Archivos Mensuales: enero 2013

Recomposiciones de poder entre clases

por iceautogestion.org

Artículo extraído de las sesiones del Seminario Icea «El devenir de la clase obrera» 

El término clase obrera ha sido estirado, enterrado, difuminado, enardecido… se ha usado y abusado del mismo. Parece ser que incomoda a cierta cultura social. Su articulación verbal es, en el mejor de los casos, observada desde a distancia teórica. Cualquier posible identificación produce el rechazo de quien piensa que puede ser intoxicado… todos quieren ser guapos, ricas, ociosos, y por supuesto libres de la alienación del trabajo asalariado, y como esto resulta bastante difícil, opera en lugar de una liberación consciente, una sublimación en la identificación de pertenencia a la clase social de cada cual. Este artículo plantea una serie de consideraciones que contribuyen a situarnos en el contexto histórico, echar la vista hacia atrás y proyectar movimientos posibles en el tablero de la dialéctica social. Se describen algunos modelos teóricos que sirven para explicar la evolución de las clases sociales, igualmente, se establecen paralelismos entre momentos históricos análogos al actual. Más concretamente se definen las crisis económicas como procesos de ajuste en la composición de las clases sociales, una consecuencia de relaciones de poder cambiantes, que se articulan en estructuras sociales con vectores de cohesión por un lado y conflicto por el otro, y en las que las partes que las componen gozan de diferente grado de influencia.

En una publicación de 1984, Martín Artiles y Pere Jódari definen las crisis como cambio en las relaciones de fuerza entre capital y trabajo. Sitúan aquel momento histórico en una dialéctica de clases compuesta por la fuerza estructural obrera y el poder negociador del obrero en el lugar de trabajo, y por la otra parte la recomposición hegemónica del capital. Los autores escriben en los 80′, ya entrado lo que se suele llamar neo-keynesianismo, pero que quizá sería más apropiado denominar como keynesianismo tardío. Keynes enuncia sus teorías económicas y sociales para responder a la crisis de 1929, que vino a dar por concluida la etapa de liberalismo clásico. Sin embargo, es tras la SGM cuando se despliegan estás políticas con mayor amplitud. La destrucción material y humana de la SGM otorga margen al crecimiento económico basado en dos pilares: la concentración de capital ocurrida a causa de la crisis del 1929 y la guerra, además de la legitimación del Estado como garante de la estabilidad económica y social. Comienza así el auge del modelo keynesiano que duraría hasta la crisis del 1973, donde el mercado del petróleo fue el causante de la implosión de las contradicciones crecientes del propio modelo.

Durante el auge del modelo keynesiano, la lucha de clases y la estructura estatal capitalista centralizada serán el motor de las políticas sociales. Este Estado moderno se fundamenta en procesos de acumulación a partir de la intervención económica del Estado, así como en la legitimación del poder a través del Estado del bienestar. Keynes aboga por inversiones públicas con las que se pretende incrementar la producción, sin tener que modificar las condiciones de la estructura económica. Estas inversiones activan la demanda por dos vías: la cadena de valor añadido y el incremento de las rentas del trabajo por una mayor tasa empleo. Es lo que se llama el efecto multiplicador de la demanda agregada. En un contexto de lucha de clases, la legitimación del Estado se realiza a través del salario social en servicios públicos, pensiones y remuneraciones de seguro social. Además, se institucionaliza a los sindicatos integrándolos en las Relaciones Industriales (RI) dominantes: capital, Estado y sindicatos.

Señalan los autores que el sistema keynesiano, en la práctica, mostró una serie de contradicciones que causaron su declive. Simplificando, se identifican los siguientes factores como causas del declive. Cuanto más avanzada es una economía mayor crecimiento tiene del gasto público / PIB. Este gasto se imputa a déficit y se finanza en base a deuda, que se afronta con distintas políticas de monetarización, que al poner más dinero en circulación generan inflación. Señala Abraham Guillénii, que desde 1814, con el patrón oro, el índice de precios mayoristas disminuyó de un 24% a un 44% dependiendo del país. Ante esta situación, el plan monetario de J.M. Keynes y el el plan White se aplicó para la libra en 1931 y para el dólar en 1934, sustituyendo el patrón oro por divisas reserva internacionales en el Fondo Monetario Internacional (FMI), con lo que se posibilita el uso y abuso de la inflación monetaria. El neo-capitalismo se encuentra entonces en la paradoja de que a pesar de que la productividad aumenta, los precios mayoristas y minoristas también aumentan. A este respecto, habría que considerar el aumento de los precios de las materias primas, en un contexto de evidente finitud de muchos de estos recursos.

