El “trabajo sucio” de las mujeres
por Fundación Sol
Acudiendo a análisis obsoletos las autoridades asocian calidad sólo a la existencia de contrato y con ello dan por terminado el debate, no hay más análisis, no se piensan nuevas políticas y nos sumergimos en la burbuja de un supuesto pleno empleo con una tasa de desempleo abierta del 6%. Igual nivel de reflexión se observaba en los gobiernos de la Concertación.
El actual gobierno se ha colocado la meta de generar 1 millón de empleos de calidad y a la fecha ya ha cumplido el 81,7 % de la mitad de su promesa (se registran 817 mil nuevos empleos en los últimos 34 meses). Sin embargo, la otra mitad de la promesa, la calidad, no ha corrido la misma suerte. Acudiendo a análisis obsoletos las autoridades asocian calidad sólo a la existencia de contrato y con ello dan por terminado el debate, no hay más análisis, no se piensan nuevas políticas y nos sumergimos en la burbuja de un supuesto pleno empleo con una tasa de desempleo abierta del 6 %. Igual nivel de reflexión se observaba en los gobiernos de la Concertación.
No se habla de subempleo, ni de subcontratación, ni de negociación colectiva, desigualdad salarial ni condiciones generales de trabajo.
En este análisis pobre que hace tan mal al país y que omite una serie de factores que convierten al trabajo en Chile en un espacio de precariedad y malestar, las mujeres resultan doblemente perjudicadas, ya que cuando se revisan los datos con detención, se puede observar que, aunque concentran el 54,2 % de los nuevos empleos (442.498 puestos de trabajo), estos poseen características especiales que son preocupantes y obligan a realizar un análisis más profundo.
1) El 33,3 % de los nuevos empleos femeninos corresponde a trabajo por cuenta propia (de pocas horas a la semana y de muy baja calificación), personal de servicio doméstico, familiar no remunerado y unas pocas empleadoras de microempresas.
2) El 47,8 % de los nuevos empleos corresponde a empleo asalariado “tercerizado”, vale decir, subcontratación, suministro de trabajadores y enganche, que en promedio ganan un 22 % menos que un contratado directo (ajustando por todos los controles). De esta forma la presencia del trabajo tercerizado entre el total de mujeres asalariadas en el país, subió de un 7,7 % a comienzos del 2010 a un 17 % en el trimestre noviembre 2012-enero 2013.
3) Sólo 18,9 % de los nuevos empleos femeninos corresponde a empleo asalariado contratado directamente por la empresa, el cual podría tener mayores probabilidades de concentrar mejores salarios y espacios para el despliegue de nuestros famélicos derechos colectivos (sindicato, negociación colectiva a nivel de empresa, derecho a huelga con reemplazo). En el caso de los nuevos empleos masculinos, el 55,7 % corresponde a empleo asalariado directo, vale decir, el triple que las mujeres.
4) Finalmente, es importante destacar que 3 de cada 4 nuevos empleos femeninos se concentran en los sectores de Comercio y Servicios, que suelen presentar bajos salarios y extenuantes jornadas, replicando la distribución sexual del trabajo que arrastra por décadas la matriz productiva chilena y que ubica a las mujeres en los sectores de mayor precariedad.
En relación a la foto (el estado actual) del empleo femenino, se puede constatar que:
1) Hoy en Chile se registran 348.680 mujeres subempleadas que en promedio trabajan 3,3 horas al día (16,6 horas a la semana suponiendo que trabajan 5 días por semana), quieren trabajar más horas para obtener un mejor salario, pero la economía no le proporciona un empleo con estas características. No escogieron trabajar menos horas, sino que no encontraron otro tipo de trabajo, aunque lo necesitan con urgencia para “parar la olla”. Según la OIT, subempleo es signo de precariedad, pero en Chile no queremos hablar de esto, porque nos incomoda.
Según la última Encuesta Suplementaria de Ingresos del INE (NESI 2011) el 50 % de las mujeres chilenas subempleadas tiene un salario menor a $ 70.000.
Por ello, tal como se hace en otros países del mundo y como recomiendan los organismos internacionales, la tasa de desempleo debe ajustarse por subempleo y por desempleo oculto (personas que aparecen como inactivas, porque se desalentaron y dejaron de buscar trabajo, pero que en estricto rigor si le ofrecen un empleo, lo aceptan inmediatamente). Aquí la tasa de desempleo femenino pasa de 7,3 % a 13,7 %, mientras la desocupación entre los hombres sube de 5,1 % a 8,6 %, un salto mucho menor.
2) Según la NESI 2011, el 50 % de las mujeres chilenas que trabajan y reciben remuneración gana menos de $201.354, dos de cada tres mujeres gana menos de 2 Salarios Mínimos y sólo el 4,9 % gana más de $ 880.000 (10,8 % en el caso de los hombres).
3) 523.363 mujeres asalariadas (lo que equivale al 22,2 %) no tienen un contrato de trabajo, a pesar de que deben cumplir horario y órdenes.
4) Sólo el 44,2 % de las mujeres asalariadas entre 15 y 29 años tienen un contrato indefinido con cotizaciones.
En resumen, aunque más mujeres se hayan incorporado al mundo del trabajo remunerado, su situación sigue siendo muy precaria. Hay que considerar que estos nuevos empleos pueden evaporarse rápidamente cuando venga la fase recesiva del ciclo o la época de las vacas flacas, pues no son robustos y no han ido de la mano de un cambio en la estructura productiva, discusión que Chile no ha tenido en los últimos 40 años.
Por tanto, por respeto a las trabajadoras (remuneradas y no remuneradas) de nuestro país, muchas de ellas principal sustento de su hogar, en el Día Internacional de la Mujer, no hay motivos para celebrar. Más aún, cuando las mujeres están haciendo el trabajo sucio que sustenta el crecimiento de la economía chilena.
http://www.elmostrador.cl/noticias/pais/2013/03/08/el-trabajo-sucio-de-las-mujeres/
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