Cooperativa de Trabajadores Electricistas: Control productivo y poder popular
por Periódico Solidaridad en su edición n°21
Trabajadores del rubro del montaje industrial y la construcción crearon su propia cooperativa de electricistas. Contraponen la autogestión y horizontalidad a la explotación laboral: Son los administradores de su propio medio productivo, el cual se controla democráticamente y proyecta ampliarse al rubro de la construcción.
La Cooperativa de Trabajadores de Electricistas surgió bajo la necesidad de resolver un problema laboral de seis trabajadores hace tres años. Compuesto por maestros y ayudantes eléctricos, técnicos industriales e ingenieros, con distintas formas de especialización y experiencia, se dieron a la tarea de crear un trabajo justo, digno e igualitario, el cual permita resolver la necesidad económica de cada uno de ellos.
Partiendo por la autogestión, control y administración de su medio productivo, lograron que la cooperativa les pertenezca a todos por igual, bajo un sistema de asambleas y comisiones operativas, donde cada socio –y trabajador a la vez— posee un voto en la toma de decisiones.
En cuanto a los ingresos, lo resolvieron en función de las realidades personales y laborales de cada trabajador, donde todos reciben el mismo pago independiente del rol, nivel académico, o tipo de responsabilidad asignada, el que sólo varía en función de la cantidad de trabajo realizado y no del tipo de trabajo.
A medida que las condiciones laborales fueron mejorando fue necesaria la generación de una mayor fuerza de trabajo, lo cual, bajo un sistema de incorporación de socios, el número de trabajadores -simpatizantes, colaboradores y socios- es aproximadamente 10 personas.
La organización traza como política incrementar cuantitativa y cualitativamente la cantidad de trabajos, con el fin de incrementar su número de socios, y por ende, su fuerza laboral. Incluso proyectan abarcar otras especialidades como la construcción, obras civiles, soluciones hidráulicas, y por qué no, apostar a la generación de una constructora popular desde y para los trabajadores.
Cooperativas, control productivo y poder popular
Las características esenciales de las cooperativas de trabajo permiten generar condiciones productivas, sociales y laborales, que eliminan las condiciones enajenantes y de explotación propias del modelo económico capitalista.
Lo anterior se plasma concretamente a través del control productivo, que depende principalmente de las intenciones y objetivos políticos que se planteen los socios, que a la vez de socios y dueños de la cooperativa, son la fuerza de trabajo que la sostiene. Si los objetivos e intenciones que se plantean los socios son realmente comunes, colectivos, solidarios y revolucionarios, la cooperativa pasa a ser una herramienta de construcción de un sistema laboral libremente asociado, superando así la forma de trabajo basado en la explotación del hombre por el hombre y la comercialización de la fuerza de trabajo, es decir, superando, a una escala de cada unidad productiva, el trabajo asalariado.
“¿Cuál es el rol de las cooperativas en la emancipación de la clase trabajadora?, ¿cuál es el rol de las cooperativas en la construcción del socialismo? Claramente entendemos que el capitalismo es un sistema monstruoso que no podemos enfrentar de la noche a la mañana a través de pequeñas unidades productivas; pero lo que si apostamos, es que el trabajo cooperativista, o de control obrero, y políticamente bien conducido, contribuye a la construcción de un poder popular productivo y económico, ganando espacio dentro del capitalismo, en base al control productivo local, luego comunal y luego nacional.”
Las cooperativas, luego de la llegada del neoliberalismo, se institucionalizaron a través de las leyes burguesas, y fueron quedando rezagadas del modelo productivo social, más aún se centralizaron sus poderes y se les permitió funcionar como cualquier empresa capitalista, teniendo una cantidad infinita de trabajadores asalariados.
El modelo cooperativo tuvo su auge en Chile con los gobiernos de Eduardo Frei Montalva y la Unidad Popular, principalmente como medio de organización productiva agropecuaria, de servicios básicos rurales y de viviendas, con organizaciones que agrupaban a pequeños grupos en modelos asociativos con los principios cooperativos pre-neoliberalismo.