Volviendo al texto de Martín Artiles y Pere Jódar, la caída de la tasa de ganancia produce la crisis estructural de 1973, y a partir de este momento se hace efectiva una recomposición hegemónica del capital que se venía fraguando de antes, lo que se ha venido a llamar el neoliberalismo. Su estrategia se basa en la descentralización productiva y en la aplicación de las nuevas tecnologías. Según los autores esta recomposición es posible gracias también, a la crisis de representatividad de unos sindicatos institucionalizados y debilitados.

El donut de la figura representa la idea fundamental de la descentralización productiva: separar entre núcleo y periferia de la estructura económica. Esta misma idea se repite dentro de las propias empresas, con un núcleo duro y una periferia más precaria. También se aplica en otro proceso de descentralización productiva geopolítica: la globalización, que se representa en el siguiente mapa mundo, en el que opera una descentralización de la producción, a la que en nuestros días se ha sumado una descentralización de la demanda. En el gráfico se expone a la clase media en cuanto a su función de clase consumidora y su aportación a la demanda interna en la estructura económica de los Estados.

 

 

Profundizando en esta lectura de la crisis como cambio en las relaciones de fuerza entre capital y trabajo, Benjamín Coriat expone la hipótesis de que pueden ser establecidas unas relaciones laborales (RL) recíprocas para unas fases y unos periodos históricos dados (ibid i). Lo cual significa, que a cada modo de acumulación le corresponde un modo de RL. Así, al modo de acumulación de la inflexión neoliberal le corresponde unas RI dominantes tripartitas, donde el Estado ha perdido eficacia en sus políticas económicas, los sindicatos ven reducidas sus esferas de influencia, y el capital del núcleo se desarrolla en condiciones monopolísticas y sin contra-poderes relevantes. Las RI dominantes se plasman a través de procesos legislativos, reglamentarios y contractuales. Sumando las RI al conjunto de relaciones de capital/trabajo, entonces se habla de manera más general de RL. Coriat cuantifica las RL en función de los procesos de relación salarial. Durante la inflexión neoliberal las relaciones de fuerza entre capital y trabajo experimentaron una serie de mutaciones, que se han venido operando desde la crisis del 1973 hasta la del 2007 y que se muestran en el siguiente esquema, actualizado a fecha de 2012. Respecto a lo ocurrido tras el 2007, se podría hablar de una segunda inflexión donde los salarios bajan, se amplia la periferia del sistema y se aplican esclusas sociales. A la vista de los acontecimientos, parece más preciso hablar de keynesianismo tardío para la etapa del 1973 al 2007, sobre todo en el Estado español, que con lustros de retraso respecto a las sociedades occidentales, implementaron ciertas políticas de inversión en pensiones, salud y educación pública (salarios indirectos), a la vez que se operaba la inflexión neoliberal en términos de salarios directos. En alguna medida, entre 1973-2007, esto también pasó en otras economías, donde en ocasiones además de una inflexión neoliberal en los procesos de relación salarial, también se aplicaron inversiones públicas, en lo que se llama keynesianismo asimétrico, cuyas inversiones van más destinadas a beneficios de las multinacionales que a rentas del trabajo. En estas circunstancias, la eficacia del efecto multiplicador de la demanda agregada se minimiza o es inapreciable. En términos generales el neo-keynesianismo convivió con la inflexión neoliberal y finalmente ha terminado devorado por ésta.

