Archivos Mensuales: septiembre 2014

Ocupar y autogestionar para avanzar: Producción social del hábitat y el movimiento de pobladores

por Henry Renna Gallano

Posiblemente el movimiento de pobladores ha sido uno de los actores más activos y dinámicos contra el progresismo en el Chile del siglo XXI. Éste de forma ascendente desde la Toma de Peñalolén en 1999 ha alcanzado significativos niveles de desarrollo político, conseguido relevantes conquistas materiales y, de suma relevancia histórica, está impulsando importantes experiencias aleccionadoras de transformación social. Fuera de todo estruendo mediático en diferentes territorios del país se visibilizan proyectos que ensayan la prefiguración de una ciudad futura a través de la producción social del hábitat.

Algo está despertando

En las ciudades neoliberales, como las chilenas, no existe el libre mercado, sino una alianza estatal-mercantil que diariamente enseña sus intervenciones coercitivas y coactivas sobre el espacio urbano. Desalojos por la fuerza para limpiar barrios de altos ingresos, criminalización de poblaciones en comunas pericentrales que luego son gentrificadas, incentivos vía subsidio para la renovación de zonas céntricas, ampliaciones del límite urbano para localizar bolsones de pobreza fuera de los muros de la ciudad, son sólo algunas muestras que, si la tecnología de segregación hoy día es menos brutal que ayer, no es por ello menos real.

Frente a esta asociación de complementariedad entre los actores gubernamentales y los agentes mercantiles, el movimiento de pobladores ha debido dotarse autónomamente de sus propias herramientas de acceso al suelo, de participación en el diseño arquitectónico, de gestión de recursos, y de control administrativo y social del proceso (Renna, et.al, 2009). Podría decirse que el auge de la búsqueda de autonomía es directamente proporcional a la crisis del sistema representativo (democracia delegativa) y de bienestar social (economía neoliberal); los movimientos así debieron levantar sus propias formas de participación e imponer soluciones concretas a sus necesidades, donde el Estado o el Mercado no han podido o querido hacerlo.

En efecto, a pesar de la dinámica urbana y habitacional dominante, el movimiento de pobladores ha logrado organizar, aún germinalmente, la demanda de los sin casa, allegados y damnificados del país. Lo importante de este último ciclo del mundo poblacional es que la necesidad del techo se ha conjugado con prácticas que superan la reivindicación, el carácter peticionista de la lucha, y la dependencia y reproducción de la forma Estado (Renna, 2010). Ha transitado “de la necesidad a la comunidad” (Pineda, 2014). De forma similar a lo que está sucediendo en el campo educativo con la educación autogestionaria, se abre espacio para formas no estatales ni mercantiles de producción del hábitat, sino sociales.

Han re-aparecido las prácticas de producción social del hábitat, estrategias de resistencia y ejercicio de las libertades ante el avasallamiento de los grandes intereses inmobiliarios y de su oferta cada vez más inadecuada en términos de ciudad, accesibilidad, costo y calidad (Ortiz, 1995), ampliando la demanda por la vivienda hacia la construcción de alternativas  autogestionarias que se levantan desde los propios territorios, haciendo posible en rincones y grietas de la ciudad neoliberal ese mundo donde quepan muchos mundos.

De tomas y autogestión

En la última década sus formas de acción han sido diversas, veamos algunos ejemplos:

  • Madrugada del 12 de marzo de 2006 y el 22 de abril del mismo año, mes en que asume Michelle Bachelet, pobladores organizados en Lucha y Vivienda junto con organizaciones libertarias hacen ocupación masiva en terrenos de Peñalolén alto. Sufriendo dura represión y la derrota político-militar.
  • La primavera del 2007, cerca de doscientas familias se toman terreno ubicado en Las Parcelas con Acueducto, comuna de Peñalolén. Siete años después en julio de 2013 nace la Comunidad Las Araucarias del MPL; 120 viviendas, un jardín popular y espacios públicos para pobladores y pobladoras que, con movilización y control comunitario sobre la gestión habitacional, lograron permanecer en su comuna de origen.
  • Ese mismo verano de 2007 un centenar de personas ocupan terreno ubicado en la población Lo Hermida, Peñalolén. Tras el aprendizaje anterior lograron la autogestión habitacional directa mediante creación de su propia EaGIS (Entidad de Auto Gestión Inmobiliaria Social EmePeEle), donde delegados de base, la asamblea y trabajadores militantes diseñan los proyectos, y luchando,recuperan los recursos para ello.  En enero de 2014 inició la obra de 32 departamentos próximos a entregarse el presente año.
  • Enero de 2010 inician los trabajos cooperativos en terreno ocupado por el MPL en la población La Faena de Peñalolén, después de meses de limpieza y defensa legal y social del  predio actualmente se está terminando un aula construida con materiales reciclados y técnicas de arquitectura popular, el desarrollo de huertas urbanas y prácticas de salud comunitaria.
  • El 4 de mayo de 2012 medio centenar de mujeres y jóvenes organizados en el MPL Franklin, muchos de ellos damnificados por el terremoto, ocupan inmueble estatal en barrio Matta, comuna de Santiago Centro, naciendo el primer Inmueble Recuperado por Autogestión “Casona Esperanza”. Dentro de ellos se optó por la propiedad colectiva, el desarrollo de la ayuda mutua y la cooperación como principios fundamentales del quehacer diario y político de las familias. Hoy tras haber autogestionado directamente los recursos están cercanos a la compra de la casona y la construcción de sus viviendas.
  • El 17 de agosto de 2013, el 24 de enero, el 11 de marzo y el 21 de abril de 2014, las asambleas del MPL III, IV y VI de Peñalolén tras haber diseñado y recuperado los recursos con su propia EaGIS y, ante la falta de voluntad del SERVIU por comprar los terrenos, deciden ocupar cuatro predios en el sector Quebrada de Vítor para la construcción de 74 soluciones habitacionales y la conquista de la permanencia territorial.
  • El 10 de Julio del 2014 la Federación Nacional de Pobladores desarrolla el acampe más largo en las riberas del río Mapocho llegando a los 74 días, logrando articulación y unidad en la lucha con estudiantes organizados en la ACES, diferentes federaciones universitarias, organizaciones del mundo sindical, colectividades mapuches, e importantes referentes de la cultura popular chilena.
  • El 7 de agosto del 2014 más de treinta familias del MPL Concepción ocupan viviendas en el exclusivo sector barrio las Princesas. Desde las poblaciones Lorenzo Arenas, Barrio Norte y Tucapel Bajo pobladores y pobladoras decidieron dejar de esperar una respuesta del mal gobierno y tomaron en sus propias manos una opción de dignidad. Hoy junto a las familias de Chillancoop, y otros colectivos y organizaciones como Metiendo Ruido y Andha Chile a Luchar Democrático, dibujan desde abajo una forma de conquistar con hechos el derecho a la vivienda y transformar con prácticas, sin esperar un día mágico, el presente capitalista de individualismo, soledad y pobreza.

