Venezuela: Izquierda, situación, precios y mercado
por Roland Denis, luchador popular revolucionario, ex viceministro de Planificación y Desarrollo entre 2002 y 2003, autor de los libros Los Fabricantes de la Rebelión (2001) y Las Tres Repúblicas (2012).
¿Desde donde podemos situar el contexto de un pensamiento de la izquierda revolucionaria hoy en día en Venezuela?.
¿La izquierda es un movimiento de acción transformadora o es un simple protocolo ideológico que presupone un contrato discursivo preestablecido?. Pronto podremos contar quince años desde que comenzó a hablarse en este país de un proceso revolucionario en marcha con un gobierno identificado con los ideales emancipadores que le dieron vida a dicho proceso. Sin embargo pasados los años el propósito revolucionario pareciera perder cada vez mas fuerza en los hechos.
Desde el año pasado, cruzada la encrucijada del ensayo y el juego rentístico de la ilusión de un Estado que subsidia en tiempo indefinido los intereses materiales de ricos y pobres, el esquema se vino abajo al llegar a los límites de la renta subsidiaria. Y junto al esquema, caen igualmente los protocolos ideológicos centralistas y protoestatistas del capitalismo de Estado como fase inaugural de la transición al socialismo, aún tan defendidos por radicales y reformistas. Queda en nuestras manos la premisa robinsoniana; ahora sí “o inventamos o erramos”. La acción del pueblo en lucha rogamos por que pueda invertir por completo el esquema subsidiario, ajeno por demás a toda voluntad comunista, y reinsertarlo a su origen primario: la necesidad del desarrollo creador de las fuerzas productivas, desechando la acumulación meramente privada y poniendo todo el énfasis en la necesidad colectiva y su participación directa en este desarrollo.
1. Sobre qué presente nos movemos
a) Datos económicos
El Producto Interno Bruto de este país (el desarrollo de sus fuerzas productivas) sigue siendo en porcentaje un terreno a propiedad de la burguesía (básicamente importadora y bancaria, con un pequeño porcentaje industrial y agrario condensado cada vez más sobre el monopolio alimentario de la Polar y empresas transnacionales) y la economía terciaria (economía de servicio, telecomunicaciones y comercio), donde el Estado entra porcentualmente con fuerza exclusivamente por el peso de la economía corporativa petrolera (capitalismo de Estado) en manos de PDVSA.
-Los datos económicos nos indican de que en suma no solo no se ha podido cambiar el esquema estructural básico de la economía rentista en manos del capital corporativo-petrolero, monopólico y oligopólico. Al revés se ha incrementado el carácter perverso y desigual de este esquema. El modelo de desarrollo rentista-consumista es el mismo, mientras se ahoga toda forma de soberanía alimentaria e industrial. Manteniéndose el traslado diariamente millonario de riqueza rentística a manos del capital, cuya evolución se sitúa en forma abruptamente favorable al parasitismo importador y el capital bancario.
-Pero lo más importante y grave de todo esto esta en la imposibilidad en medio de este ambiente regresivo, es la ausencia de un proceso cierto y progresivo de una economía plenamente socializada. Focos de ella se han intentado y siguen intentando crear por todos lados contando con las iniciativas mas avanzadas de la clase obrera, pescadores, campesinos, mineros, indígenas, comunidades urbanas autogestionarias. Pero esto ha quedado reservado para los juegos de propaganda oficial. En realidad lo que tenemos es un intento por parte de la clase trabajadora y el pueblo en lucha de socialización cierta de los medios de producción que ha sido aplastada en la mayoría de los casos por la acción conjunta de los agentes capitalistas y burocráticos del poder constituido, independientemente de la buena fe y lucha interna de los focos ético-políticos presentes en la administración pública. En conclusión el porcentaje dentro del PIB de esta economía es prácticamente nulo. Esto nos lleva directamente al problema político.
