«El proceso de desindustrialización que ha sufrido Chile es paradigmático» Entrevista de elciudadano.cl al economista Pedro Páez
Economista ecuatoriano a cargo de impulsar el Banco del Sur y el Sucre, moneda única para la región, llama a superar las viejas instituciones financieras como el FMI, el Banco Mundial y el BID. También da cuenta de los intereses tras los planes de ajuste en los países europeos, de las inimaginables cifras con que los Estados vienen salvando a la banca desde la crisis del 2008 y apuesta por la integración regional.
Pedro Páez viene de vuelta. Ecuatoriano de nacimiento terminó su PhD en Economía de la Universidad de Texas en Austin y es profesor visitante en universidades en Estados Unidos y en Francia. Miembro de la Comisión de Expertos de las Naciones Unidas sobre la Crisis Financiera, presidida por el Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, fue convocado para integrar el Grupo de expertos de París en Regulación Financiera para el G20. Si su generación de economistas aprendió de memoria el rosario neoliberal y se dedicaron a aplicarlo en sus países de origen, Páez optó por otros rumbos.
Alejado de los lugares comunes del estímulo de la competitividad vía mejorar las condiciones para la inversión extranjera de sus pares criollos, Páez fue Ministro Coordinador de la Política Económica y Viceministro de Economía y Finanzas del gobierno del presidente Rafael Correa. Hoy está abocado a impulsar el Banco del Sur y la unidad monetaria del continente a partir de la nueva moneda regional, el Sucre.
Un argumento recurrente en Chile dado por los economistas neoliberales es que no es viable invertir en industrializar ¿es válido eso?
– Esa es la versión histórica del libre comercio propagada por los británicos. Recordemos que la lucha de los sectores modernizantes en Europa era un libre comercio libre de monopolios y de la usura de los bancos. En los siglos XVI a XVIII se tendió a superar eso para el florecimiento de las fuerzas productivas y fue trastocándose la versión británica del libre comercio, para la que los intereses comerciales son una carrera de todos abaratando los costos, lo que repercute en el abaratamiento de la fuerza de trabajo y la degradación de la naturaleza.
¿Cómo se ha insertado América Latina en ese contexto?
– Su inserción en el mercado mundial desde la Conquista ha sido desde la imposición por la violencia de qué es lo que podemos producir y qué es lo que no podemos producir. Desde entonces todos los proyectos nacionales han sido saboteados por esta coalición de fuerzas internas y externas que pretenden un proceso de apertura en detrimento de la construcción de capacidades productivas nacionales. El proceso de desindustrialización que ha sufrido Chile es paradigmático.
EL ROSARIO DE LA COMPETITIVIDAD
En Chile nos han metido mucho el concepto de ‘competitividad’. Es como el rosario de los economistas.
– Sin duda, esa es la Biblia. Los libros de economía están fundamentados en ese dogma sin tomar en cuenta las condiciones estructurales de la generación de ingresos. Los ejemplos de desarrollo más exitosos del propio capitalismo han estado ligados a generación de ingresos endógenas. Por ejemplo, las políticas de altos salarios en Estados Unidos con niveles sectoriales de protección efectiva a los trabajadores, permitieron sostener un buen desarrollo de las fuerzas productivas. Uno puede encontrar estadísticas de mejoras en ese país en los promedios anuales de los salarios desde 1820 hasta 1970. En Alemania todos los periodos que han estado ligados a un crecimiento rápido se ligan con momentos de aumentos importantes de los salarios. El caso de los años dorados de la postguerra, tanto en el norte como en el sur del mundo, estuvo ligado el aumento del consumo de las masas. La historia de la economía moderna está llena de este tipo de ejemplos que han sido silenciados por el discurso neoliberal. Los mismos textos de economía lo invisibilizan en beneficio de esta visión de libre comercio que plantea la competitividad como una carrera que degrada las condiciones de vida de la gente bajando sus salarios y las protecciones ambientales.
¿Qué efectos tenemos hoy de la aplicación de esas políticas?
– Estamos hoy en una crisis mundial de sobreproducción que se viene dando hace 40 años y la respuesta que se está dando es asfixiar mercados. Cualquier empresario sabe que no se puede hacer negocios sin mercados. Es imposible que todo el mundo pretenda sobre la base de la ‘competitividad’ arrebatar la porción de mercado del vecino. Si todo el mundo está reduciendo costos, no va a haber ingresos suficientes para comprar toda la producción.
LA CRISIS COMO FICCIÓN POLÍTICA
¿Qué te parecen las medidas de austeridad, como le llaman ahora, promovidas por la Unión Europea en Grecia?
– Es parte de este fundamentalismo de mercado que no tiene gran sustento lógico ni histórico. Si el problema es la tremenda sobreproducción que hay, es imposible que se resuelva cortando el gasto público, reduciendo los salarios, la capacidad de otros países de comprar, achicando los mercados. Creo que este tipo de alternativas tienen un trasfondo político muy fuerte y están ligados a un proceso de concentración y centralización de capitales. La consecuencia de esto, requiere doblegar a los pueblos a situaciones de miseria. El sálvese quien pueda y el hombre como lobo del hombre son el objetivo final de este tipo de políticas.
