser fundamentales para ese cambio.
Estos cambios no van a ocurrir simplemente por un imperativo económico. En China no existe el concepto de que estos campesinos son ciudadanos. Solo el que vive en la ciudad lo es.
Un habitante de Pekín puede cambiar su Hukou a Shanghái o al campo sin problemas. Un campesino no.
En salud, la situación es particularmente dramática porque cuando en 1982 se abolieron las comunas, que suministraban salud gratis a todo el mundo, los campesinos quedaron sin cobertura médica.
En 2006, 26 años más tarde, según cifras oficiales, menos del 10% de la población rural tenía seguro médico. Los planes previos para resolver esta situación, anunciados con gran pompa, fracasaron. Sobre la última reforma, lanzada en 2010, solo se puede decir por el momento que es un plan: habrá que ver qué traducción tiene en la realidad.
En China no hay sindicatos independientes. A pesar de ello, el grado de conflictividad sindical es muy alto. ¿Han surgido organizaciones independientes para representar a los migrantes?
Con la crisis económica de 2008 ha habido una creciente actitud militante de los trabajadores.
En el sur millones perdieron sus trabajos, muchas veces sin que les pagaran lo adeudado. Según las autoridades, ha habido un promedio de 80.000 incidentes masivos anuales desde 2008. Estos hechos masivos incluyen disturbios, protestas, huelgas y ocupaciones.
Como el sindicato oficial ACFTU no solo no representa a los trabajadores sino que se opone a toda protesta –son más capataces que otra cosa–, los trabajadores se organizaron informalmente de diversas maneras y obtuvieron varias victorias.
Pero en China no es posible tener organizaciones independientes. Un 80% de las ONG son ilegales. A veces la única manera de tener una organización es montar una compañía limitada con todas las restricciones que esto implica.
¿Qué perspectivas hay con el cambio de guardia de la cúpula comunista este noviembre?
No hay cambio a la vista. Los cambios no pueden suceder de arriba a abajo cuando la población misma no está implicada de ninguna manera.
¿No es una ironía que después de más de 60 años de una revolución encabezada por el campesinado, los campesinos sean los grandes excluidos?
Los campesinos fueron siempre relegados en aras de la industrialización de China.
Durante Mao la colectivización del campo sirvió para mantener el crecimiento industrial y la población urbana. Con Deng Xia Ping pasó lo mismo con el Gaige Kaifang que privatizó la explotación de la tierra y eliminó la red de atención sanitaria y beneficios sociales de la era maoísta.
El mundo habla de un milagro chino. Pero si uno va a los mercados laborales informales que existen en las grandes ciudades, la historia que se escucha es totalmente distinta. Los migrantes hablan de la explotación, la corrupción, la discriminación y la marginalización en la que viven. Es un mundo totalmente diferente que afecta a más de 200 millones de personas.
¿Cómo puede considerarse milagroso un modelo que explota a la tercera parte de su población económicamente activa?
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