b) Datos políticos
El fracaso de transformación estructural en cuanto a las bases materiales sobre las cuales construimos nuestra vida como sociedad no tiene su razón de ser en sí misma en la economía sino en la confrontación de intereses y el juego de poderes. El centro soberanista, justiciero, democratizador y socializante planteado por la revolución bolivariana desde un comienzo y que Chávez intentó sintetizar y radicalizar con la tesis del socialismo del siglo XXI, chocó desde sus primeros años con los agentes políticos que fueron acaparando el poder político bajo el amparo del mismo comandante. Convirtiéndose en una pequeña-burguesía sostenida en una masiva movilización popular de apoyo a la revolución, pero totalmente contraria a la exigencia de desconcentración de poderes, transparencia y participación directa dentro de los poderes públicos por parte del movimiento popular.
-Esto crea desde muy temprano un antagonismo cada vez más fuerte entre el Estado y el pueblo en lucha, generando una contradicción irreversible. Pero a su vez -haciendo mas desesperante el cuadro- estos agentes políticos encumbrados en puestos de mando y representación estatal y partidaria, terminan sometiendo el juego de fuerzas a sus intereses que con los años ya no son solo de una burocracia arrogante y pequeño-burguesa como todas ellas sino de una nueva burguesía en formación o ya formada que succiona día a día enormes cantidades de riqueza gracias al manejo de la renta, sus divisas y el esquema corporativo-burocrático de Estado que terminaron alimentando.
-El hecho político queda sintetizado por hablar desde el campo del movimiento popular en un fracaso de su parte por transformar radicalmente las relaciones Estado-sociedad y conformarse con un movimientismo giratorio alrededor de los mandos del poder constituido que hablan a quienes consideran sus bases políticas, si es el caso acuerdan los recursos que regalarán y se van. No busquemos allí ninguna relación de horizontalidad con el poder popular porque no la hay. Esto se refleja en la propia cultura y estructura de Estado que en sus instituciones de mayor peso: Fuerzas Armadas, Poder Judicial y Legislativo, sistemas de salud, educación, alimentación, comunicación, poderes regionales y locales, empresas básicas del Estado, Banco Central y sistema bancario público, PDVSA, que han cambiado muchísimo de discurso ubicándose hasta en un anticapitalismo radical y soberanista propios de la discursiva heredada del comandante Chávez, pero siguen siendo el mismo entramado pavoroso que hace todo menos ayudar a la sociedad a liberarse de las relaciones históricas de opresión y explotación.
-Desde el punto de vista político podemos concluir que no ha habido vanguardia colectiva capaz de evitar que se forme esta nueva burguesía de maletín con mucho poder político, usando hasta el cansancio retórico algo que ya se vuelve cinismo (un Pedro Carreño hablando de patria, honestidad y socialismo por ejemplo). La vanguardia amplia se divide entre movimientos sociales que sobreviven política y económicamente del acoplamiento el esquema, recibiendo favores limitados o mas lucrativos dependiendo de los casos. Un pueblo en lucha que trabaja con inmensas limitaciones de recursos, muchas veces reprimido y asesinado bajo la total impunidad, pero aún firme multiplicando los nudos y tejidos de organización revolucionaria de base. Su impotencia mas subjetiva que real esta por ahora en la imposibilidad de confrontar su enemigo burocrático inmediato. Y finalmente lo que llamaríamos un “pueblo impredecible”, una muchedumbre consciente y dispersa que ha interiorizado el deseo revolucionario, cuyo relativo silencio, dudas, ambigüedades, ignorancias, puede en cualquier momento revertirse y anunciar el reinicio de la rebelión contra esta realidad que repite la historia odiada. Un pueblo por demás que ha manifestado total rechazo al fascismo opositor mas activo; al llamado al terror y la violencia contra el pueblo pobre si es necesario, utilizando la inoperancia y el fracaso burocrático como excusa. Es la subjetividad libertaria que nos mantiene aún envueltos en la esperanza posible aunque paralizada.
c) Datos socio-culturales
Pero más allá de problemáticas económicas y políticas que constituyen la base material y subjetiva de esta historia, tenemos igual, un todo social relacionado con las capas subalternas que evoluciona concretamente sobre no menos de cuatro situaciones.