Todas ellas son acciones directas dirigidas a la apropiación del suelo y su colectivización con miras a la conquista de la vivienda, las cuales no han estado exentas de violencia (del Estado) y de autodefensa (de las y los pobladores). Pero su principal radicalidad, es que son esfuerzos por reconstruir la vida social desde los cimientos, la comunidad, mediante la organización autónoma de la clase y la colaboración solidaria de los habitantes organizados en los territorios, las pobladoras y pobladores. Estos lugares sin permiso se transforman lentamente en focos de autonomía desde donde se emprenden una serie de acciones colectivas que se insubordinan contra la hegemonía, ampliando los campos y la capacidad de autodeterminación social de los sectores populares. Parafraseando a Marx, una arremetida por consolidar la asociación territorial como un esfuerzo real y constructivo de crear el tejido social de las futuras relaciones humanas.

Los ingredientes comunes

Las experiencias son distintas y no tienen recetas, pero no han estado distantes en los ingredientes utilizados. Identifiquemos algunos de ellos:

  • El sentido anti-patriarcal de la lucha. En la mayoría de estas experiencias son mujeres las que conducen, lideran y dan vida a cada una de las acciones. Existiendo o no una abierta adhesión a la lucha anti-patriarcal por parte de las organizaciones, la mayoría de los casos presentan en sus participantes quiebres significativos en las relaciones de género, en especial cuando es la mujer,y no el hombre, la que ocupa el espacio público de lucha social.
  • Un cruce entre lo familiar-comunitario y lo político-militante. Se nota en su desarrollo una coexistencia de las dinámicas cotidianas del bajo pueblo con las lógicas militantes de las organizaciones, permitiendo una comunitarización de la lucha y el proyecto político y una politización de las acciones sociales y vivenciales de cada persona.
  • Una dinámica organizativa desde abajo, desde las lógicas de mandar obedeciendo. En ellos existe una interesante flexibilidad táctica y organizativa pasando de estructuras jerarquizadas en los momentos de choque directo, a formas democráticas y horizontales en tiempos de paz, cambiando radicalmente los roles establecidos.
  • Una recuperación-colectivización de la riqueza producida socialmente. Los distintos ejercicios de autogestión del hábitat han logrado arrebatarle al Estado tanto en subsidios como en asistencia técnica importantes recursos que son destinados a inversiones en los mismos proyectos o en sus trabajadores.
  • La instalación de la ayuda mutua, el cooperativismo, y la solidaridad como principio fundamental de la organización social. Los arduos niveles organizativos de la autogestión exigen a su vez elevados niveles de cambio cultural en sus participantes. Así se observa que estos valores-ideas se instalan lentamente en las bases de las comunidades y asambleas, que con mayores o menores niveles de politización, les acercan a una forma distinta de ser y estar en el mundo.
  • Un profundo arraigo clasista en sus filas. La mayoría delos movimientos de pobladores y pobladoras trabajan con los sectores más golpeados por la pobreza material y cultural del modelo. De ahí que se observe en su seno una tremenda potencialidad por transformar trayectorias de vida de hombres y mujeres. La misma lucha y autogestión ha transformado biográficamente a cientos y miles de seres humanos.
  • Un cuestionamiento a la rentabilidad privada del suelo. Todas ellos levantan la demanda por la función social de la propiedad en contra de ella como mercancía, y también proponen nuevas formas colectivas y cooperativas de manejo, administración y uso de la tierra, desestructurando la propiedad como institución social capitalista.

Se observa que el actual movimiento de pobladores y el movimiento social en general, presenta quiebres medulares en el sentido de la lucha respecto de los movimientos tradicionales: ha sustituido la centralidad de la disputa estatal por el poder-hacer de la sociedad organizada (Renna, 2014). Este quiebre, en su expresión práctica, se visibiliza en ir dejando atrás paulatinamente las demandas elevadas a la institucionalidad política por techo, servicios básicos  e infraestructura urbana, y poner por delante prácticas autogestionarias que levantan alternativas desde los territorios en búsqueda de un hábitat y una vida digna.

Son modalidades de producción del espacio centradas en el control popular de la organización de los factores productivos y sociales del hábitat y la ciudad en su conjunto. Formas autogestionarias de producción, que si bien utiliza los recursos públicos no hace parte de lo estatal sino de lo social, a pesar de ser consideradas como formas privadas de solución éstas no son mercantiles sino sociales, y no obstante ser tipificadas de ilegales, su legitimidad está en la privación y la necesidad de las mayorías, y en la voluntad y determinación de algunos y algunas por auto-organizarse en resistencia, por ser un poblador y una pobladora en lucha.

Una producción social del hábitat desde el sur

En las ciudades de América latina estas experiencias son diversas y asimétricas en su escala y complejidad. Veamos algunos casos:

En construcción de vivienda

  • Cruzan desde esfuerzos de “reciclaje urbano” de inmuebles céntricos por construcción cooperativa como el Movimiento de Ocupantes e Inquilinos (MOI) en Buenos Aires, hasta barrios completos construidos con ayuda mutua y propiedad colectiva por la Federación Uruguaya de Cooperativas de Vivienda por Ayuda Mutua (FUCVAM).

En materia de urbanización

  • Desde las formas de “radicar con urbanización”  donde el Movimiento Popular La Dignidad (MPLD) ha logrado la auto-organización villera y resolver de modo cooperativo sus necesidades de alcantarillado, electricidad y agua potable, hasta las barrios, edificios y campamentos del Movimiento de Pobladores de Venezuela  que poseen control relativo mediante sus órganos de poder popular sobre cuadrantes completos de la ciudad.

En relación a las ocupaciones urbanas

  • Desde cada una de las tomas y ocupaciones de“inmuebles recuperados por autogestión” en Chile por el Movimiento de Pobladores en Lucha (MPL) pasando por las “tomas en altura”, edificios completos recuperados por las Brigadas Populares (BP) de Brasil siendo restaurados y habilitados con uso habitacional y comunitario, hasta las colonias organizadas en el Frente Popular Francisco Villa Independiente en México donde existe control de ingreso y vigilancia por las policías comunitarias.

Como generalización las experiencias van desde formas de producción del hábitat individual o colectiva surgidas de modo espontáneo por la necesidad y la urgencia habitacional de los sectores más vulnerados por el sistema, pasando por modalidades de control comunitario sobre la gestión de la producción o formas de participación asistidas técnicamente desde los gobiernos, hasta experiencias como las mencionadas, casos de producción cooperativa y autogestionaria de vivienda y barrios controlada directamente por sus originadores-productores.

Tenemos así en un primer nivel de escala/complejidad las modalidades de (i) autoproducción del hábitat donde están todos los procesos de acceso a la vivienda y de producción del espacio que se realizan bajo iniciativa de la propia gente de manera individual/familiar o comunitaria/colectiva. En esta última, las colectivas, están las prácticas de (ii) autogestión del hábitat. Estas son fórmulas sostenidas por cooperativas, empresas sociales u otras, dirigidas al mejoramiento de las condiciones habitacionales y urbanas de los productores con fines asistenciales o transformadores de la realidad social. En esta última, las que persiguen un cambio total, están las experiencias de (iii) urbanización autogestionaria. Estos son ejercicios de transformación territorial impulsados por organizaciones y movimientos sociales que despliegan distintas formas de poder popular en torno a la organización por acceder a la vivienda, construir el barrio y transformar la ciudad.

Las distintas formas de producción social del hábitat, como se observa no son sólo una forma de recuperar recursos o una modalidad individual o colectiva de satisfacción de necesidades, sino son un proyecto de autogobierno. Formas de organización y de acción que rechazan la desigual producción del orden urbano, y tras esa negación se abre paso a la creación, y despliega una forma de poblar alternativa, ni estatal ni mercantil, sino social.

