Evolución y Cambio en la Clase Trabajadora

por ICEA

En este nuevo articulo cosecha propia de la casa, producto del Seminario El Devenir de la Clase Obrera, analizamos el concepto mismo de clase obrera. Algo que en principio se nos muestra difícil de definir por la pérdida de consistencia tanto ideológica como material del colectivo. Trabajador en el centro de trabajo, y ciudadano cuando ha terminado, muestran las facetas desintegradas del discurso militante y consciente, dejando en la actualidad el paso al “yo” circunscrito a la estricta individualidad, y que incluso en el momento de crisis actual no acaba por recomponerse en auténticos movimientos de oposición de masas permanentes, alrededor de los centros de trabajo.

DEFINICIÓN DE CLASE OBRERA

Hoy en día vemos una gran ambigüedad a la hora de definir la clase obrera y sus sinónimos, tales como, obrero, empleado, profesional, etc.…, para referirse a la clase trabajadora o para enfatizar el contexto en el que se hacen uso de estos conceptos en correlación o contraposición al concepto mismo de clase obrera.

Según la definición de Wikipedía i, vemos que Clase obrera o proletariado designa al conjunto de trabajadoras/es que, desde la revolución industrial, aportan básicamente el factor trabajo en la producción y a cambio reciben un salario o contraprestación económica, sin ser propietarios individuales de los medios de producción. El término se contrapone así a clase capitalista, sector social que acapara el capital.

En un sentido sociológico más vago y a la vez más restringido se entiende también por clase obrera, el conjunto de trabajadores industriales que perciben un salario. Con este término se la diferencia de otros grupos de trabajadores como los campesinos, los esclavos, los trabajadores autónomos o los empleados de servicios (este significado del término es equivalente al término inglés de blue collar workers (trabajadores de cuello azul), así como también White collar workers (trabajadores de cuello blanco) para referirse a los obreros y empleados respectivamente.

La palabra clase obrera empezó a utilizarse en castellano durante la segunda mitad del siglo XIX como traducción de la expresión inglesa working class (clase trabajadora) cabe remarcar aquí la distinción en el uso de la definición en países del área anglosajona e hispano parlante.

En castellano el término ha dejado de ser puramente descriptivo y es usado a la vez que evitado, con finalidades políticas. Su uso es frecuente dentro del marxismo, anarquismo, socialismo, comunismo y sindicalismo y es ignorado o marginado en el ideario de la derecha política.

LA DIVISION DEL TRABAJO SEGÚN EL MARXISMO TRADICIONAL

La clase obrera surge de la división del trabajo, siendo ésta una visión histórico-materialista del hombre que sale al mundo exterior para satisfacer el deseo de relacionarse con los demás y que el marxismo denomina conciencia social, pero el hecho clave de la división de clases, estaría en los tres hechos que conforman la división del trabajo:

•Distribución desigual del trabajado y sus productos.

•Aparición de la propiedad privada.

•Formación de las clases sociales, siendo este aspecto el que más nos interesa para nuestra definición, porque a raíz de la formación de clases sociales surge la conciencia de clase, que da lugar a la aparición y definición exacta de clase obrera.

Ampliando los factores identificatorios que ha tenido a lo largo de la historia humana, en la conciencia de grupo social pueden distinguirse los intereses objetivos y subjetivos que envuelven a una determinada clase social, dando lugar al mismo tiempo a la lucha de conciencias de clases que incluyen dinámicas de defensa, ataque y creación de condiciones sociales propias de una sociedad clasista y estratificada, característica central del capitalismo. A partir de la revolución industrial esta lucha de clases tal como nos explica el marxismo más tradicional tiene un matiz económico muy importante, ya que la división de clases que se da es entre la burguesía que posee los medios de producción y la clase obrera que vende su fuerza de trabajo a cambio de un salario.

OBREROS Y CIUDADANOS, DESESTRUCTURACION DE LA CLASE OBRERA

Hoy en día vamos a analizar si este esquema marxista es válido y está vigente a través de la obra del autor Andrés Bilbao “obreros y ciudadano” i

A finales del siglo XIX es cuando más conciencia de clase existe pero a la vez que llegan los dos a su cenit se dan las luchas más encarnizadas entre la burguesía y la clase obrera como es el caso de la creación del somaten (pistoleros de la patronal) en Catalunya para aplacar, reducir y eliminar a los líderes de la clase obrera catalana. En época actual la coincidencia en una misma persona de obrero-proletario y su conciencia de clase está más mermada dentro de la clase obrera actual.