  

En la situación que nos encontramos, ninguna de las políticas económicas aplicadas tienen los efectos supuestamente esperados. Además, el Estado del bienestar, la función legitimadora del capitalismo de Estado, se encuentra seriamente tocada, aunque sin un trasfondo de lucha de clases esto no supone ningún problema para el poder. Podemos decir que nos encontramos en una crisis sistemática, más que estructural. En economía es muy difícil predecir acontecimientos, por lo que preferimos describir la crisis del poder feudal en la Europa del S XVIiii a partir de lo expuesto por Silvia Federici. La caída del poder feudal fue una crisis sistemática de mayor volumen que la crisis del 1929-33, supuso profundos cambios en las RL con la generalización del trabajo asalariado, así como en las relaciones de fuerza entre capital y trabajo.

Durante la baja Edad Media el poder feudal fue encontrando crecientes dificultades para reproducir el modelo económico y social. Hacia 1350 un tercio de la población europea sucumbe a la peste negra, lo que ampliará el margen de crecimiento económico. El burgo comienza a desarrollarse basándose en el comercio y la artesanía, en ciudades que gozan de cierta autonomía mientras pagan impuestos al rey. En el campo, la nobleza y la iglesia mantienen la titularidad de la tierra, que se explota comunalmente por campesinos vasallos y campesinos libres que pagan diversos diezmos e impuestos a los señores feudales. De 1350 a 1500 el salario real en especie y moneda aumentó un 100%, mientras los precios y la jornada media disminuyeron. El comercio y la artesanía, soportados en el gremio, permitieron mayores cuotas de acumulación de capital que el atesoramiento feudal basado en la titularidad de la tierra. En el siglo XVI el poder feudal se desmorona, mientras la burguesía, que había hecho frente común con los movimientos comunales rurales, en pos de la abolición del vasallaje y las obligaciones feudales, asume crecientes cotas de poder económico y social de la mano de una renovada aristocracia.

A partir del S XVI se produce una recomposición hegemónica del capital que se va a extender hasta el S XVIII. Este proceso produjo hambre y picaresca, así como la acumulación originaria que permitió el posterior desarrollo capitalista. El concepto marxista de acumulación originaria se define como la separación de los trabajadores de los medios de producción. Así , el campesino pasa a ser jurídicamente libre pero sin medios de autosuficiencia, se ve desplazado al vagabundeo y al trabajo asalariado. En Inglaterra se lleva a cabo durante siglos y no sin resistencia, el cercamiento de las tierras comunales y en toda Europa se persiguen severamente diversos modos de autosuficiencia. El colonialismo permite la ampliación de la base económica mediante la apropiación de nuevos recursos y el florecimiento del mercantilismo facilita mayor atesoramiento.

Silvia Federici (ibid iii), amplia este concepto de acumulación originaria, describiendo la imposición del cuerpo máquina, un cuerpo humano domesticado para el modo de producción capitalista. El modo de producción del trabajo asalariado exige la domesticación social, romper barreras naturales, lazos y afectos comunales, y una desconexión de los bioritmos y ciclos estacionales de la vida rural. Federici va más allá alienación del cuerpo de Marx, entrando a analizar el concepto que las sociedades tienen de cuerpo humano. La acumulación originaria impuso el cuerpo máquina de Descartes sobre las ancestrales concepciones del hombre zodiacal, estigmatizando arraigadas ideas del animismo sobre el cuerpo humano y su entorno. La recomposición hegemónica del capital afronta la neutralización de la mujer, por ser depositaria social de muchos de los arcanos del animismo, del poder de reproducción de la fuerza de trabajo, de la estructuración comunal y de la autosuficiencia local. Durante estos tres siglos, la caza de brujas supone un pilar en la imposición del capital y del Estado moderno.

La figura presenta un esquema del modelo descrito por Federici. Mediante la eliminación física de la quema de brujas, se impone una concepción mecanicista del cuerpo, anulando del ideario colectivo el concepto de hombre zodiacal. Además, es utilizada en la expulsión de tierras autosuficientes, como medio de persecución de los modos de vida comunales para reconvertirlos al trabajo asalariado. Un tercer eje sería el control de la reproducción de la fuerza de trabajo, se criminalizó el uso de métodos anticonceptivos y de prácticas abortivas, así como se eliminaron celebraciones populares en tierras comunales, lo lúdico perdía espacio en el terreno público. Se siguió profundizando en el control estatal de la concepción y del nacimiento de criaturas, dando lugar a la posterior hospitalización de la maternidad. En la parte derecha del esquema se describen los procesos de ampliación de la base económica y su relación con la caza de brujas.