Aperturas

Señalaría Raúl Zibechi (2008), son los no ciudadanos que perdieron sus lugares en la sociedad neoliberal los que abren sus propios espacios, y dicho reconocimiento implica en sí mismo un quiebre en la mirada: dejar aquella perspectiva negativa y estado-céntrica definiéndolos por lo que no tienen (carenciados y marginados), para adoptar otra que tenga como punto de partida las diferencias que ellos han creado (como productores una nueva realidad), para desde ahí pensar otros caminos posibles.

Estas prácticas hoy son una alternativa real a la crisis del capitalismo urbano, son hechos y lugares de pensamiento, teoría y práctica para la ciudad futura. Los destellos de rebeldía, de ocupación y autogestión, son al mismo tiempo aperturas epistemológicas ante el proyecto de ciudad de los vencedores. Una batería de políticas públicas no-estatales que cuestionan el sentido común de las ciudades, aquella “racionalidad implícita a la que debe servir el espacio metropolitano” (Duran, 2008).

Poco a poco, ellas se entroncan junto a otras fuerzas sociales y políticas en la revolución urbana: una larga metamorfosis de la vida y el orden de las ciudades dirigida a socializar la riqueza producida socio-espacialmente y que las clases trabajadoras organizadas en los territorios recuperen para sí el control directo sobre su destino dentro de ella.

A ese sur, sin prisa pero sin pausa, vamos caminando.

http://www.elclarin.cl/web/sindicatos-activismo/activismo/13184-ocupar-y-autogestionar-para-avanzar-produccion-social-del-habitat-y-el-movimiento-de-pobladores.html

118° Capítulo de ECONONUESTRAS 22-sep-2014

Entrevista a Cristian Sotomayor del nuevo Diario de Economía Comprensiva «Factor C».

El triunfo cultural del neoliberalismo

por Marcos Roitman, Attac

El neoliberalismo echa raíces. Durante los años setenta del siglo pasado, las tendencias del capitalismo dieron un vuelco de 180 grados. Los principios que regían las relaciones entre las clases sociales, los mecanismos de consenso y las maneras de enfrentar los conflictos y crisis entre capital y trabajo se fueron al traste. De la noche a la mañana, la propuesta keynesiana de posguerra -que unía democracia, desarrollo e integración social- fue cuestionada. La movilidad social ascendente se transformó en un nuevo proceso de pauperización. Las desigualdades -otrora combatidas como lacras del subdesarrollo- fueron reivindicadas, en los países de capitalismo central, como motor de la competitividad. Una nueva teoría de la justicia, fundada en la competencia y anclada en la igualdad de oportunidades para fracasar o triunfar, sirvió como pretexto para declarar la supremacía del liberalismo político y reivindicar una reforma del Estado del bienestar que pusiese las bases de un orden social despolitizado, descentralizado y desregulado.

Los principios de la desigualdad “natural” se consideraron un aliciente para el advenimiento de una sociedad ordenada, equitativa y justa asentada en la economía de mercado. En ella, los emprendedores serían recompensados con el triunfo y los timoratos, acostumbrados a vivir de las ayudas de “papá Estado”, penalizados con el fracaso y la marginación. La economía de mercado pondría a cada quien en su sitio, sin otro baremo que las habilidades, imaginación y capacidades de cada cual para forjarse un futuro. Eficiencia, racionalidad y gobernabilidad. El tópico “enseñarles a pescar y no darles el pescado” se extendió como la peste. Los colegios cambian las asignaturas de ética y filosofía. Las prioridades las marca la economía de mercado. Los estudiantes deben conocer las prácticas bursátiles, las dinámicas de la inversión financiera y las leyes de “la oferta y la demanda” en la empresa. Alumnos de bachillerato con edades entre 15 y 17 años son sometidos a un reciclaje. Entre sus deberes está comprar acciones, realizar transacciones bancarias, simular inversiones, buscar dinero semilla y ser competitivos. Una nueva mentalidad capitalista se impone lentamente. Sálvese el que pueda, pero yo el primero.

El Estado del bienestar, uno de los éxitos del capitalismo con rostro humano, creado para frenar el desarrollo del socialismo-marxista en Europa occidental, ha cumplido su función: desactivar las luchas sociales. Los trabajadores vivían felices y se conformaban con una parte proporcional a su aporte a la creación de la riqueza social. En otros términos, sus salarios los consideraban justos en relación a los beneficios del capital. Además, disfrutaban de un contrato laboral indefinido que les brindaba acceso al crédito, la vivienda, la educación superior, ascenso social y sobre todo al consumo. No querían más. Vacaciones pagadas, seguros sociales y una pensión de jubilación. La lucha de clases, la alienación política y la enajenación económica se convertía en un mito atizado por partidos de izquierda para generar odio, violencia y desestabilizar el sistema democrático. No querían aceptar su derrota a manos de un capitalismo con rostro humano.

Los cambios afectaron de manera diferente a los sectores medios y al proletariado industrial de post-guerra. Sin embargo, ambos verían esfumarse sus expectativas y sus sueños se transformaron en pesadillas. A los sectores medios, educados en la meritocracia, la ideología del progreso y el consumo, el neoliberalismo les aguó la fiesta. Las políticas de austeridad dieron en la diana, afectando al bolsillo y restringiendo el consumo suntuario. Los sectores medios se empobrecen. Mientras tanto, a las clases trabajadoras, sobre todo al proletariado industrial, se les condena a la pauperización, exclusión y marginalidad. Del trabajo estable y duradero al mercado laboral flexible y de mala calidad. Se impone el contrato a tiempo parcial y los llamados trabajos basura o “minijobs”. La economía del bienestar muta en economía del malestar. La cultura del capitalismo, su lenguaje, sus formas de explotación, dominio y hegemonía se reciclan. A decir de Richard Sennett, la necesidad de amoldarse a un trabajo inestable, sin residencia fija, intercambiable, ni formación específica, da lugar al carácter flexible. Una personalidad gelatinosa, con principios mutables, dispuesta a todo para obtener sus objetivos.

Una visión apocalíptica se adueña del discurso político de los hacedores del capital. Se acabó lo que se daba. El popular “café para todos” es sustituido por un “ajustarse el cinturón”. El Estado es considerado culpable, ineficiente, corrupto y un lastre para la competitividad del mercado y sus leyes de la oferta y demanda. Nuevos valores entran en liza. Cambian los referentes, los imaginarios y las palabras. El capitalismo se reinventa. Todo se modifica para dar cabida a un ser despolitizado, social-conformista. Un perfecto idiota social. Las viejas estructuras ceden paso a un orden social cuyas reformas exacerban los valores individualistas, el yo por encima del nosotros y el otro es considerado un obstáculo, un competidor al cual destruir. La crisis de los países del Este aceleró el proceso.