Dentro de la desestructuración de la clase obrera según Andrés Bilbao vemos que hay dos tipos de clases sociales actualmente y que son vigentes, por un lado estaría la clase social objetiva y por otro la clase social subjetiva, en el primer caso en una realidad objetiva la realidad tiene nombre, apellidos,… y sirve para definir al proletariado, es decir la sociedad se articula según las clases sociales, en el segundo caso la construcción de la realidad es subjetiva que se hace desde el ámbito espacial que está dentro la empresa-centro de trabajo, y reúne a los individuos bajo unas determinadas características, es decir, porque tienen una empresa con aspectos diferentes al resto y esto los diferencia IKOA, COCACOKE,… y es también aquí cuando más se estratifica la sociedad aislando a los individuos de su conciencia, un ej. Es cuando se da la petulancia (subjetiva) de ciertos trabajadores de la banca, cuando dicen: “… no soy un trabajador, soy un empleado de banca”

Las clases sociales desde el punto de vista de la economía clásica permitía objetivar las clases sociales y sus relaciones, determinar los intereses de cada clase social y lo que se consiguió es antropomorfizar al proletariado pero a imagen y semejanza de la burguesía, es decir, converger la burguesía con el proletariado en una conexión de intereses objetivos, clases sociales y formas especificas de conciencia político-social, donde la clase social ya no está definida por su definición, no es raro ver en un lugar y con un intereses iguales a la burguesía con el proletariado, porque la burguesía se vio abocado al fracaso de su modelo social y tuvo que coger de las clases obreras para terminar en el cenit de su apogeo viendo como acentuando las diferencias, estas diferencias no se habían de pronunciar tanto, en ostentación de lujo, en bien de su propia clase como burguesía.

La economía y la política pasaron a tener entonces una cosmovisión de la clase obrera como centro a partir de un determinado momento histórico.

LA CLASE OBRERA ECONÓMICA Y LA CLASE OBRERA SOCIAL

Después de la antropomorfizacion se da un hecho clave en la visión general de la clase obrera porque se da la separación dentro de su definición del aspecto económico y del sociológico. Viéndose desde la economía como forma de dinero e intereses a la clase obrera y desde la sociología como resultado de la industrialización, la visión de clase explotada que se da desde la sociología, viendo dentro de clase obrera ya una amalgama de clases y definiciones. Dentro del esquema de modelo social objetivo estaría la economía y la segunda la sociología estaría dentro del subjetivo.

El obrero como tal ya está fragmentado actualmente. El obrero que produce valor cede ante el individuo de la economía, es decir ya se está dando la división de cómo se ve el proletario dentro de las relaciones laborales como trabajador y en la sociedad como ciudadano que es a la vez político y puede votar, según su concepción que no es más que debido a esta escisión económico-social del concepto de clase obrera.

Pero todo no está perdido y como bien señalo antes hemos de adoptar un discurso militante y dentro de un modelo social objetivo, para volver a estructurar, contener y generalizar el concepto de clase obrera que no nos desvié del objetivo como emancipación de la clase obrera que es a lo que aspiramos.

El obrero que produce valor cede el individuo de la economía, el trabajador de la sociología y el ciudadano de la política y esto es muy importante.

A partir de aquí vemos que el origen del valor no surge del trabajo sino de la utilidad, el valor de la clase social no sale del trabajo sino de la utilidad, el proceso de acumulación no surge de la valoración del mercado sino de la auto revalorización del capital, o fetichismo de la mercancía.

Bajo esta triple conexión, ver la conexión entre las tres o obviar alguna o varias de ellas serian la únicas soluciones que nos surgen para no caer en la ambigüedades de saber que es clase obrera y quienes somos nosotros sin caer en términos antagónicos ni ambiguos.

VERBALIZACIÓN Y RACIONALIZACIÓN DE LA CLASE OBRERA

Una constatación obvia del mayor o menor grado de conciencia colectiva, es la utilización que hacemos del “nosotros”. La referencia a uno mismo en términos de estricta individualidad constituye el extremo más radical, en el que desaparece toda forma de conciencia colectiva. Al hablar de las relaciones laborales, de su inserción general en el mercado de trabajo, uno puede referirse a sí mismo como obrero, trabajador, etc. pero siempre como parte de una colectividad más amplia (modelo social objetivo de interpretación de la realidad). O por el contrario, uno puede describirse como individuo que no se reconoce en ninguna categoría colectiva (modelo social subjetivo).