A través de los ejemplos anteriores, se exponen modos de acumulación en distintas recomposiciones hegemónicas del poder. Actualmente, se está llevando a cabo un proceso de este tipo, al que se ha querido denominar y explicar como crisis. Los mismos fundamentos que sirven para concentrar poder económico, pueden de ser usados con fines opuestos para distribuir el poder económico. Esta estrategia requiere la puesta en práctica de un número significativo de alternativas económicas de producción, distribución, consumo y acumulación, para tener influencia sobre la estructura de clases y en las relaciones laborales de conjunto, y también para que futuros procesos de ajuste puedan ser aprovechados por esferas crecientes de población, al revés de lo que ocurre actualmente. En este sentido, desde el movimiento libertario se atiende a lo económico y al análisis de clase, antes que a lo político, que queda en una mera cuestión táctica o de gestión. Sin un análisis de este tipo, la política se ve limitada por las estructuras de reproducción del sistema dominante.

Víctor Méndez participa en los cursos de auto-formación del ICEA.

Artículo extraído de las sesiones del Seminario Icea «El devenir de la clase obrera».

i “Crisis económica y relaciones industriales” Pere Jodar y Antonio Martín Artiles (Textos Robert Boyer, Benjamín coriat y Andreu Lope) Edita: Grupo Cultural Cero. 1984. ISBN 84-317-0563-9

ii“Economía autogestionaria” Abraham Guillén. Edita: Fundación de Estudios Libertarios Anselmo Lorenzo. 1990. ISBN: 84-86864-04-6

Michael Lebowitz: “Los consejos comunitarios y obreros son las células de un nuevo Estado desde abajo”

por ElCiudadano.cl

El destacado economista canadiense explica ejes centrales de sus libros y analiza a fondo el tema de la crisis del capitalismo, la función de los partidos y las perspectivas de alternativa ante el actual modelo dominante.

De visita en Chile en el marco del Segundo Seminario Internacional “Los Marxismos en el Siglo XXI”, el economista Michael Lebowitz lanzó la edición en castellano de su más reciente libro, “La Alternativa Socialista, el verdadero desarrollo humano”. Con ese texto el autor continúa teorizando sobre la alternativa de construcción socialista en el contexto global actual, desenmarañando parte de lo propuesto por Carlos Marx.

Lebowitz es profesor de economía marxista y sistemas económicos comparados de la Universidad Simon Fraser en Canadá, donde actualmente es profesor emérito. El autor ha trabajado sobre Marx, metodología y teoría de la crisis y sobre teoría de la economía socialista. Actualmente se encuentra trabajando en un nuevo libro que versa sobre una crítica al socialismo real.

Pero estar frente a Lebowitz es lo más lejano que se pueda uno imaginar respecto de un intelectual de renombre internacional, aun cuando su aspecto presenta una innegable similitud con el propio Marx debido a su prominente barba blanca y gruesa contextura. Hablar con él es como estar con un abuelo bonachón y cordial que con palabras sencillas explica sus postulados en forma amena. Y si bien podemos no estar absolutamente de acuerdo con ellos, es reconocido el aporte que realiza al desarrollo del pensamiento. No por nada su libro más reconocido, “Más allá de El Capital” fue galardonado con el Premio Deutscher al mejor trabajo creador sobre marxismo en lengua anglosajona. Eso es como decir que su obra fue una contribución significativa al desarrollo del pensamiento marxista.

-¿Nos explica los principales planteamientos de su libro “Más allá de El Capital”?

-El libro se llama “Más allá de El Capital”, es decir, más allá de El Capital de Marx. Lo que expongo allí es la exploración de los temas que Marx analizó en su libro sobre el trabajo asalariado.

-A partir de los postulados de Marx sobre este tópico ¿cuál es su aporte al análisis sobre el trabajo asalariado?