La revolución tecnológica apuntaló los cambios, al entrar de lleno en los hogares, como anteriormente lo hizo la radio y el televisor. Los video-juegos, los ordenadores personales o el uso “masivo” de internet provocan un vuelco en las relaciones sociales. Para los más optimistas era el nacimiento de la “sociedad de la información”. Las redes, los nodos, los chats y la realidad virtual sustituyen a las charlas entre amigos. Se puede estar en mil sitios a la vez y en ninguno al mismo tiempo. Las tecnociencias facilitan el control y el dominio social bajo fórmulas que provocan un autismo social. Hoy, jóvenes y no tan jóvenes están inmersos -por no decir absortos- en el mundo de WhatsApp, Twitter, Facebook. No hay espacio público donde se rompa la comunicación dialogal, especificas del ser humano y el proyecto de vida democrático. En restaurantes, aulas de clase, cines, autobuses, metro, tertulias, etc. se dan a la tarea de vivir su propio mundo. No se hablan, abducidos por sus aparatos electrónicos, mientras una comunicación virtual esfuma la sociabilidad que hace de la vida en común un espacio relacional.

Hasta la democracia se torna en democracia 2.0, confundiendo un proyecto político fundado en el diálogo, la mediación y la negociación cara a cara, con un mensaje de texto que los pone en línea. Permite votar y sentirse partícipes de la nada. El éxito cultural del neoliberalismo consiste en desvirtuar los proyectos sociales democráticos, emancipadores y de izquierda en una opción dependiente del mercado, los medios de disuasión y desinformación social y la telefonía móvil. Un mundo despolitizado y desideologizado es la mejor garantía para el gobierno de la derecha, que hace posible que proyectos considerados transformadores puedan declamar, como un dogma de fe, no ser ni de derecha ni de izquierda. Todo un éxito del neoliberalismo cultural.

http://mamvas.blogspot.com/2014/09/el-triunfo-cultural-del-neoliberalismo.html

117° Capítulo de ECONONUESTRAS 15-sep-2014

Programa centrado en el Terrorismo Económico en Chile.

116° Capítulo de ECONONUESTRAS 8-sep-2014

Entrevista a Casey Butcher sobre el racismo en EEUU a 1 mes del asesinato de Michael Brown.

Entrevista a Makis Anagnostou, trabajador de la empresa griega autogestionada Vio.Me, dedicada a la producción de materiales de construcción

por J. Benítez para Periódico CNT. Fotografía: Maddy Evans

Pregunta.- Qué pasos se han dado desde los problemas de impago hasta la toma de la fábrica en 2012?

Respuesta.- La ocupación fue previa, en julio de 2012 y el punto de partida fue la Fundación de la unión de trabajadores de la fábrica que siempre se organizó de manera horizontal. Formaban parte de un sindicato pero la burocracia sindical les dio la espalda. Se ocupó la fábrica justo cuando los dueños dejaron de pagar. Los trabajadores entonces bloquearon la fábrica por lo que los dueños tuvieron que abandonarla. Desde entonces estuvo ocupada para evitar que los dueños se llevasen la maquinaria. En julio de 2012 se decidió pasar a una estructura de autogestión.

P.- ¿cuántos trabajadores de los que había inicialmente en la fábrica siguen en la lucha?

R.- Antes de cerrar había 70 trabajadores, de ellos más de la mitad formaban parte de la lucha. Parte de los mismos dejaron la lucha y emigraron a otros países o encontraron otro trabajo. En este momento los que firmaron la fundación de la cooperativa son unas 20 personas. Sin embargo esperamos que se unan más trabajadores.

P.- ¿Cuáles son problemas legales al formar la empresa?

R.- No había ningún marco legal para regular nuestra actividad, todo eran obstáculos. La única solución que tenían era la ley que regula las cooperativas, que es la herramienta que finalmente han utilizado. Su estrategia fue dejar pasar el tiempo esperando que el problema se solucionara por sí mismo en favor de los dueños. Los trabajadores hemos podido superar las adversidades teniendo la parte económica fortalecida. La parte legal poco a poco se ha ido solucionando.

P.- ¿Cuál es la relación del sindicato con la federación del ramo a la que pertenecían y la burocracia sindical y que respuesta dieron cuando se recurrió a ellos?

R.- La confederación sectorial se vio obligada a publicar unas resoluciones en favor de la lucha ya que nosotros éramos miembros de la confederación, no porque realmente quisieran. Las centrales sindicales mostraron una aparente indiferencia ante el conflicto pero detrás de esto había intentos activos de socavar la lucha

P.- ¿Por qué ese interés en socavar la lucha?

R.- Porque las luchas autogestionadas desde abajo ponen en tela de juicio el papel de la burocracia sindical. Si todos los conflictos se organizasen de esa forma, los sindicalistas deberían abandonar sus privilegios.

P.- ¿Cómo os organizáis en el sindicato?

R.- Poco a poco nos dimos cuenta de que la manera horizontal era la más efectiva. Todo el mundo debía participar en la toma de decisiones. Nuestra toma de decisiones es sencilla, automática y horizontal. Podemos hacer una asamblea cada día y decidir cómo distribuir el trabajo y otros asuntos.

P.- ¿Os habéis basado en otras iniciativas similares de Europa u otros lugares para llegar a esta organización horizontal?

R.- Al principio habíamos escuchado varias cosas sobre este tipo de organización pero no estábamos tan informados. Había gente dentro de la unión de trabajadores que tenía una cultura proletaria y veía a todos los trabajadores como iguales. Hicieron la propuesta de organizarse horizontalmente y esto fue aceptado. Hemos llegado a un punto donde estamos muy satisfechos con nuestra forma de organización sin embargo sabemos que no es perfecta por lo que seguramente será mejorada en el futuro.

P.- ¿Qué relación tenéis con formaciones políticas?

R.- Se ha decidido que los trabajadores que apoyen a una formación política lo dejen en la puerta de la fábrica y se interesen sólo por el bien de los trabajadores y hasta ahora lo hemos conseguido. Tenemos, sin embargo, una relación abierta con varias formaciones políticas porque nuestro proyecto es un proceso abierto pero en ningún caso interferirán con nuestras decisiones.

P.- En cuanto a los apoyos exteriores ¿Cuál ha sido el más influyente?

R.- Sin duda los trabajadores de las empresas autogestionadas de Argentina. Eran las mismas ideas que teníamos nosotros. La clase trabajadora es igual en todo el mundo. Pasaron por lo mismo que nosotros. Los trabajadores de otros lugares de Europa están más acomodados y cubiertos por el Estado de bienestar y no tienen las mismas formas de lucha que nosotros.

P.- ¿Qué aciertos y equivocaciones opináis que ha habido?

R.- Perdimos mucho tiempo intentando buscar una solución por la vía oficial (política y sindical). Esto nos restó fuerza y tiempo. Había muchos trabajadores que no eran miembros de la unión de base y no querían hacerse de la unión de base por que estaban muy cerca del dueño y aceptamos luchar con ellos a pesar de saber que sus fines eran otros. Esto resultó problemático para la lucha por que estuvieron socavándola. En cuanto a los aciertos todavía no podemos hablar mucho porque es temprano. Ahora queremos perfeccionar la manera de autogestionar la fábrica e implicar a la sociedad dentro del funcionamiento de la fábrica.

P.- ¿Todo el proceso fue pacífico o hubo algún momento de tensión?

R.- No hubo tensiones en la fábrica pero sí en las manifestaciones, entre policía y manifestantes pero la policía nunca entró en la fábrica. Su forma de intentar sabotearnos no fue la represión directa sino convencer a ex compañeros de que se opusieran a esta lucha.

P.- ¿En manos de quién está la propiedad oficial de la factoría?

