Chile: Repensando el Cooperativismo

Por Cristian Sotomayor Demuth en Factor C.  Fotografías de ‘Cultura Libre’.

El sábado 23 de agosto de 2014 se realizó el encuentro «Repensar el Cooperativismo», coordinado por el «Grupo de Estudios de Autogestión y Cooperativismo» y la organización «Cultura Libre». La jornada tuvo lugar en uno de los salones de la Casa Central de la Pontificia Universidad Católica de Chile, ubicada en el centro de Santiago. El espacio de reflexión sobre trabajo colaborativo finalizó con los participantes aprendiendo a jugar Coopoly.

De acuerdo a los organizadores, el objetivo de este encuentro fue «pensar y repensar el cooperativismo de acuerdo a nuevas formas de interacción social, unirlo a las herramientas tecnológicas y movimientos sociales que tienen, en este tiempo, una visión más amplia, que permite proponer de forma colectiva un cambio al modelo de sociedad, tomando como punto de partida la filosofía colaborativa de las cooperativas.»

Para plasmar distintos aspectos del cooperativismo, se contó con la participación de diferentes actores con una vasta historia de trabajo en distintas líneas ligadas a él, desde las economías colaborativas y los bienes comunes hasta el comercio justo y economía social.

«¿QUÉ, CÓMO Y PARA QUIÉN»

En el primer panel, llamado «Cooperativas: ¿qué, cómo y para quién?», se presentaron las posturas más institucionales del mundo del cooperativismo. Estuvo el académico de la UC, Juan Guillermo Espinosa, presidente del Instituto Desarrollo y Participación e integrante del Grupo de Estudios Autogestión y Cooperativismo Geac-UC; Eduardo Letelier, economista, coordinador de Ecosol Chile, y Gerardo Wijnant, director de SER–Responsabilidad y consultor en Comercio Justo en Proqualitas.

Juan Guillermo EspinosaInició las ponencias el profesor Juan Guillermo Espinosa, ingeniero Civil de la Universidad de Chile, master y doctor en Economía por la Universidad de Cornell, EUA, quien fue co-autor del clásico libro «Democracia económica: la participación de los trabajadores en la industria chilena, 1970–1973». El también académico deFlacso, señaló que «Desde la implantación del neoliberalismo en el mundo, el cooperativismo ha sido una ‘rara avis‘, algo extraño dentro de todo el sistema capitalista internacional. Agregó que, hoy en día, a nivel mundial existen más de 800 mil empresas cooperativas, con más de mil millones de socios en los cinco continentes, lo cual «es una magnitud heroica después de todas las crisis y retrocesos». Explicó que estos son datos de la ACI que no figuran en los grandes medios de comunicación.

Indicó que, según los registros disponibles, en Chile, en donde las cooperativas tienen presencia desde hace 150 años, actualmente existen unas 1.400 unidades, que agrupan a casi un millón 700 mil socios. Aunque concentradas en la Región Metropolitana y Valparaíso, también hay bastantes en las regiones de la Araucanía y de Los Lagos. El académico expresó que es un sector disperso, diverso y con muchas diferencias de tamaño, actividad, caracterización de los asociados y grados de democracia interna.

Recordó que en los últimos 40 años no han existido políticas públicas de fomento y apoyo al cooperativismo, sino que sólo fiscalización, situación que ha cambiado a contar de este año, con la reorganización del Decoop. Manifestó que los actuales desafíos son retomar la educación e información sobre este tema -lo cual también estuvo ausente desde la dictadura-; perfeccionar y profundizar la gestión democrática de las organizaciones, así como diseñar adecuadas políticas públicas.

La segunda presentación estuvo a cargo de Eduardo Letelier, director de la ONG CET Sur, quien afirmó que la Economía Social y Solidaria (ESS) es un proceso en construcción, con valores y principios propios, vinculados a la sociedad civil, diferente de la racionalidad instrumental del capital y del sector de intercambios (mercado), pero también distinto del sector regulado o estatal. Son emprendimientos que funcionan con criterios de reciprocidad, cooperación, comensalidad o donación, y que adoptan diversas formas de propiedad.