-Una capa media que sigue viviendo en el mismo esquema dependiente desde que se inicio el “progreso petrolero”, de pequeños comercios, empresas de servicio y negocios, socialmente estable y culturalmente muy conservadora y miedosa a todo cambio, complementada con otra capa de asalariados privilegiados que por lo general ha visto reducir sus ingresos de manera drástica hasta generar verdaderos odios por la pérdida de privilegios que antes tenía. Solo se salvan los que logran tomar direcciones y gerencias corporativas y transnacionales. Es una franja que tiende por primera vez a irse del país en búsqueda de mejores ingresos llevándose consigo los saberes aprendidos en universidades y trabajos, generando una red transnacional de acusación y acción contrarrevolucionaria efectiva. Solo un pequeño fragmento de estas capas medias se han dispuesto a entregarse a la construcción de una sociedad y vida distinta soportada en la solidaridad y el placer del compromiso colectivo, habiendo casos de extraordinario aporte. No obstante, este proceso no ha hecho prácticamente nada por rescatar y aumentar esta importantísima franja social de manera de convencerla para que trabaje por el bien común. Al revés muchos de estos pocos “revolucionarios” terminan sirviendo y favoreciéndose de los ámbitos de corrupción mas exquisitos y lucrativos creados por el modelo corporativo de capitalismo de Estado, dejando en la basura su voluntad utópica inicial.
-Otra parte de la sociedad trabajadora pero inmovilizada que sube relativamente su calidad de vida por los favores recibidos en el reparto de la renta y el empleo por lo general burocrático pero estancada desde el punto de vista productivo y cultural; una masa sin mayor espíritu fruto de la maldición petrolera. Un buen lote de ella se dedica en los últimos tiempos a complementar sus entradas con la monetarización del subsidio, y de esa manera saciar el consumismo que culturalmente la envuelve. Es decir, la conversión de los pocos dólares que puede caer en sus manos o mercancías baratas cuasi regaladas como la gasolina y mercal, en divisas de ganancia individual, dispensadas luego al comercio que soporta la economía de minoristas y distribuidores.
-Luego una sociedad en movimiento, a veces asalariada, obrera, otra veces comerciante o productora, culturalmente activa, que ha aprovechado los favores para crear a como de lugar nuevos campos de sobrevivencia que suponen nuevas formas de organización y producción a baja escala pero que alimentan y enriquecen el tejido social autogestionario y culturalmente creador. Es el tejido resistente y por lo general “chavista” donde se sitúa en el nudo mas noble y productivo de nuestra actual historia social.
-Y finalmente nos encontramos con las maldiciones de una marginalidad social que con los años y la violencia que incrementa el paramilitarismo, el sicariato y la droga, ha sido deliberadamente introducida por poblaciones inmigrantes o propias. Ellas forman una capa muy minoritaria pero terriblemente degradante, que aguas abajo va succionando jóvenes que no ven futuro, iniciándose desde los barrios y las cárceles hasta configurar una masa de alto poder de fuego y capacidad de imposición local del orden de terror y muerte que los estructura a ellos mismos. Por supuesto esta no es una masa que pueda expandirse sin la colaboración o trabajándoles directamente a agentes de Estado y sectores regionales que aún dominan económicamente sobretodo en el campo, prefigurando el mismo fascismo social que ha podido asentarse en Colombia, México, Centroamérica, con el aval de lo mas perverso del orden capitalista global.