R.- Vio.Me es parte de una empresa más grande que quebró. Los activos de la misma tras esto pasaron a manos del Estado según la ley de quiebras. Hay un administrador puesto por el Estado cuyo trabajo es vender estos activos y dar este dinero a los acreedores de la empresa, entre ellos están algunos trabajadores.

P.- ¿Mantienen contactos con los trabajadores que emigraron o encontraron otros trabajos?

R.- Por ejemplo, un compañero que está en Alemania ha firmado por la cooperativa para volver. Otro que está en Australia manifiesta su voluntad de volver. Otros trabajadores que encuentran trabajos temporales tienen sus ojos puestos en la fábrica para volver lo antes posible. Somos una iniciativa libertaria y cada uno puede operar como quiera.

P.- ¿La producción sigue siendo la misma que antes de la ocupación?

R.- La producción en gran medida ha cambiado. Ahora tenemos una filosofía nueva producimos productos que no dañan al medio ambiente y no contaminan ni dejan residuos. Además es una producción que podemos financiar nosotros mismos y podemos tener un producto asequible a las familias de trabajadores.

P.- Antes de ser legal (la fabrica se legalizó como cooperativa 2 días antes de esta entrevista) a quién vendíais los productos y cómo?

R.- Tuvimos problemas a la hora de distribuir el producto  ya que nuestra filosofía es que el producto sea accesible y necesitamos vender mucho volumen. Resultó muy difícil distribuirlo de manera informal. La clave para sobrepasar estos problemas fue el movimiento de solidaridad que encontraron los contactos y distribuyeron el producto.

P.- ¿Hay mujeres integradas en el proyecto?

R.- Por el momento una, pero esperamos y deseamos que se unan más.

http://iceautogestion.org/index.php?option=com_content&view=article&id=654%3Aentrevista-con-makis-anagnostou&catid=19%3Anoticias&utm_source=feedburner&utm_medium=email&utm_campaign=Feed%3A+Icea+%28ICEA%29

Obsolescencia programada o cómo las ampolletas dispararon el consumismo

por BBC Mundo

Todas las compañías del mundo están constantemente tratando de que gastemos dinero. Los artículos que se vuelven obsoletos casi instantáneamente están en el corazón del consumismo.

Gran parte de Occidente es un mundo de un consumo casi ilimitado, pero eso no es accidental: el ciclo del incesante gasto y descarte fue tramado.

¿Cómo? Para descubrirlo, hay que ir a Berlín, Alemania.

En los años 20, los manufactureros tuvieron una idea que se convertiría en una piedra fundamental de la economía de consumo: limitar artificialmente la vida útil de los productos.

Se le denominó «obsolescencia programada», es decir, hacer cosas deliberadamente diseñadas para fallar.

Y la obsolescencia programada empezó con uno de los productos de consumo más básicos: la bombilla, el bombillo, el foco o lamparita.

Muro de Berlín

El modelo para el consumismo moderno se quedó escondido detrás del Muro de Berlín.

 La antigua fábrica de Osram en Berlín Oriental escondió un secreto hasta la caída del Muro de Berlín.

A principios de la década de los 90, el investigador alemán Helmut Herger encontró unos documentos olvidados.

«Yo conocía a la gente del Consejo de Trabajadores de la fábrica de bombillas y sabía que cuando la cerraron, habían guardado el archivo», le cuenta Herger a la BBC.

Los documentos revelaron un acuerdo secreto extraordinario que proveería el modelo para la obsolescencia de consumo con la que vivimos hoy en día.

El cartel Phoebus

Hace unos 90 años, un cartel global de empresas tomó una decisión coordinada para reducir la vida útil de las bombillas. Se le conoce como el cartel Phoebus.

Detalle del documento del cartel Phoebus

Este es el documento madre de lo que se conoce como la «obsolescencia planificada».

Su originador fue el entonces presidente de Osram, William Meinhardt, quien quería estandarizar y controlar la manera en la que se fabricaban las bombillas.

En 1924, los líderes de las más grandes compañías eléctricas se encontraron en Ginebra y llegaron a un acuerdo.

El objetivo era aumentar las ganancias fijando conjuntamente los precios y las cuotas de producción. Además, dictar el tiempo que podía durar un foco de luz.

Las reglas que gobernaban la forma en la que el cartel controlaría la producción eran precisas y detalladas.

«Antes de que existiera el cartel Phoebus, una bombilla eléctrica tenía una vida útil de 2.500 horas», explica Herger. «La normativa lo redujo a mil horas».

Bombillos producción

En los años 20, las firmas que producían bombillas acordaron reducirles la vida útil en un 60%.

Las bombillas que duraban más tiempo brillaban menos. Las empresas alegaban que la reducción a mil horas era la mejor solución cuando se tenían en cuenta dos factores: durabilidad y eficiencia.

No obstante, el impacto en las ventas fue fenomenal. El año en el que el acuerdo fue firmado, un ejecutivo de una compañía de luz escribió…

«Todos los fabricantes… se comprometieron con nuestro programa de estandarización… se espera que duplique el negocio de todas las partes en menos de cinco años».

Y si una compañía violaba las leyes del cartel, era multada.

Las leyes estipulaban claramente multas en moneda suiza cada vez más altas si se descubría que los bombillos duraban 20, 50, 75 horas, etc. más de lo acordado.

Secreto a voces

La Segunda Guerra Mundial le puso fin al cartel de Phoebus, pero Helmut Herger ha seguido encontrando evidencia de obsolescencia programada.

Helmut Herger

Herger sigue encontrando evidencia de obsolescencia planificada.

Y hay otros investigando cómo funciona hoy en día. A uno de ellos, Stefan Schlegle, de la Universidad Técnica de Berlín, no deja de sorprenderle cuán generalizada es la práctica.

«La obsolescencia programada es un secreto a voces», le dice a la BBC.

«Cuando hablo con gerentes profesionales en congresos y reuniones, dicen: ‘Todos sabemos de eso'».

Schlegel ha identificado obsolescencia en todo, desde máquinas de lavar con elementos térmicos que fallan muy pronto, hasta cepillos de dientes sellados para evitar el cambio de baterías.

El ejemplo más claro es el cartucho de tóner de las impresoras.

Cartucho de tóner

Cuando el cartucho de tóner dice que está vacío, miente.

«Contiene un contador, que cuenta cuántas páginas se han impreso, de 0 a 50.000. Es entonces cuando la máquina avisa que el cartucho está vacío».

«Pero uno lo puede reiniciar: tengo un amigo que, en vez de ir a comprar un cartucho nuevo, como hacemos casi todos, lo vuelve a poner en 0 y lo mete en la impresora de nuevo… y sigue imprimiendo. ¡Lo ha hecho hasta tres veces!».

Bombillos

La bombilla fue apenas el primer producto programado para fallar a conveniencia de quienes la venden.

Hoy en día, la obsolescencia programada forma parte del tejido de nuestra vida cotidiana; vivimos en un mundo en el que los productos están diseñados para que tengan una vida útil limitada, lo aceptamos y pocas veces lo cuestionamos.

Es más: el concepto se ha ido sofisticando al punto que ya no es siquiera necesario que un producto deje de funcionar para que se torne obsoleto. Piense en todos los aparatos eléctricos que la gente cambia sólo porque salió uno más nuevo.