El profesional aseguró que no todas las experiencias de ESS tienen intención de cambiar la sociedad, como es el caso de las organizaciones filantrópicas o de caridad, en cambio sí la poseen aquellas que están más relacionadas con los movimientos sociales. También explicó que existen tres matrices: la liberal, la desarrollista, y la del Buen Vivir, donde conviven una pluralidad de visiones: ecologistas, cristianos, indígenas, etc. Y que, en cuanto a políticas públicas, hay dos referentes principales: el caso de Ecuador y el de Brasil.

Además, dejó a todos invitados para el 4º Encuentro Nacional de ESS, que se llevará a cabo los días 6 y 7 de noviembre, en el edificio del ex Congreso Nacional, en Santiago de Chile.

Eduardo y GerardoEn tercer lugar, hizo uso de la palabra Gerardo Wijnant, ingeniero civil, quien reflexionó sobre el Comercio Justo (CJ) como herramienta que facilita la conformación de una ESS, y que el modelo cooperativo es donde mejor se desarrolla esta modalidad de intercambios. Explicó que el movimiento del CJ surgió en la década del 60-70, como una forma de acercar a consumidores y productores, que éstos tuvieran mejores precios para sus bienes, y para que los consumidores fueran más conscientes de que pueden aportar a crear una sociedad mejor. Respeto, transparencia y diálogo, y necesidad de comprometerse en una relación transaccional que beneficia por igual al productor y al consumidor, son los principios de este movimiento.

Luego, efectuó un resumen de los 10 estándares del CJ: priorizar a los productores más vulnerables, a los más alejados del acceso a la comercialización; pago de un precio justo y oportuno; eliminar intermediarios; equidad de género y no discriminación; convencimiento de que es importante lo que hay detrás del proceso productivo; no al trabajo infantil (ejemplo del cacao); respeto al medioambiente y a la diversidad; y trabajo en condiciones seguras y adecuadas.

Para terminar, precisó que para que la ESS se desarrolle, hay cinco ámbitos que se deben trabajar fuerte y en paralelo: consumidores, sector público (generar políticas públicas), movimientos sociales, medios de comunicación, y academia (universidad, educación).

A continuación, se dio la palabra para que el público hiciera comentarios o preguntas. Letelier y Wijnant resaltaron la constitución, el pasado 19 de junio, del Consejo Consultivo Público-Privado de Desarrollo Cooperativo y de la Economía Social, pero advirtieron que la sociedad civil va atrasada en este proceso, por lo que es preciso superar el individualismo, el querer hacer las cosas a solas, la rivalidad, y fomentar la integración y la unidad.

El coordinador de Ecosol dijo que así como la economía hegemónica crece acumulando capital, la ESS se desarrolla mediante la articulación de sus protagonistas, por lo que aconsejó construir circuitos económicos solidarios, que incluyan la comunicación, el financiamiento y la comercialización. En tanto, el consultor de CJ aseveró que, comparado con 15 años atrás, ahora las condiciones son mucho mejores para crear alternativas, por lo que la responsabilidad de aprovechar esta coyuntura es de los propios actores sociales.

PASADO, PRESENTE Y FUTURO

Luego, se presentaron los antecedentes históricos con datos del cooperativismo en el mundo y cómo se fue construyendo en Chile. En el panel «Cooperativas: pasado, presente y futuro» hablaron Camilo Hunneus, ingeniero de la Universidad Católica y  miembro de Kunlabora; Arturo Salinas, presidente de la Cooperativa Huertos Obreros José Maza, de La Pintana, y Sebastián Flores, integrante de Coenergía.

Repensarcooperativismo2Según Camilo Hunneus, en la historia de la cooperación existen tres corrientes: la anglosajona, iniciada por Robert Owen en Gran Bretaña y que incluye a los pioneros de Rochdale; la latina, originada en las cooperativas de trabajo en Francia y Bélgica, con el apoyo de la Iglesia Católica, y cuyo referente principal es el complejo cooperativo de Mondragón en el País Vasco, y la yugoslava, implementada por Tito pero que entró en contradicción con el sistema de partido único. El ingeniero concluyó aseverando que el principal desafío es producir con calidad en las empresas manejadas por sus trabajadores y consumidores.

