Libro «Primero de Mayo: Lecturas para el día de las trabajadoras y trabajadores»

Por Editorial Eleuterio del Grupo de Estudios José Domingo Gómez Rojas.

«El presente opúsculo podría definirse como una lectura retrospectiva: más que un acto de memoria que busque conservar en el tiempo el recuerdo de los Mártires de Chicago, las lecturas que acá proponemos retoman asuntos que las décadas no han cesado de reproducir, a saber, la explotación, la servidumbre y la división de clases. Es por esto que los escritos reunidos provienen de otra época, algunos de ellos de hace más de un siglo. ¿Significará esto que no hemos sido capaces de actualizar nuestras ideas? ¿O será que los mismos males nos siguen afectando? No cabe duda que el último siglo representa un acelerado proceso de crisis y cambios a nivel global, mas, todas las transformaciones que podríamos encontrar en los últimos cien años, sólo aportan a acentuar denuncias que las y los anarquistas, siempre visionarios y críticos de la dominación, pusieron en la palestra de las luchas sociales.

Además, ya señaló Élisée Reclus, proyectando una concepción ácrata del paso de los días, que el tiempo no avanza de forma lineal, sino que es un torbellino, es decir, un círculo que retorna, pero que cada vez que vuelve a su punto anterior, es un poco más grande. Un gran espiral, en otras palabras, donde se juegan las infinitas de posibilidades naturales, sociales y culturales. ¿Será, entonces, que aún nos encontramos en la curva de un devenir social que se funda en la costumbre de servir? Cada primero de mayo pareciera recordárnoslo: el mal de las desigualdades continúa y se ahonda aún más con nuestra inercia ante el Poder. Leon Tolstoi, como podrán leer en la contraportada de este libro, se hizo una sencilla pregunta, enunciada siglos antes por Étienne de La Boétie: «Los trabajadores son esclavizados por el gobierno y por los ricos. Pero ¿qué son esos hombres que forman el gobierno y las clases ricas?   ¿Qué son? ¿Son Hércules cada uno de los cuales puede vencer a centenas y millares de trabajadores?» La respuesta es clara: «Esos hombres no tan solo no son Hércules, sino que, por el contrario, son seres degenerados e impotentes.» No cabe duda de ello: quien detenta el poder no tiene los suficientes ojos para vigilar las constantes oscilaciones del pueblo, sin embargo, los obtiene de nosotros mismos, los primeros guardianes del actual estado material y espiritual. Por eso queda esa permanente pregunta, que una y otra vez nos inquieta: «¿Por qué, pues, ese pequeño número de hombres débiles, que no saben ni quieren hacer nada, domina a tantos millares de trabajadores?»

Puede ser que nuestra imaginación no ha logrado expandirse lo suficiente. Los límites del imaginario social parecieran detenerse al momento de que nuestra existencia sólo se garantiza en la medida en que poseamos bienes y dinero, es decir, una cierta estabilidad económica que nos permita sobrevivir en un medio hostil. Las aspiraciones avanzan en ese ritmo –siendo la acumulación de riquezas el propósito de gran parte de la sociedad–, sin ánimo de trastocar el modo de vida que se nos ha impuesto a través del legado de generaciones y generaciones.

Los escritos que componen este libro indagan más allá del problema económico que se desprende de la desigualdad social: acá la pregunta es sobre nosotros, los más, los que llevamos esta estructura en los hombros como si se tratara de nuestro peso corporal. Pero los anarquistas, las anarquistas, habidos por la gimnasia de la libertad, por los ejercicios del pensamiento libre, deducen que la dominación no constituye la ontología de una sociedad, sino que los individuos mismos, capaces de distribuir sus fuerzas según sus necesidades, son quienes conforman el cuerpo social.

En este sentido, la tierra misma es un crisol de posibilidades, entre ellas, la autogestión, que supera la simple propuesta económica. Es la tarea que este libro no abarca y que, sin duda, ha variado sustancialmente durante el último siglo. No obstante, al mismo tiempo, la autogestión es un método aplicable a pequeña y gran escala, que se modifica según los contextos locales. Solo es necesario mantener la esencia de la libre asociación y del trabajo igualitario. No existe, por lo tanto, un sistema único para la autogestión. Es, más bien, la invitación de poner a prueba formas que expandan el imaginario social hacia una vida más libre y justa y, por ello, más alegre y armónica.»

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Fuente: http://www.eleuterio.grupogomezrojas.org/libro-sobre-el-primero-de-mayo-para-descarga/

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