En una de las ya tradicionales filas que se forman frente a las tiendas de Apple cada vez que va a salir a la venta un nuevo producto, la BBC le preguntó a un chico que había estado esperando 18 horas por qué era tan importante para él cambiar su teléfono por el último modelo inmediatamente.

«Porque esta vez son de colores diferentes», respondió.

http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2014/09/140902_los_que_nos_hicieron_comprar_finde_dv.shtml

Chile: Repensando el Cooperativismo

Por Cristian Sotomayor Demuth en Factor C.  Fotografías de ‘Cultura Libre’.

El sábado 23 de agosto de 2014 se realizó el encuentro «Repensar el Cooperativismo», coordinado por el «Grupo de Estudios de Autogestión y Cooperativismo» y la organización «Cultura Libre». La jornada tuvo lugar en uno de los salones de la Casa Central de la Pontificia Universidad Católica de Chile, ubicada en el centro de Santiago. El espacio de reflexión sobre trabajo colaborativo finalizó con los participantes aprendiendo a jugar Coopoly.

De acuerdo a los organizadores, el objetivo de este encuentro fue «pensar y repensar el cooperativismo de acuerdo a nuevas formas de interacción social, unirlo a las herramientas tecnológicas y movimientos sociales que tienen, en este tiempo, una visión más amplia, que permite proponer de forma colectiva un cambio al modelo de sociedad, tomando como punto de partida la filosofía colaborativa de las cooperativas.»

Para plasmar distintos aspectos del cooperativismo, se contó con la participación de diferentes actores con una vasta historia de trabajo en distintas líneas ligadas a él, desde las economías colaborativas y los bienes comunes hasta el comercio justo y economía social.

«¿QUÉ, CÓMO Y PARA QUIÉN»

En el primer panel, llamado «Cooperativas: ¿qué, cómo y para quién?», se presentaron las posturas más institucionales del mundo del cooperativismo. Estuvo el académico de la UC, Juan Guillermo Espinosa, presidente del Instituto Desarrollo y Participación e integrante del Grupo de Estudios Autogestión y Cooperativismo Geac-UC; Eduardo Letelier, economista, coordinador de Ecosol Chile, y Gerardo Wijnant, director de SER–Responsabilidad y consultor en Comercio Justo en Proqualitas.

Juan Guillermo EspinosaInició las ponencias el profesor Juan Guillermo Espinosa, ingeniero Civil de la Universidad de Chile, master y doctor en Economía por la Universidad de Cornell, EUA, quien fue co-autor del clásico libro «Democracia económica: la participación de los trabajadores en la industria chilena, 1970–1973». El también académico deFlacso, señaló que «Desde la implantación del neoliberalismo en el mundo, el cooperativismo ha sido una ‘rara avis‘, algo extraño dentro de todo el sistema capitalista internacional. Agregó que, hoy en día, a nivel mundial existen más de 800 mil empresas cooperativas, con más de mil millones de socios en los cinco continentes, lo cual «es una magnitud heroica después de todas las crisis y retrocesos». Explicó que estos son datos de la ACI que no figuran en los grandes medios de comunicación.

Indicó que, según los registros disponibles, en Chile, en donde las cooperativas tienen presencia desde hace 150 años, actualmente existen unas 1.400 unidades, que agrupan a casi un millón 700 mil socios. Aunque concentradas en la Región Metropolitana y Valparaíso, también hay bastantes en las regiones de la Araucanía y de Los Lagos. El académico expresó que es un sector disperso, diverso y con muchas diferencias de tamaño, actividad, caracterización de los asociados y grados de democracia interna.

Recordó que en los últimos 40 años no han existido políticas públicas de fomento y apoyo al cooperativismo, sino que sólo fiscalización, situación que ha cambiado a contar de este año, con la reorganización del Decoop. Manifestó que los actuales desafíos son retomar la educación e información sobre este tema -lo cual también estuvo ausente desde la dictadura-; perfeccionar y profundizar la gestión democrática de las organizaciones, así como diseñar adecuadas políticas públicas.

La segunda presentación estuvo a cargo de Eduardo Letelier, director de la ONG CET Sur, quien afirmó que la Economía Social y Solidaria (ESS) es un proceso en construcción, con valores y principios propios, vinculados a la sociedad civil, diferente de la racionalidad instrumental del capital y del sector de intercambios (mercado), pero también distinto del sector regulado o estatal. Son emprendimientos que funcionan con criterios de reciprocidad, cooperación, comensalidad o donación, y que adoptan diversas formas de propiedad.

El profesional aseguró que no todas las experiencias de ESS tienen intención de cambiar la sociedad, como es el caso de las organizaciones filantrópicas o de caridad, en cambio sí la poseen aquellas que están más relacionadas con los movimientos sociales. También explicó que existen tres matrices: la liberal, la desarrollista, y la del Buen Vivir, donde conviven una pluralidad de visiones: ecologistas, cristianos, indígenas, etc. Y que, en cuanto a políticas públicas, hay dos referentes principales: el caso de Ecuador y el de Brasil.

Además, dejó a todos invitados para el 4º Encuentro Nacional de ESS, que se llevará a cabo los días 6 y 7 de noviembre, en el edificio del ex Congreso Nacional, en Santiago de Chile.

Eduardo y GerardoEn tercer lugar, hizo uso de la palabra Gerardo Wijnant, ingeniero civil, quien reflexionó sobre el Comercio Justo (CJ) como herramienta que facilita la conformación de una ESS, y que el modelo cooperativo es donde mejor se desarrolla esta modalidad de intercambios. Explicó que el movimiento del CJ surgió en la década del 60-70, como una forma de acercar a consumidores y productores, que éstos tuvieran mejores precios para sus bienes, y para que los consumidores fueran más conscientes de que pueden aportar a crear una sociedad mejor. Respeto, transparencia y diálogo, y necesidad de comprometerse en una relación transaccional que beneficia por igual al productor y al consumidor, son los principios de este movimiento.

Luego, efectuó un resumen de los 10 estándares del CJ: priorizar a los productores más vulnerables, a los más alejados del acceso a la comercialización; pago de un precio justo y oportuno; eliminar intermediarios; equidad de género y no discriminación; convencimiento de que es importante lo que hay detrás del proceso productivo; no al trabajo infantil (ejemplo del cacao); respeto al medioambiente y a la diversidad; y trabajo en condiciones seguras y adecuadas.

Para terminar, precisó que para que la ESS se desarrolle, hay cinco ámbitos que se deben trabajar fuerte y en paralelo: consumidores, sector público (generar políticas públicas), movimientos sociales, medios de comunicación, y academia (universidad, educación).

A continuación, se dio la palabra para que el público hiciera comentarios o preguntas. Letelier y Wijnant resaltaron la constitución, el pasado 19 de junio, del Consejo Consultivo Público-Privado de Desarrollo Cooperativo y de la Economía Social, pero advirtieron que la sociedad civil va atrasada en este proceso, por lo que es preciso superar el individualismo, el querer hacer las cosas a solas, la rivalidad, y fomentar la integración y la unidad.

El coordinador de Ecosol dijo que así como la economía hegemónica crece acumulando capital, la ESS se desarrolla mediante la articulación de sus protagonistas, por lo que aconsejó construir circuitos económicos solidarios, que incluyan la comunicación, el financiamiento y la comercialización. En tanto, el consultor de CJ aseveró que, comparado con 15 años atrás, ahora las condiciones son mucho mejores para crear alternativas, por lo que la responsabilidad de aprovechar esta coyuntura es de los propios actores sociales.