d) Datos de la situación hoy
Si transversalizamos estos tres elementos económicos, políticos y sociales, ¿con qué nos topamos esencialmente?. Con una sociedad que en su mayoría efectivamente ha cambiado y evolucionado desde el punto de vista subjetivo -cultural y políticamente- siendo materialmente beneficiada de dádivas indirectas pero generalmente empobrecida en tanto fuerza productiva conjunta. De acuerdo a este balance material y que roza la espiritualidad de un pueblo, mas bien se han incrementado los aspectos nefastos de la cuarta república: rentismo, corrupción, burocracia, parasitismo privado monopólico, violencia social. Esta paradoja de líneas antagónicas por muchos años no ha querido admitirse, gracias al protocolo ideológico que priva en el gobierno y por supuesto los intereses de nuevas y viejas burguesías maravilladas de sus ganancias y muy bien instaladas entre sus laberintos de privilegios y decisión política.
-Pero ya se llegó al borde de las posibilidades de reproducir esta contradictoria historia: la renta petrolera revienta en sus posibilidades de subsidio de una sociedad terriblemente desigual. Es imposible la revolución manteniendo las contradicciones heredadas. No hay revolución pacífica en ese sentido, las contradicciones no solo hay que superarlas sino reventarlas. La inflación, el déficit fiscal, la devaluación de forma y de facto del bolívar, la fuga de capitales y mercancías, la carestía de insumos, la depreciación del salario, como hechos ineludibles, no se deben -o demasiado poco- a una supuesta “guerra económica” de factores externos o conspirativos frente al ciclo económico natural. Son las mismas contradicciones que llegan al borde de su conservación pacífica y que revientan dentro del propio ciclo económico, pero en este caso en favor del capital no del trabajo. Priva en este caso la ausencia de una decisión revolucionaria de “de abajo y de arriba” que exija acabar con el rentismo, el subsidio paralizante y el corporativismo de Estado y se invierta toda la correlación de fuerzas en favor del autogobierno del pueblo, la autogestión de recursos y la productividad colectiva. Asunto que obliga a transformar por completo si no acabarlas, las estructuras y culturas de Estado, mediante un proceso popular constituyente abierto desde ya que acompañe la insurgencia autogobernante y productiva.
2. ¿Por qué hasta ahora ha sido imposible invertir los presupuestos del protocolo rentista?
Hay algo muy curioso que ha venido pasando en los últimos días a raíz de las medidas económicas, particularmente cambiarias, que ha tomado el gobierno. Aparentemente existen dos bloques que antagonizan en el debate dentro del universo chavista y de apoyo al gobierno. El bloque «proGiordani» (favorable al control de cambios-Cadivi) apoyado por una izquierda militante que lo critica por no ser mas centralista lo que implicaría nacionalización bancaria, del comercio exterior, etc. Y un bloque sin identificación codensada llamado por su polo enemigo de «quitacolumnas» que plantea mas o menos todo lo contrario (de allí su condición de acusado y «neoliberal) y que en sus documentos principales (el ¿Qué Hacer? a la cabeza) en definitiva lo que plantea es una radical desconcentración del poder real político y productivo sobre el tejido social organizado y con capacidad autogobernante olvidando para mas nunca la alternativa del capitalismo de Estado.
Mas allá de las eficiencias económicas que pueda suponer un modelo u otro de cambio, lo increíble de este debate es que existan quienes centren a raíz de una medida de reforma del sistema cambiario que habla de bandas y flexibilizaciones pero no cambia nada, la discusión política y la división entre reforma y revolución como en algún momento lo planteo Rosa Luxemburgo. Mucho control estatal con una moneda muy sobrevalorada es muy revolucionario (imaginario que esta relacionado obviamente con una economía totalmente estatizada aunque no se devele), mientras que el reconocimiento del mercado como hecho global inexorable mientras no haya revolución mundial, dando toda la confianza al pueblo organizado, luchador, para derrotarlo en su terreno sostenido en la inteligencia y productividad colectiva, es de lo mas reaccionario.