Actualmente obrero, trabajador, joven, profesional, empleado, etc. son términos de significación amplia. En el contexto de la ciencia social han ido adquiriendo un significado más preciso. Pero incluso esa tendencia a la codificación no está exenta de zonas oscuras. Con más razón, la utilización de estos términos extramuros del convento académico esta preñado de múltiples significaciones. Un entrevistado, resumiendo su trayectoria profesional, decía estas palabras sacadas de la conversación en las que se ve que por ningún lado está la definición propia de clase obrera para referirse a sí mismo, “cuando yo era joven empecé a trabajar… luego pase a ser clase media se considera” es un trabajador cualificado de unos grandes astilleros quien describe la situación. Y luego hablando del gobierno habla de los “de abajo son los que tienen que hacer los cambios en la sociedad”. Lo que pone de manifiesto son dos órdenes de dificultades (de verbalización y de contexto o racionalización).

Una verbalización que recurre a analogías –ser de clase media, por ejemplo- para expresar que ha conseguido, por medio de un trabajo, una situación de relativo bienestar. Autodenominarse de clase media es compatible, en este contexto, con seguir considerándose parte de los trabajadores.

La dificultad de racionalización no es una dimensión escindida de la anterior de verbalización, sino estrechamente vinculadas. De tal modo que uno y otro orden de dificultades aparecen a la vez.

DISCURSO MILITANTE Y DISCURSO DESESTRUCTURADO

Hablar de dificultades de verbalización y racionalización es remitirse a un patrón discursivo en el que no existen dichas dificultades. Y ese patrón discursivo es el que puede denominarse- en este contexto en el que de lo que se está hablando es de clase obrera- discurso militante. Describir un discurso como militante no incluye ningún tipo de definición acerca de su validez objetiva. Es un discurso formalmente coherente que habla de las relaciones del individuo con el orden social. Es una suerte de mapa que, una vez asumido, permite al individuo explicar sus relaciones con el orden social.

En una persistente tradición teórica económica marxista, el discurso militante era la tradición de la conciencia de clase. Esta, además, no era un producto azaroso sino corolario de una determinada perspectiva metódica. Análisis científico, conciencia de clase y discurso militante son momentos correlativos. Reflejan la división del trabajo entre intelectuales y políticos. Unos formulando que sea eso del método científico y otros administrando la conciencia de clase. El obrero consciente, interrogado acerca de las relaciones sociales, mercado de trabajo, conflicto capital/trabajo, etc., desplegaría una argumentación formalmente racional y sin incoherencias internas. Es el portador del discurso militante. A su lado, el otro el obrero alienado. Su discurso internamente contradictorio, formalmente irracional, de difícil y sinuosa verbalización. La alienación se haría visible en la distinción entre ambos discursos.

La contraposición al discurso militante es el discurso desestructurado. Si el primero era el momento final de la secuencia que se iniciaba en el orden objetivo de las relaciones sociales, el segundo tiene su origen en la subjetividad del individuo. Mientras el primero es una plantilla que se uniformiza las descripciones, el segundo es un azaroso calidoscopio en el que lo real es distintamente interpretado.

El discurso desestructurado desmiente una de las premisas teóricas de la tesis de la conciencia, a saber, que la percepción de la propia situación conduce a formulaciones comunes en cuanto que esa situación es común. O, quizá, sería más exacto decir que patentiza la evanescencia de esa premisa. El que uno pueda percibir su situación en términos de marginalidad, de explotación, no permite concluir en una formulación que le aproxime a sus iguales. Igualmente supone romper con cualquier suerte de cosmovisión en cuyo despliegue es el fin del presente.

El discurso desestructurado, tiene su propio referente analítico. El utilitarismo y el individualismo radical, en cualquiera de sus múltiples formulaciones, fundamenta la existencia de ese discurso. Así como el primero remite al mundo de las clases sociales, este lo hace al mundo de los individuos. Ambas formas discursivas constituyen referencias ideal-típicas (arquetípicas). Son los polos, de un continuo que tiene múltiples manifestaciones. “nosotros los obreros” y el “yo” circunscrito a la estricta individualidad, son las expresiones extremas. Ser “obrero” y reconocerse como tal, en antagónica relación con el orden constituido, o ser individuo en búsqueda de oportunidades en el mercado.

La auto-representación, en términos de pertenencia colectiva, no implica necesariamente la asunción de la conciencia obrera. Hay otras formas de auto-representación colectiva que se construyen en oposición a la posible pertenencia a la categoría de “trabajador”. La conciencia de ser empleado (empleado de banca…) y la de ser profesional son dos expresiones colectivas en las que se entremezclan elementos de rechazo y aceptación del orden vigente junto con una reafirmación de sí mismos como diferentes a los obreros.

[i] Wikipedia. http://es.wikipedia.org/wiki/Clase_obrera

[ii] “Obreros y ciudadanos: La desestructuración del movimiento obrero” Andrés Bilbao, Ed. TROTTA, 1995. ISBN 9788487699627

Por Jose Maria ICEA

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