PASADO, PRESENTE Y FUTURO

Luego, se presentaron los antecedentes históricos con datos del cooperativismo en el mundo y cómo se fue construyendo en Chile. En el panel «Cooperativas: pasado, presente y futuro» hablaron Camilo Hunneus, ingeniero de la Universidad Católica y  miembro de Kunlabora; Arturo Salinas, presidente de la Cooperativa Huertos Obreros José Maza, de La Pintana, y Sebastián Flores, integrante de Coenergía.

Repensarcooperativismo2Según Camilo Hunneus, en la historia de la cooperación existen tres corrientes: la anglosajona, iniciada por Robert Owen en Gran Bretaña y que incluye a los pioneros de Rochdale; la latina, originada en las cooperativas de trabajo en Francia y Bélgica, con el apoyo de la Iglesia Católica, y cuyo referente principal es el complejo cooperativo de Mondragón en el País Vasco, y la yugoslava, implementada por Tito pero que entró en contradicción con el sistema de partido único. El ingeniero concluyó aseverando que el principal desafío es producir con calidad en las empresas manejadas por sus trabajadores y consumidores.

Por su parte, Arturo Salinas apuntó las etapas del cooperativismo en Chile, con una fase inicial entre 1887 y 1924; otra de iniciativa legal entre 1925 y 1963, pasando a una de desarrollo desde el Estado, de 1964 hasta 1970, para seguir con una de «ambigüedad», entre 1971 y 1974; a otra de «crisis», de 1975 a 1989, y finalmente llegar a la etapa actual, desde 1990 hasta ahora.

El dirigente explicó que su cooperativa fue creada en 1936 y consolidada en 1941, mediante una ley de huertos obreros y familiares. Acto seguido, planteó que actualmente debiera poder replicarse esa experiencia a otra escala, «que la vivienda social se asociara a terrenos para hacer huertos». Finalizó invitando a un encuentro nacional de huertos y agricultura urbana, que se realizará en noviembre.

Posteriormente, Sebastián Flores contó la experiencia de su cooperativa de trabajo, en donde laboran nueve socios y cuatro colaboradores, entre ingenieros, técnicos, administrativos y obreros especializados. Comentó las dificultades que tuvieron para entrar al mercado, debido a las trabas y prejuicios que existen por tratarse de una cooperativa. Comentó que se ahorran los sueldos de supervisión y control, y que todos ganan sueldos similares. Confesó que se han dado cuenta del nivel de explotación y sustracción de plusvalía que existe en el rubro, situación amparada por la legislación.

El profesional expuso que se demoraron un año y medio en consolidarse laboralmente, y que han aprendido de errores y equivocaciones. Señaló que les ha servido para cuestionarse la división social del trabajo y entender la cooperativa como una herramienta política, además de dar trabajo a los asociados y satisfacer necesidades de la gente. Expuso que en Chile hay registradas 230 cooperativas de trabajo, pero que sólo están activas 14.

«La ley hace muy caro y tedioso formar una cooperativa; por eso ahora ayudamos a otros en ese proceso», agregó.

«¿ES POSIBLE EL COOPERATIVISMO EN CHILE?»

Repensarcooperativismo3En un tercer panel se discutió sobre el rol del Estado, las relaciones sociales y económicas para dar respuesta a la pregunta «¿Es posible el cooperativismo en Chile?», en un análisis y crítica del sistema actual de cooperativas. En esta mesa presentaron Santiago Arcos, economista y fundador de la Universidad Nómade de América Latina; Pablo Beltrán y Susana Aravena, de la Red de Hábitat Popular.

Susana Aravena contó que la Red de Hábitat Popular nació en 2010 y que está compuesta por personas y organizaciones que tienen por objetivo desarrollar experiencias autogestionarias en vivienda a través del modelo cooperativo. Relató que la inquietud apareció en 2008, cuando tuvieron encuentros con organizaciones del otro lado de la cordillera de los Andes. Añadió que integran la Secretaría Latinoamericana de Vivienda Popular (Selvip), que es una coordinación creada en 1991 en Sao Paulo.

La profesional recordó que antes del golpe de Estado de 1973, en Chile existía un fuerte movimiento de cooperativas de vivienda, así como habitaciones construidas por corporaciones estatales, todas elaboradas con gran calidad y para sectores medios y populares. En cambio, a partir de la dictadura y la implantación del modelo neoliberal, se establece un esquema subsidiario, en que, al igual que en la salud y educación, se considera a los ciudadanos como consumidores, el Estado subsidia a la demanda, y el diseño, planificación y construcción se le entrega a las empresas privadas.

Aravena sostuvo que «estamos atrapados en la política habitacional chilena», en que el precio del suelo es el que determina la construcción de las viviendas sociales («soluciones habitacionales»), provocando la segregación, problemas de conectividad, una nueva pobreza urbana, malas condiciones de vida. «Hoy día, la política de vivienda está diseñada desde la Cámara Chilena de la Construcción, sentenció.

Ella señala que el punto de inflexión se produjo con el caso de las «casas de nylon», en 2000, cuando viviendas nuevas se llovieron durante el invierno. Ahí, explicó, comenzó el renacimiento de las organizaciones de pobladores que luchan por el derecho a una vivienda digna.

La especialista llamó a recordar la historia de la construcción de viviendas en Chile durante las décadas del 50 y 60, en que fue ejemplo para otros países del continente, así como a recuperar el cooperativismo de vivienda (no confundir con las llamadas «cooperativas de vivienda abiertas», que funcionan como inmobiliarias).

Susana Aravena relató que hoy están realizando experiencias piloto en tres lugares: en la comuna de Pedro Aguirre Cerda, en el barrio Yungay y en el cerro Cordillera de Valparaíso. Indicó que es preciso superar el individualismo y la falta de confianza que campean en la población chilena, y que el movimiento popular debe autogestionar sus capacidades para ser parte de la solución de sus problemas.

Por su parte, Pablo Beltrán se refirió al contexto actual, en que Chile es el país más neoliberal deSudamérica, y donde el Estado favorece a la empresa privada en desmedro del pueblo organizado. Afirmó que, a partir del golpe de Estado de 1973, se procedió a la desarticulación del tejido social, a la implantación del individualismo y el aumento de la desigualdad.

Además, manifestó que el actual escenario de desaceleración y eventual recesión económica, podría potenciar la asociatividad y generar mercados alternativos. «Hoy los consumidores son más conscientes y existen escuelas sindicales y populares», acotó. Agregó que el desafío es desarrollar un movimiento cooperativo que no sólo tenga fines económicos y sociales, sino que también sea una herramienta de transformación política. En este sentido, llamó a tener cuidado con «pseudo cooperativas», que en realidad son empresas capitalistas disfrazadas.

En su disertación, Santiago Arcos se centró en gran medida en torno a la noción de lo «Común» versus lo «Estatal-Público-Privado» y, sobre las cooperativas como punto de encuentro entre estos espacios de discusión. Expresó que es de gran importancia entender la propiedad común como el ejercicio de las singularidades, de cómo y qué hacer con el espacio común, más allá del Estado y de lo privado. Sus palabras apuntaron hacia cambios profundos de los paradigmas en los que estamos insertos, mostrando la necesidad de mirar «la propiedad» como posibilidad de construcción de espacios comunes reales, motivado por la voluntad, deseo y capacidad de transformación de las multitudes, que permitan un quiebre del eje imperante del capitalismo.

