No se necesitan cartas, se necesitan Pierre Dubois
El día jueves 27 de septiembre, la Conferencia Episcopal de Chile emitió la carta titulada «Humanizar y compartir con equidad el desarrollo de Chile». En ella, se dedicó un capítulo completo al diagnóstico de los estados de ánimo del colectivo chileno. En particular, en el subcapítulo ‘hechos que crean malestares’, el documento aborda los síntomas de otra religión en crisis: el Neoliberalismo. Desde el foco en el crecimiento hasta la desigualdad, desde el individualismo hasta el ‘lucro desregulado’, la carta de la Iglesia más que oportuna, luce oportunista.
Hace más de tres décadas que el Neoliberalismo se volvió en la iglesia fundamentalista del poder nacional, tanto para los agentes de la dictadura como para el empresariado local. Y desde entonces también que sus efectos se han hecho sentir: en la precarización laboral, en la atomización de la sociedad, en el consumismo y el endeudamiento, en un país cada vez más desigual. Aún así, sólo a raíz del malestar en las movilizaciones sociales del 2011, es que los rectores de lo bueno y lo malo se han manifestado de manera oficial, como diciendo ‘falta nuestra palabra’. El asunto es que no falta su palabra, al menos no se necesitó para comenzar a decir ‘basta!’.
No se necesitan cartas, se necesitan Pierre Dubois
Al día siguiente de la difusión de la misiva falleció Pierre Dubois, nueve días después de una nueva conmemoración del asesinato del cura obrero Joan Alsina. Ambos representan la acción, el compromiso y la resistencia, el de los curas de la población en dictadura y el de los curas obreros, también llamados ‘curas rojos’ por los neoliberales del séptimo día, y es que asumieron un rol activo frente al descaro de la muerte, la tortura y la desaparición a manos de los católicos Pinochet y compañía.
Dubois tomó posición también frente a la imposición de una economía elitista, un modo de producción abusivo y enajenante. Su diagnóstico de la realidad de millones de chilenos no era desde la intelectualidad o de una posición superior, provenía de las conversaciones cotidianas, de los lazos directos… y sin haberlo conocido, me atrevería a aseverar que el territorio terminó evangelizándolo a él al final de sus 40 años de lucha.
Para algunos la opinión de la Iglesia en este documento ha sido valiente y desafiante, pero si alguna vez la iglesia católica tuvo algo de valor, este ha ido muriendo de a poco, junto con quienes lucharon y continuaron tomando posición, aquellos que saben que fueron viendo que no bastaba con rezar.
Pierre Dubois, hoy parecería escindido de la imagen de la iglesia que busca comandar la moral y que esta vez llegó tarde en su afán de conducir el malestar social. La crisis neoliberal no es ni la primera ni tampoco apareció de la nada, y durante los últimos 30 años sus lineamientos han sido aplicados y profundizados, primero por los Apóstoles de Chicago y luego por la Diócesis de los Renovados. Por ello, el silencio y – otras veces – la tibiedad de la iglesia católica al respecto, pareciera que coincidiera en que el Neoliberalismo es la Verdad, aunque no sea ni justo ni necesario.
No tengáis miedo de criticarlo a él
La búsqueda del protagonismo no es nueva ni local. En octubre del 2011, el Vaticano se pronunció respecto de la crisis internacional y su solución fue un tecnócrata llamado a una autoridad única en materia política y la sugerencia de la creación de un banco central mundial. Y si bien la crítica al FMI fue certera, cuesta darle credibilidad al tipo de globalización propuesto por las máximas autoridades católicas, debido a que el tejido social que podría configurar tal nivel de organización fue deshecho, entre otros, por el rol corrosivo de la misma iglesia.
Recordemos que mientras la implementación del Neoliberalismo salía desde Chile al mundo, paralelamente – entre los años 1981 y 2005 – el actual Papa Benedicto XVI fue ‘Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe’ quien, mandatado por su antecesor en el Pontificado: Juan Pablo II, tuvo la labor de censurar las voces de los teologistas de la liberación, quienes desde el sur y desde abajo aplicaban y teorizaban la solidaridad en desmedro de la caridad paternalista, y realizaban un trabajo social honesto más allá de la imposición moral como giro principal de la religión.
»La justicia que no se ejerce cuando corresponde, ya es injusta»
Todas las críticas al modelo son bienvenidas. Las oportunistas, no. Si hasta el gobierno, de la mano de Andrés Pío Bernardino Chadwick Piñera (Neoliberal y Católico, UDI (Ex-MAPU), ex Verbo Divino y ex Presidente deignado de la FEUC) se alineó con la iglesia hasta los límites de la conveniencia.
En momentos en que los pilares de la ‘república’ (estado, partidos políticos, FF.AA., empresarios y las iglesias, en especial la católica) están bajo un creciente cuestionamiento, la idea no es interpelar a la institución religiosa, sino aprovechar de construir nuestra propia moral, y dejar de darle la importancia (aunque paradójicamente inspire este artículo) que hace tiempo debió perder como dueños de la moral, y quedarnos con el testimonio de la acción (u ‘obra’ como les gusta llamarlo) de personas como Mariano Puga, ‘Pepe’ Aldunate y Pierre Dubois, entre otros, quienes serán recordados por su justicia y valentía en un vínculo directo con el pueblo, por sobre su pertenencia a una iglesia lejana, moderada y por lo mismo injusta. Ya lo dijo Pierre Dubois, casi como una respuesta a la carta de Conferencia Episcopal: »la justicia que no se ejerce cuando corresponde, ya es injusta».
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