-Las cuestiones que yo exploro en el libro son los viejos temas de la lucha de los trabajadores como sujeto. En El Capital de Marx, teóricamente, los trabajadores son vistos como el objeto del capital, el empleador le hace cosas al trabajador; la única excepción en Marx es donde habló sobre la lucha del día de trabajo, pero no hay discusión de la lucha del trabajador sobre el salario, debido a que Marx asume que los salarios son dados. Él dice que va a cambiar esa suposición cuando termine de escribir sobre el trabajo asalariado en otro libro. Entonces el tema fue remover la suposición del salario pre-establecido o dado. ¿Y qué hubiera escrito Marx sobre este tema que dejó inconcluso? Primero observé este tema como un todo y mirando al trabajador como un sujeto, un trabajador que lucha y que se transforma a sí mismo en el proceso. Esta es una idea central en Marx, pero que no está en El Capital.

Luego observé lo que Marx llama la práctica revolucionaria, los simultáneos cambios de circunstancias en las actividades humanas o la auto transformación. Observé en la forma en que se focalizaba en el desarrollo humano, que había sido ignorado; él dice muy claramente que en vez de una sociedad en la cual el trabajador es un medio para el crecimiento del capital, nosotros pensamos en la situación inversa, en la cual la riqueza objetiva está ahí para satisfacer la necesidad del trabajador y su desarrollo objetivo. Esta idea de satisfacer las necesidades propias del trabajador para su desarrollo es esencial.

Entonces lo que hago es focalizarme en lo que yo llamo el enlace vital o la conexión vital del desarrollo humano y su práctica. Siempre hay que explorar la cuestión de cómo las personas desarrollan sus capacidades a través de sus propias actividades. Y tenemos la cuestión acerca de qué tipo de personas son creadas, en las relaciones particulares de producción. Marx pensó en el tipo de trabajador que produce el capitalismo, es decir un trabajador lisiado, deformado. Todo lo que el capitalismo realiza en su propio desarrollo mutila y destruye a los seres humanos y a la naturaleza. Entonces, ¿qué tipo de sociedad y relaciones de producción permitirá que el ser humano desarrolle todo el potencial de sus capacidades? Esta será la que los trabajadores desarrollen a través de su propia práctica. Esto significa que debe existir la gestión de los trabajadores.

Tú tienes que terminar con la división entre el pensar y el hacer, alguien más piensa y tú haces. Ese fue uno de los problemas en el socialismo real, no hubo desarrollo de las capacidades de los trabajadores. Y este es el tema, la cuestión del desarrollo humano y su práctica, que apunta a la naturaleza de la sociedad que deseamos crear y también sobre la naturaleza de los instrumentos políticos que nosotros usamos. Un partido que les diga: usted haga y nosotros los instruiremos en lo que deben hacer, no servirá para el desarrollo de las personas.

-¿Esto apunta a terminar con los partidos?

-No, de ninguna manera. El tema es cambiar la manera de cómo el partido funciona. Si pensamos que siempre hay dos productos en toda actividad humana, estas son, el cambio de las circunstancias y el auto-cambio. El partido debe preocuparse de la segunda cuestión. Debe crear las condiciones en las cuales las personas se desarrollarán. A lo que yo llamo el enlace vital, esto tiene implicaciones políticas e implicaciones sobre la sociedad que queremos crear. Algunas veces en varios países, los que estaban en la cúspide quisieron crear el socialismo, pero deseaban hacerlo rápidamente y no permitieron a los de abajo desarrollarse. A veces eso es necesario, pero ustedes deberían conocer siempre los costos a pagar.

-En su nuevo libro habla de un nuevo tipo de Estado, de abajo hacia arriba. ¿Podría desarrollar esa idea?

-Yo pasé mucho tiempo en Venezuela y me sentí muy atraído acerca de cómo operan los consejos comunales y el desarrollo de las comunas (entre 100 y 200 familias) los cuales son muy democráticos y toman sus decisiones en asambleas, enviando a sus voceros a los niveles más altos de la comuna; ellos no son delegados, sino las voces del barrio. Estos consejos comunitarios son pequeños y trabajan con problemas pequeños, pero a su vez se relacionan con otros grupos de la comuna. El presidente Hugo Chávez, que algunas veces tiene maravillosas ideas, se ha referido a los consejos comunitarios como la célula del nuevo Estado socialista. Y yo pienso que los consejos comunitarios y obreros de hecho son las células de un nuevo Estado desde abajo. Ustedes tienen que construir este proceso de toma de decisiones desde abajo. Pero tenemos que aceptar que es un largo proceso.