JUGANDO COOPOLY

CoopolyLa jornada, que comenzó a las 10:30 horas, finalizó durante la tarde de manera didáctica, presentando el juego ‘Coopoly’, que permite enseñar -jugando- sobre democracia, empoderamiento y colaboración. El encargado de explicar las reglas del juego, fue Andrew ‘Coop’ Stachiw, uno de sus creadores y miembro de The Toolbox for Education and Social Action.

El juego, que ayuda a formar cooperativas de trabajo y gestionar negocios colaborativamente, es una forma de entrenarse para coemprender proyectos productivos o de servicios. El equipo gana cuando es capaz de crear una nueva cooperativa, y en el transcurso los participantes deben velar por no quebrar ellos en forma individual ni como colectivo (uno para todos, todos para uno, y cada cual para sí mismo).

«Repensar el Cooperativismo», se llevó a efecto en uno de los salones de la Casa Central de la Pontificia Universidad Católica de Chile, ubicada en la comuna de Santiago, y fue producido por el «Grupo de Estudios de Autogestión y Cooperativismo» y la organización «Cultura Libre«, con el apoyo de la consultora Kunlabora. La actividad, a la que llegaron unas 50 personas, contó con un intermedio en que los asistentes pudieron degustar alimentos y bebidas elaborados por talleres de pueblos originarios.

En conclusión, el encuentro puso acento en la importancia de construir una economía alternativa, mediante el encadenamiento productivo entre cooperativas y federaciones de ellas, sumado a las decisiones de consumo de cada persona, al preferir bienes y servicios de estos mercados por sobre los tradicionales.

http://www.factor-c.cl/archivo/14-ciencia-y-tecnologia/162-repensar-el-cooperativismo

115° Capítulo de ECONONUESTRAS 1-sep-2014

Abriendo Septiembre comentamos el alza del Transantiago, los últimos sucesos en torno a la Reforma Educacional, huelga y fondos buitres en Argentina y 4 casos de Autogestión en el Mediterráneo.

Cooperativas de Trabajo: Islas de autogestión en un mar capitalista

por Ramon Samblas. Publicado en Solidaridad Obrera

El cooperativismo como movimiento organizado aparece poco después del nacimiento del capitalismo industrial y supone una reacción de los obreros y obreras frente a la brutalidad de este sistema. Previamente, en épocas pasadas, habían existido entidades y agrupaciones que tenían rasgos similares a las cooperativas.

Un ejemplo de esto son las asociaciones de arrendamiento de tierras en Babilonia, o colectividades campesinas en Rusia, entre otros. Si bien es cierto que a finales del siglo XVIII y principios del XIX habían existido proyectos de vida en comunidad y de carácter cooperativo, muchos historiadores fijan el nacimiento del cooperativismo moderno en la experiencia de los Pioneros de Rochdale (‘Rochdale Equitable Pioneers Society’) , 1844, con la constitución de una despensa comunitaria entre un grupo de trabajadores de la industria textil.

Desde sus orígenes, las cooperativas son concebidas como un mecanismo de defensa y, a la vez, de solidaridad económica de todos aquellos que estamos abajo, contra quien domina la sociedad. Durante la primera mitad del siglo XIX, la clase trabajadora hará uso de las cooperativas para trabajar de forma autónoma, para dar trabajo a compañeros y compañeras represaliadas en luchas sindicales y así «limpiar» su expediente laboral, para prestarse dinero intentando huir de la usura o para adquirir bienes de consumo fuera del economato de la empresa o desarrollar actividades de carácter lúdico y cultural para sus asociados. Entonces no es de extrañar que en la Barcelona del primer tercio del siglo XX todas las tendencias ideológicas que organizaban con más o menos éxito la clase obrera (anarquistas, socialistas y republicanos) tuvieran sus propias cooperativas. Muchas veces las cooperativas estaban fuertemente vinculadas a los sindicatos de clase, aunque a veces la relación entre cooperativas y sindicatos no fuera fácil.

Uno de los rasgos diferenciales de las cooperativas de trabajo es que sus socios son a la vez sus trabajadores. Esta dualidad es la fuente de su fortaleza como proyecto de autoempleo, pero también la fuente de todas sus contradicciones y límites. Las cooperativas de trabajo son empresas controladas por sus trabajadores y pueden demostrar que una empresa puede funcionar de manera asamblearia y con elementos de horizontalidad, convirtiéndose así en transmisores de un mensaje muy poderoso. Sin embargo, las actividades de las cooperativas se desarrollan en el marco del sistema capitalista, con todas las consecuencias que conlleva.

La consecuencia principal es la necesidad de ser competitivo para sobrevivir como empresa y el hecho de caer en la autoexplotación para conseguirlo. Otro factor que alimenta esta autoexplotación es la falta de financiación inicial que sufren gran parte de las cooperativas que empiezan y que en la carrera de obstáculos de la competitividad pone a muchas cooperativas de trabajo en una posición de clara desventaja que retroalimenta esta autoexplotación y falta de competitividad, convirtiéndose así en un pez que se muerde la cola.

Si bien es cierto que las cooperativas de trabajo tienen estos límites, éstos no la invalidan como una salida laboral. En muchos casos, ha evitado la atomización de grupos de trabajadores después de luchas que desgraciadamente no terminan bien o simplemente sirven para generar una fuente de autoempleo, sin caer en la explotación de terceras personas y para organizar su actividad laboral con un mínimo de ética. Incluso en ciertas profesiones de tipo artístico, profesional o artesanal, marcadamente individualizadas, las cooperativas pueden convertirse en herramientas para agrupar personas que de otra manera estarían aisladas y desprotegidas.

Ahora bien, debemos ser conscientes de que la creación e incluso multiplicación de cooperativas no supone por sí misma la creación de un «postcapitalismo», ni tampoco es sinónimo de «colectivización». Es más, no sólo no representan un elemento revolucionario por sí solas, sino que incluso pueden llegar a jugar un papel socialmente pernicioso, como ha mostrado Mondragón Corporación Cooperativa.

Desde sus inicios a finales de los años cincuenta, cuando sectores de la iglesia en Guipúzcoa crearon la primera cooperativa de fabricación de cocinas, con la intención de alejar la clase trabajadora del cinturón industrial guipuzcoano del sindicalismo y sus luchas, hasta hoy día, que llega a su declive y ha comenzado a despedir a sus propios socios-trabajadores, sin olvidar toda su fase expansiva donde poco a poco fue diluyendo sus principios cooperativistas y asamblearios iniciales, para ir ampliando la brecha salarial entre gerentes y trabajadoras.

Sin embargo, cuando las cooperativas no dan la espalda a sus principios, los mismos que convirtieron en una pata del movimiento obrero- pueden llegar a constituir un espacio muy didáctico para interrelacionarse en un espacio de trabajo en condiciones de igualdad y generar un polo de pensamiento crítico. Eso sí, para acabar con el sistema necesitaremos herramientas mucho más potentes que la llamada «economía social», ya que sólo con la confrontación directa se puede derrotar el capitalismo o, como mínimo, evitar que continúe avanzando y depredando nuestras condiciones de vida y trabajo.

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