Que estemos todavía planteando el problema en estos términos supone una paralización terrible del pensamiento revolucionario donde lo aparentemente mas radical sigue anclado en una visión oxidada, completamente inútil, desinteresada totalmente de la complejidad del mundo que hoy vivimos y suponiendo en un grupúsculo de burócratas sabrán resolver eso que llaman «transición al socialismo». Tratando incluso de dar pruebas de hecho que niegan de plano lo que «realmente existe» (un traslado brutal, cochino, traidor, de la riqueza en divisas manejadas por el estado a la burguesía de maletín creada en las oficinas del BCV; PDVSA y CADIVI y a la bubólica oligarquía tradicional y bancaria) que ha destrozado toda la base productiva de este país (razón en definitiva porqué la moneda se devalúa de hecho todos los días). Parece que eso no es verdad (entonces ¿quién coño se robó literalmente los veinte mil millones de dólares del esquema anterior al SICAD, entre tantos otros que siguen haciéndose día a día?). Increíble es un debate cuyo polo estatizante ni siquiera reconoce una realidad que a la final ha destrozado el valor del trabajo y junto a él el contexto productivo necesario para garantizar el proceso de socialización planteado en el proyecto revolucionario. Y es solo ahora que reconoce que un Estado que nació con la renta petrolera en los años veinte del siglo pasado no puede ser sino un Estado rentista, monoproductor, terriblemente corrupto, cerrado sobre sí mismo, donde la soberanía se queda en las alabanzas discursivas a la Patria, Chávez y Bolívar. Pero las soluciones planteadas entro de este universo del debate van en el sentido de reafirmar esta locura.
La razón de esta parálisis no es fácil encontrarla. Mucho tiene que ver naturalmente con el carácter de la burocracia corporativa nacida en estos años pero sobretodo en una criminalización sistemática de la resistencia que ha sido atacada por todos los flancos y el nacimiento de unos intereses de clase muy propios de esta «burguesía de maletín» que controla los hilos fundamentales de la distribución de la renta petrolera, centrándose en éxitos sociales cada vez mas chiquitos y corrompidos que a la final han creado las condiciones para que la democracia de movilización y de calle que teníamos hace diez años quede aplastada por el funcionarato electorero de partido. La parálisis del pensamiento siguiendo el determinismo de Marx es la parálisis de las fuerzas productivas, único factor que puede dar al traste con le modo de producción explotador.
¿Cuál debería ser entonces el debate necesario?. Aquí nadie está reivindicando un socialismo de mercado. Aquí el lío en que andamos es que decidimos como pueblo construir un socialismo (o mejor una propuesta societaria radicalmente anticapitalista, libertaria, soberanista, nuestramericana) dentro de un mundo subsumido por el mercado global capitalista y que Claudio Katz describe muy bien en sus consecuencias continentales, al dejar en claro que si hay una “guerra económica” es la de dejarnos enclaustrados en un monoproductivismo manejado por burguesías locales y transnacionales que ya son lo mismo.
Luego, ¿Hay posibilidades para una rebelión efectiva desde adentro que incluya algo de paz por lo menos?. ¿Hasta dónde hemos avanzado y que está totalmente equivocado?.¿Todavía hay posibilidad de gobierno socialista?, ¿qué es lo que hoy significa el traspaso de los medios de producción a la clase trabajadora?.
3. Otra vez ¿qué hacer?
Para ello es fundamental invertir los términos de la premisa transitoria al socialismo, dejando totalmente de lado una mentalidad cerrada sobre las fronteras, de un proletariado que no produce sino en el subsidio a su empresa y una sociedad que no come si no le regalan la comida y el empleo. En un mundo como el de hoy, abiertas de hecho por la velocidad del capital financiero que cruza todas las fronteras mundiales violentando cualquier circunstancia nacional, no es en el protocolo ideológico, sino en la acción transformadora y multitudinaria donde hay que concentrarse, creando y recuperando todos los medios de producción posibles exigiendo al Estado la horizontalidad de sus instituciones frente al poder obrero-popular y un marco macroeconómico que favorezca plenamente la productividad nacional, garantizado todos los derechos conquistados constitucionalmente.