En un vecindario, la gente ve sus intereses inmediatos, pero no necesariamente se identifican con los intereses de otras comunidades; esto toma tiempo y el rol del partido es conjugar esos intereses distintos. La gente no cambia su mentalidad en un día, mes o año. Parten reconociendo sus propios intereses y luego lentamente los intereses de los otros grupos. Entonces, el dilema es quién cuida los intereses del todo, mientras los otros no lo hacen y eso, claramente, es tarea del viejo Estado. El viejo Estado tendrá que lidiar con la defensa militar, con las desigualdades. Entonces, tendremos un período de coexistencia entre el viejo y el nuevo Estado emergente; la meta es reemplazar completamente el viejo Estado, que en el corto plazo lo necesitas.

-¿Cómo avanzar a la construcción de este nuevo Estado o nuevo tipo de socialismo en una sociedad como la chilena, donde el capitalismo a pesar de estar en crisis penetró tan hondo sobre todo a nivel cultural en las personas?

-Primero tengo que decir que los intelectuales, a menudo de manera arrogante, creen que pueden profetizar en cualquier país que estén visitando. Pero tanto en Canadá como aquí en Chile existe la sensación de que no hay alternativa al capitalismo. Cuando vuelvo a Canadá doy charlas sobre lo que pasa con las instituciones en Venezuela, y yo les digo siempre que no necesitan tener petróleo para crear consejos comunitarios. Que no se necesita tener petróleo para crear consejos obreros que tomen sus decisiones en su lugar de trabajo. ¿Por qué ustedes y sus vecinos no conversan sobre el tipo de vecindario en que quisieran vivir con mejor calidad de vida? Y ¿por qué los trabajadores no hablan en cómo hacer del lugar de trabajo un sitio más seguro? La respuesta básica a estos tópicos es la necesidad de organizarse, en Canadá o en cualquier otro lugar.

CRISIS EN EL CAPITALISMO Y CRISIS DEL CAPITALISMO

-A pesar de estar en crisis el capitalismo demuestra su capacidad de reinventarse y se mantiene como sistema único a nivel mundial. ¿Cómo explica este proceso?

-Creo que hay que distinguir entre la crisis en el capitalismo y la crisis del capitalismo. El capitalismo tiene muchas crisis dentro de él. ¿Qué es lo que hace una crisis en el capitalismo y qué es lo que hace una crisis del capitalismo? Es cuando tienes a los trabajadores organizados y listos para cambiar el sistema. Y si no, el capitalismo desafiante triunfa reestructurándose nuevamente; lo hicieron antes y lo hacen ahora. Todo el movimiento de los G7 a los G20 refleja la necesidad de reestructurarse. Esto es lo que pasó después de la crisis de los 30, Bretton Woods y sus nuevas líneas para el Banco Mundial y así el capitalismo se re-estructura a sí mismo. No veo el sujeto agente presente ahora mismo que pueda desafiar al capitalismo; en ese sentido no veo una crisis ahora del capitalismo. Pero sí veo otra crisis que es la destrucción del planeta, como resultado de la cruel naturaleza del capital y esa no es una crisis del capital sino que de los seres humanos.

-En todo el mundo se perdió la confianza en el capitalismo, también en Chile. En la conciencia de la gente está claro quiénes son los culpables, léase los bancos. Wall Street dio lugar a una masiva ocupación. Las críticas apuntan a los factores éticos y en la opinión de muchos, cuando esto ocurre, la sociedad comienza la búsqueda de nuevos modelos de desarrollo.

-Potencialmente, pero si observas los hechos de la ocupación de Wall Street, era gente muy decepcionada con lo que vio como algo injusto. La solución sería una mejor distribución del ingreso. Lo primero que ocurre en estas situaciones con la gente es que piensan que este capitalismo es insufrible y buscan un capitalismo que sea soportable. Pero eso no significa automáticamente que quieran deshacerse del capitalismo. Como algo interesante a señalar, en Venezuela, cuando fue electo Chávez, él no estaba en contra del capitalismo, él estaba en contra del neoliberalismo. Él estaba por un capitalismo bueno, la tercera vía. Pero aprendió para su sorpresa que la oligarquía venezolana y el imperialismo no querían un capitalismo bueno; les gustaba la manera como éste era; fue eso lo que radicalizó a Chávez; cuando se dio cuenta de que no se podía alcanzar la tercera vía fue que cambió su decisión.