En la crisis económica que se arrastra desde 2008 los Estados terminaron salvando a la banca…
– La experiencia chilena fue una de las primeras. El primer salvataje masivo que dio el Estado chileno a los bancos a principios de los ’80 contradice la ideología de Milton Friedman y los Chicago Boys, que bendicen la pureza del mercado y exigen que el Estado se retraiga de participar en el proceso económico. En Chile hubo una inyección masiva de recursos fruto de una incompetencia e inoperancia de los banqueros y de los grandes monopolios que se beneficiaron del proceso de concentración masivo de la riqueza producido durante los primeros años de Pinochet. Y en otros ámbitos es mentira que el Estado se haya retraído porque en Chile ha estado participando directamente en la represión, en la destrucción de las instituciones, en el cambio de las leyes, en la domesticación de la población, en el proceso de redistribución regresiva del ingreso y en generar privilegios para las trasnacionales y los monopolios locales, con los correspondientes salvatajes cuando esto hace crisis.
¿Y el establishment económico no se ha enterado de esto?
– En el caso de América Latina estos episodios se han dado con regularidad. Los propios investigadores del FMI tienen un estudio que dan cuenta que desde la imposición de las políticas neoliberales han habido 267 crisis financieras en el mundo antes de la explosión de Lehman Brothers. No pueden decir que las crisis sean una especie de ocurrencia rara, sino que al contrario es una regularidad, es un mecanismo para cambiar la correlación de fuerzas, de domesticar a la economía local.
En el caso de las crisis de los años 90 en América y la de los tigres asiáticos, el salvataje de los Estados dados a los bancos para pasar la borrachera luego de la orgía que tuvieron concentrando propiedades, está en alrededor de un 25% del PIB repartido en 2 ó 3 años. En 2008, en Estados Unidos son 16 billones, o sea 16 millones de millones de dólares, entregado a un puñado de bancos.
Tampoco son públicas las cifras de rescate a la banca norteamericana.
– Una primera auditoría a la Reserva Federal norteamericano, pedida por el senador Bernie Sanders y publicada hace un año atrás, calcula en $16.000.000.000.000 de dólares el monto del rescate, claro que ha sido sepultada por la academia y los medios de comunicación. Otro cálculo, hecho por la Universidad de Kansas City, Missouri, han computado recientemente hasta 29 billones de dólares, lo cual significaría que Estados Unidos ha entregado el 200% del PIB del país a la banca. El monto de los recursos es gigantesco. Es el equivalente al ingreso anual del 97% de la población mundial. Son recursos que han sido traspasados con un clic de la computadora.
La cifra deja mudo…
– O sea, estamos hablando de una transformación estructural no sólo en el funcionamiento de la economía, del valor, sino que también del poder. 200% del PIB entregados a los bancos que crearon la crisis y nada ha cambiado en términos estructurales. Para tener una idea de lo que estamos hablando, cuando hablamos de millones y millones de dólares, si tuviéramos que físicamente contar los billetes de un dólar cada segundo, necesitaríamos 32 millones de años para poder contar sólo 1 de esos billones. Es algo absolutamente que está fuera de proporciones.
Con esa plata demás que los bancos quedaron bien parados.
– Un test de estrés financiero hecho por la Reserva Federal hace poco acusa que de los 19 bancos en Estados Unidos, 4 están por caer. ¡Con toda la inyección de recursos entregada, aún 4 de los más grandes bancos de Estados Unidos siguen en problemas! Bancos como el Citygroup fallan esta prueba, la que también está manipulada porque no toman en cuenta los derivados financieros que son el verdadero cáncer de la actual economía. De los bancos que supuestamente estaban bien, menos de un mes después nos enteramos que el JP Morgan Chase, el más grande del mundo, reconoce que están perdiendo plata. Los medios financieros también saben que el Banco HSBC también esté en problemas. Si los bancos tienen una insolvencia estructural.
¿Y esa plata de dónde la sacaron los Estados o sólo firmaron el cheque sin respaldo en la economía real?
– Cuesta aceptar el hecho de que pueda generarse dinero, medios de pago y capacidad de compra real así. Resulta que es lo hacen a través de un click de la computadora, manejo contable. Estamos hablando de un proceso que algunos analistas norteamericanos llaman la creación de un ambiente criminogénico, un ambiente que genera sistemáticamente crimen en las altas esferas del poder y de la economía.
Entonces ¿están inflados los papeles financieros por sobre la economía real?
– Exactamente. Los datos que disponemos, pese a que no hay estadísticas oficiales al respecto, señalan que el PIB mundial están en alrededor de 63 billones de dólares, las deudas están en 212 billones de dólares. Es decir, estamos hablando de deudas que representan más de 3 veces el PIB mundial. Claro que si incluimos la economía ficticia de los derivados financieros, la relación es de 1500 a 63, o sea, más de veinte y pico veces el PIB mundial. O sea, el volumen de deudas creadas en las altas esferas de las finanzas ha perdido todo tipo de proporción y de correlación respecto del funcionamiento de la economía real y se han convertido en una hipertrofia parasitaria imposible de ser resuelto según las reglas actuales.
Mauricio Becerra Rebolledo
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