Por su parte, Arturo Salinas apuntó las etapas del cooperativismo en Chile, con una fase inicial entre 1887 y 1924; otra de iniciativa legal entre 1925 y 1963, pasando a una de desarrollo desde el Estado, de 1964 hasta 1970, para seguir con una de «ambigüedad», entre 1971 y 1974; a otra de «crisis», de 1975 a 1989, y finalmente llegar a la etapa actual, desde 1990 hasta ahora.

El dirigente explicó que su cooperativa fue creada en 1936 y consolidada en 1941, mediante una ley de huertos obreros y familiares. Acto seguido, planteó que actualmente debiera poder replicarse esa experiencia a otra escala, «que la vivienda social se asociara a terrenos para hacer huertos». Finalizó invitando a un encuentro nacional de huertos y agricultura urbana, que se realizará en noviembre.

Posteriormente, Sebastián Flores contó la experiencia de su cooperativa de trabajo, en donde laboran nueve socios y cuatro colaboradores, entre ingenieros, técnicos, administrativos y obreros especializados. Comentó las dificultades que tuvieron para entrar al mercado, debido a las trabas y prejuicios que existen por tratarse de una cooperativa. Comentó que se ahorran los sueldos de supervisión y control, y que todos ganan sueldos similares. Confesó que se han dado cuenta del nivel de explotación y sustracción de plusvalía que existe en el rubro, situación amparada por la legislación.

El profesional expuso que se demoraron un año y medio en consolidarse laboralmente, y que han aprendido de errores y equivocaciones. Señaló que les ha servido para cuestionarse la división social del trabajo y entender la cooperativa como una herramienta política, además de dar trabajo a los asociados y satisfacer necesidades de la gente. Expuso que en Chile hay registradas 230 cooperativas de trabajo, pero que sólo están activas 14.

«La ley hace muy caro y tedioso formar una cooperativa; por eso ahora ayudamos a otros en ese proceso», agregó.

«¿ES POSIBLE EL COOPERATIVISMO EN CHILE?»

Repensarcooperativismo3En un tercer panel se discutió sobre el rol del Estado, las relaciones sociales y económicas para dar respuesta a la pregunta «¿Es posible el cooperativismo en Chile?», en un análisis y crítica del sistema actual de cooperativas. En esta mesa presentaron Santiago Arcos, economista y fundador de la Universidad Nómade de América Latina; Pablo Beltrán y Susana Aravena, de la Red de Hábitat Popular.

Susana Aravena contó que la Red de Hábitat Popular nació en 2010 y que está compuesta por personas y organizaciones que tienen por objetivo desarrollar experiencias autogestionarias en vivienda a través del modelo cooperativo. Relató que la inquietud apareció en 2008, cuando tuvieron encuentros con organizaciones del otro lado de la cordillera de los Andes. Añadió que integran la Secretaría Latinoamericana de Vivienda Popular (Selvip), que es una coordinación creada en 1991 en Sao Paulo.

La profesional recordó que antes del golpe de Estado de 1973, en Chile existía un fuerte movimiento de cooperativas de vivienda, así como habitaciones construidas por corporaciones estatales, todas elaboradas con gran calidad y para sectores medios y populares. En cambio, a partir de la dictadura y la implantación del modelo neoliberal, se establece un esquema subsidiario, en que, al igual que en la salud y educación, se considera a los ciudadanos como consumidores, el Estado subsidia a la demanda, y el diseño, planificación y construcción se le entrega a las empresas privadas.

Aravena sostuvo que «estamos atrapados en la política habitacional chilena», en que el precio del suelo es el que determina la construcción de las viviendas sociales («soluciones habitacionales»), provocando la segregación, problemas de conectividad, una nueva pobreza urbana, malas condiciones de vida. «Hoy día, la política de vivienda está diseñada desde la Cámara Chilena de la Construcción, sentenció.