Entonces en la interacción de los que quieren un capitalismo bueno o desean remover sus peores partes, las dinámicas de esta interacción pueden hacer que la gente pida algo más. Y empezar la lucha anticapitalista y más allá de ella; pero al final el tema central es la lucha de clases y eso no ocurría en Wall Street; lo que querían era deshacerse de lo malo, de ese 1%. Eso no quiere decir que ellos son solamente reformistas liberales que saben mucho. Lo que hay que hacer es empezar con las cosas sobre las cuales la gente siente profundamente y encontrar maneras en las cuales se convenzan de que el cambio es necesario.

-Eso le pasó a los ecologistas, que pensaron en sus comienzos que existiendo buenos controles ambientales se terminaban los problemas, y ahora se dan cuenta de que es el sistema capitalista el culpable de la depredación de la naturaleza y el medio ambiente.

-Algunos, no muchos.

-En Chile son la mayoría.

-Qué bueno, pero esto es lo mismo que Marx escribió sobre el movimiento obrero en sus inicios. Él dijo que el 99% de ellos estaba por la mejora salarial. Marx agregó que este era un slogan conservador. Marx dijo que ellos deberían colocar en sus lienzos un slogan revolucionario y cuestionar los sistemas de salarios y por eso fue que Marx escribió El Capital, para explicar cuál era la naturaleza del sistema y que salario justo por trabajo justo no era suficiente.

-¿Qué opina sobre el rol que están ocupando las corrientes anarquistas en el movimiento obrero y estudiantil actualmente?

-Mientras continúen afirmando ‘no a los partidos, no a los gobiernos y no a los Estados’, yo pienso que no están diciendo lo correcto; es una reacción entendible bajo las actuales circunstancias. Creo que son inadecuadas, pero los valores anarquistas estudiantiles y sindicales son muy importantes y deberíamos aprender de ellos como valores en sí mismos. Por ejemplo, la democracia en la toma de decisiones que permiten el desarrollo de cada una de las personas; si miramos alrededor, los partidos no lo hacen, el Estado y las instituciones tampoco; es entendible entonces que le digan no a todas estas organizaciones. Hay que mostrarles a los anarquistas que sus valores son correctos y los abrazamos.

-¿Qué piensa usted de los partidos de izquierda que carecen de democracia interna y que constantemente se dividen y están pegados a modelos vanguardistas del siglo XIX?

-En mi nuevo libro, que estudia el socialismo real, toco el tema del centralismo democrático, que en teoría es maravilloso y lógico. La mejor descripción viene del partido yugoslavo: la mayor y mejor democracia posible en la toma de decisiones y la mayor y mejor unidad en la ejecución de las decisiones. El problema como yo lo veo es que la parte democrática de éste, en la práctica, aparece una vez al año y el centralismo y la disciplina son todos los días del año. Eso crea gente que solo sirve para levantar la mano.

-La democracia apunta a la voluntad de las mayorías. ¿Qué pasa con las minorías?

-Cuando uno empieza con la perspectiva del desarrollo completo de las personas, uno no busca solamente el 51% de la aprobación de los miembros y ahí se acaba la reunión. Se deben respetar las posiciones de las minorías. Mi compañera Marta Harnecker ha escrito al respecto. Y ella nos muestra cómo a veces las minorías están en lo correcto. Yo tengo una posición particular que no he desarrollado aún. La democracia no es solamente un proceso mediante el cual nosotros llegamos a la mejor toma de decisiones. El protagonismo de la democracia es la de construir y desarrollar personas. Nosotros debemos concentrarnos en el concepto del protagonismo de las personas. Todo esto vuelve al concepto del enlace vital.

Por Sebastián Larraín Saá. Traducción de Ernesto Rojas Urbina. El Ciudadano Nº137, primera quincena diciembre 2012

http://www.elciudadano.cl/2012/12/31/62284/michael-lebowitz-los-consejos-comunitarios-y-obreros-son-las-celulas-de-un-nuevo-estado-desde-abajo/