El «progreso» avasalla vertiginoso a ricos y a pobres
por veoverde.com
Los proyectos que utilizan los recursos naturales se están erigiendo en todo el territorio terrestre. Sin duda algunos habitantes pueden utilizar su poder para que esto no suceda, pero otros finalmente fracasan en el intento.
El territorio terrestre tiene muchas riquezas naturales que el ser humano a utilizado en su beneficio. De esta forma ha podido construir sobre el verde, el gris de la civilización. La sobre explotación que en la actualidad se efectúa de los recursos con la ayuda de la técnica, es la tónica para mantener la sociedad moderna.Y en ese contexto es que los gobiernos permiten ceder soberanía para que las corporaciones actúen con sus propias lógicas.
Vemos que los países han cedido el resguardo del derecho de los ciudadanos a vivir en un ambiente libre de contaminación, además de usurpar los derechos económicos que les corresponden como pertenecientes a una zona que será arrebatada de sus mejores bienes. Pascualama, muchas zonas del Amazonas, el Ártico, además de los distintos focos como las cordilleras, las fuentes de agua, los yacimientos de distintos metales y no metales no son protegidos más que por las comunidades que ahí viven, y claro, éstas pueden pertenecer a cualquier clase social.
El medio ambiente y el ser humano, ya sea de Lo Barnechea como de Ventanas en Chile, en demostración de la transversalidad social que tiene este fenómeno, sufren ante un mismo enemigo. La insustentabilidad de proyectos altamente contaminantes y con un fuerte impacto en el ecosistema.
Sin duda existen personas que en la micropolítica organizativa del municipio, se involucran en las luchas frente a Goliat. Son varios los Alcaldes que se la juegan por expulsar de sus unidades territoriales a quienes sin rostro y con una distancia física radical colocan sus máquinas y comienzan tóxicas faenas.
Ahora, así como algunos logran impactar y generar un retroceso de los proyectos, hay muchos que hace mucho ya perdieron la batalla convirtiendo sus comunas en «zonas de sacrificio» en donde la única opción es trasladar la ciudad completa hacia otro lugar como en un capitulo de Los Simpson. Un absurdo que ha comenzado a ser parte de la realidad ante la evidencia de que la extracción y producción es más importante que la preservación, los derechos y la conservación.
No existiendo una política global de reformulación del capitalismo- como plantea Al Gore- las peleas se han convertido en asuntos puntuales. Es lo mismo que ocurre en la fábrica que ante un espíritu anti-sindicalista se preferencia la demanda individual y no la demanda colectiva. Si no se trazan directrices globales efectivas y no solamente protocolos (de Kioto), acuerdos (Río +) y demás saludos a la bandera del progresismo, veremos la decadencia de lugares que son patrimonio natural de todos los habitantes de la Tierra, cuestión que ya es un hecho y no una especulación de mi parte.
Se ha pensado en la «internacionalización» del Amazonas, pero de inmediato los brasileros la han defendido como identidad patrimonial, argumentando que entonces la Tierra en su totalidad cumpla la misma suerte, internacionalizando también los pozos petroleros.
No está en cuestión que en este momento en donde los estados-naciones se ubican como plataforma legalista para que las corporaciones se expandan productivamente en un proceso que denominamos «globalización», no sea posible que los naturales, personas y el resto de seres vivos que habitan un ecosistema, tengan una oportunidad siquiera para definir sus propios destinos. La autonomía es un ideal y no otra cosa, por mucho que algunos se esfuercen por lograrla.
Si, el futuro es verde. Es verde cuando la organización territorial consigue, aunque sea temporalmente, frenar ciertos proyectos. Y nos alegramos cuando sucede, sean ciudadanos ricos o pobres, porque lo que está en cuestión es el bienestar, el equilibrio, la justicia para la hábitat terrestre en su conjunto.
Es una realidad, y hay evidencia, que en lugares habitados incluso por personas acomodadas, cuando se trata de inversiones foráneas, los proyectos avanzan de todas formas si no existe una oposición fuerte y centralizada. Es por eso que confiarse de los parámetros de clase resulta ser una actitud bastante anticuada.
El futuro es el resumidero del tiempo. Si ese tiempo lo hemos empleado en perdidas de tiempo, luchas anodinas, divisiones que no contribuyen demasiado a generar una consciencia, estaremos destinados a construir sobre ruinas, para que en una reiteración dolorosa todo vuelva a ser destruido.
El futuro es verde en la medida que reconocemos que como género humano tenemos muchas similitudes con la naturaleza y que somos un «todo» que cuando no está en comunión, afectamos no solo al objeto y al sujeto, sino que al contexto más o menos inmanente. Con esto quiero decir al futuro, como situación que es heredera o deudora de un proceso histórico. La historia la escribimos cada día, todos juntos como decían «Los Jaivas». Es hora de entender que ricos y pobres, humanos, animales, y más todavía, la Tierra como ser vivo, merecen dignidad y respeto. Justamente esta conciencia que traslada el antropocentrismo hacia el ecocentrismo, hará de nuestro constante intento de sociedad, un campo relacional mucho más sano capaz de integrarse y horizontalizarse.
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