Aunque no sea lo que se pida, a la final poco importa si declaran el “libre mercado” bajo este contexto. El propio mercado lo podemos superar con una productividad soberana y dirigida la bien común, socializando precisamente todos los bienes comunes que necesitamos empezando por el conocimiento y la tierra, bienes básicos de libertad humana. El mercado como lugar por excelencia de la creación de la ganancia capitalista, puede perfectamente revertirse a nuestro favor si hay un pueblo que efectivamente empieza a gobernar su destino, y no de la manera neoliberal donde supuestamente a mucha ganancia capitalista ella a la final “se riega” sobre la sociedad, o en el capitalismo de Estado que dicen que hace lo mismo, regando dádivas pero bajo las ordenes del burócrata de turno que controla el mercado. Falso, el socialismo libertario nuestramericano somos mujeres y hombres libres e iguales que al fin empiezan a producir lo que realmente pertenece a la demanda colectiva, a crear las condiciones para generar la tecnología y los instrumentos productivos que el pueblo real necesita para garantizar su proceso de liberación. Contando, si todavía se cree en ellas, en unas instituciones públicas totalmente transformadas dedicadas a tiempo completo a favorecer estas posibilidades y no como ahora donde por el contrario el Estado esta armado en todos sus territorios y oficinas pesadas y corruptas a hacer cada vez mas imposible producir el bien necesario.
Si no es una economía estatizada lo que se esta planteando según parece, aunque todo el imaginario burocrático del protocolo de izquierda se mueve hacia allá, confundiéndolo todo, reduciéndose a la discursiva mediatizada y propagandística, y paralizando por completo las fuerzas productivas colectivas en favor del capital bancario y parasitario, entonces el escenario por excelencia de la lucha de clases es el propio mercado. No el Estado que le da supuestamente un poco mas a los pobres que a los ricos, y “representa” así los intereses de las mayorías. Un mercado donde se subsidie solo al que lo necesita por la miseria para volver a volar, garantice la gratuidad de todos los sistemas de educación y salud, regulado por leyes claras y justicieras, vigilado por una contraloría social permanente, evitando la entrada transnacional de lo que nos destroza como cuerpo colectivo empezando por el infierno de la Monsanto y sus semillas, y todo lo que supone la monopolización privada.
Necesitamos una economía del no-Estado, prefigurando una sociedad en resistencia permanente que se acerque a formas comunistas y solidarias del vivir, que destroce la economía de la explotación y la acumulación privada en su propio terreno y ante su violencia también sepa responderle. Que importa en un contexto así si se libera de manera vigilada la moneda o la gasolina. Si se invierte el mercadeo de Estado ya totalmente corrompido por el mercado total y multiplicado de bienes alimentarios producidos por el pueblo que revienten los monopolios privados de alimentos. Solo así podremos favorecer un cambio radical de la conciencia colectiva que en masas cada vez mayores se dará cuenta que somos lo que producimos para todos, que ese es el mayor placer colectivo del género humano y la única manera de crecer espiritual y moralmente. Eso sí sabremos defenderlo.
Llegamos al llegadero como hemos venido diciendo, se acabó la renta que subsidia a pobres y ricos, y reventó en favor del gran capital porque en este modelo corporativo-burocrático de capitalismo de Estado no podía ser de otra manera. Si se mantiene este esquema desmovilizador, representativo y corrupto habrá golpe de Estado de derecha y una desestabilización que en el actual contexto paralizado políticamente por la “democracia de funcionarios” el pueblo probablemente no va responder a su propio favor, se quedará atrapado en su confusión y su miedo. Demasiada es la descomposición que vivimos por lo que todo el movimiento popular tiene que ponerse en emergencia política y productiva, así podrá salvar su historia y construir la sociedad que realmente deseamos.
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