Ella señala que el punto de inflexión se produjo con el caso de las «casas de nylon», en 2000, cuando viviendas nuevas se llovieron durante el invierno. Ahí, explicó, comenzó el renacimiento de las organizaciones de pobladores que luchan por el derecho a una vivienda digna.

La especialista llamó a recordar la historia de la construcción de viviendas en Chile durante las décadas del 50 y 60, en que fue ejemplo para otros países del continente, así como a recuperar el cooperativismo de vivienda (no confundir con las llamadas «cooperativas de vivienda abiertas», que funcionan como inmobiliarias).

Susana Aravena relató que hoy están realizando experiencias piloto en tres lugares: en la comuna de Pedro Aguirre Cerda, en el barrio Yungay y en el cerro Cordillera de Valparaíso. Indicó que es preciso superar el individualismo y la falta de confianza que campean en la población chilena, y que el movimiento popular debe autogestionar sus capacidades para ser parte de la solución de sus problemas.

Por su parte, Pablo Beltrán se refirió al contexto actual, en que Chile es el país más neoliberal deSudamérica, y donde el Estado favorece a la empresa privada en desmedro del pueblo organizado. Afirmó que, a partir del golpe de Estado de 1973, se procedió a la desarticulación del tejido social, a la implantación del individualismo y el aumento de la desigualdad.

Además, manifestó que el actual escenario de desaceleración y eventual recesión económica, podría potenciar la asociatividad y generar mercados alternativos. «Hoy los consumidores son más conscientes y existen escuelas sindicales y populares», acotó. Agregó que el desafío es desarrollar un movimiento cooperativo que no sólo tenga fines económicos y sociales, sino que también sea una herramienta de transformación política. En este sentido, llamó a tener cuidado con «pseudo cooperativas», que en realidad son empresas capitalistas disfrazadas.

En su disertación, Santiago Arcos se centró en gran medida en torno a la noción de lo «Común» versus lo «Estatal-Público-Privado» y, sobre las cooperativas como punto de encuentro entre estos espacios de discusión. Expresó que es de gran importancia entender la propiedad común como el ejercicio de las singularidades, de cómo y qué hacer con el espacio común, más allá del Estado y de lo privado. Sus palabras apuntaron hacia cambios profundos de los paradigmas en los que estamos insertos, mostrando la necesidad de mirar «la propiedad» como posibilidad de construcción de espacios comunes reales, motivado por la voluntad, deseo y capacidad de transformación de las multitudes, que permitan un quiebre del eje imperante del capitalismo.

JUGANDO COOPOLY

CoopolyLa jornada, que comenzó a las 10:30 horas, finalizó durante la tarde de manera didáctica, presentando el juego ‘Coopoly’, que permite enseñar -jugando- sobre democracia, empoderamiento y colaboración. El encargado de explicar las reglas del juego, fue Andrew ‘Coop’ Stachiw, uno de sus creadores y miembro de The Toolbox for Education and Social Action.

El juego, que ayuda a formar cooperativas de trabajo y gestionar negocios colaborativamente, es una forma de entrenarse para coemprender proyectos productivos o de servicios. El equipo gana cuando es capaz de crear una nueva cooperativa, y en el transcurso los participantes deben velar por no quebrar ellos en forma individual ni como colectivo (uno para todos, todos para uno, y cada cual para sí mismo).

«Repensar el Cooperativismo», se llevó a efecto en uno de los salones de la Casa Central de la Pontificia Universidad Católica de Chile, ubicada en la comuna de Santiago, y fue producido por el «Grupo de Estudios de Autogestión y Cooperativismo» y la organización «Cultura Libre«, con el apoyo de la consultora Kunlabora. La actividad, a la que llegaron unas 50 personas, contó con un intermedio en que los asistentes pudieron degustar alimentos y bebidas elaborados por talleres de pueblos originarios.

En conclusión, el encuentro puso acento en la importancia de construir una economía alternativa, mediante el encadenamiento productivo entre cooperativas y federaciones de ellas, sumado a las decisiones de consumo de cada persona, al preferir bienes y servicios de estos mercados por sobre los tradicionales.

http://www.factor-c.cl/archivo/14-ciencia-y-tecnologia/162-repensar-el-cooperativismo

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