Destacan en la creación de cooperativas nuestros países vecinos, sobretodo Argentina, que luego de la crisis del 2001, cuando los capitales se fugaron completos y la banca aprovechó de generar riqueza, tomó fuerza el movimiento de empresas recuperadas, fábricas o unidades de servicios tomadas en que la patronal declara la quiebra y se retira con una deuda gigante a proveedores y trabajadores. Ya tomadas las unidades productivas por los trabajadores para mantener sus puestos de trabajo, se requirió ponerlas en marcha y comenzar a comercializar en una primera etapa con el mercado tradicional, para ello se utilizó el marco institucional de las cooperativas, el cual ajustado a la dirección política del movimiento, derivó en grandes ejemplos como el de cerámicas Zanon y el del hotel B.A.U.E.N.. Así, las cooperativas han logrado generar una red productiva, de apoyo mutuo, de “mercado paralelo solidario”, el cual permite sostenerlas y las hace cada día más fuertes.
Control colectivo de la plusvalía
Al ser las cooperativas una organización democrática y autogestionada en la cual sus socios deciden cada figura y funcionamiento por el cual regirse, se origina una condición “histórica” de recuperar y controlar la plusvalía generada por cada trabajador, y por la colectividad, decidiendo finalmente qué hacer con ella.
El nivel organizativo de las cooperativas permite definir en la asamblea general, primero, los ingresos de dinero o “retiros” (conocidos como salarios en el sistema capitalista) que le corresponde a cada socio, es decir, se definen los niveles de ingreso personales en función de los tiempos de trabajo y tipos de trabajos realizados. En este punto, la cooperativa tiene la posibilidad de abolir en forma interna la división social del trabajo, y de recuperar el valor del trabajo por sobre el precio del trabajo.
Una vez decididos los ingresos de cada trabajador, la asamblea general decide el qué hacer con los excedentes (utilidades) de dinero originados por el trabajo de la cooperativa. Estos se pueden repartir en partes iguales a cada socio prorrata al trabajo, el cual se mide en función de cada cooperativa y su rubro, o bien, se pueden acumular en un fondo destinado a inversión, reserva, emergencia, etc. En este punto se pasa por encima de una de las piedras angulares del capitalismo, que es la apropiación que hace el capitalista, o dueño del medio de producción, de la plusvalía que genera cada trabajador y el conjunto de ellos conjuntamente, y que éstos nunca llegaron siquiera a dimensionar que generaron.
De esta manera, cabe preguntarse lo siguiente, ¿cuál es el rol de las cooperativas en la emancipación de la clase trabajadora?, ¿cuál es el rol de las cooperativas en la construcción del socialismo? Claramente entendemos que el capitalismo es un sistema monstruoso que no podemos enfrentar de la noche a la mañana a través de pequeñas unidades productivas; pero lo que si apostamos, es que el trabajo cooperativista, o de control obrero, y políticamente bien conducido, contribuye a la construcción de un poder popular productivo y económico, ganando espacio dentro del capitalismo, en base al control productivo local, luego comunal y luego nacional.
Cuando una cooperativa de estas características adquiere un socio le quita fuerza de trabajo a los capitalistas, y con ello, la capacidad de extraer plusvalía de ese trabajador. Además, las cooperativas son capaces de abrir espacios de trabajo a compañeros que, debido a su trabajo político anticapitalista, en el mercado laboral tienen las puertas cerradas, y también, a todas las personas que el capitalismo les genera un trabajo indigno o son discriminadas. Un trabajador emancipado del patrón y asociado con sus pares en igualdad de derechos y deberes, cambia su perspectiva acerca del trabajo y de su valor como trabajador, porque es capaz de ver, entender y vivir un sistema productivo digo, justo e igualitario, alejado de los principios capitalistas, que le muestra el real valor del trabajo y que expresa abiertamente los niveles de plusvalía generados en cada oficio, por cada trabajador, y en cada unidad productiva colectiva.
Si somos capaces de construir una variada cantidad de cooperativas como unidades productivas autogestionadas, somos capaces de construir, paso a paso, un mercado paralelo solidario, que permita un comercio interno y una ayuda mutua, transformando la demanda hacía las organizaciones productivas autogestionadas, y dejando poco a poco y en forma paulatina la necesidad de comerciar en el mercado capitalista. Este paso, si se proyecta en forma escalada, se convierte en un arma de combate al capitalismo y a la burguesía, ya que si los trabajadores son llamados poco a poco a autogestionar su trabajo, a ejercer el control obrero, se desenmascara automáticamente el rol de explotación que cumple la patronal, agudizando así en forma sostenida las contradicciones de clase.
Las cooperativas deben relacionarse con sus espacios, con las asambleas territoriales, con los pobladores, con los sindicatos, porque las cooperativas son una herramienta que aporta a la construcción del poder popular hacia el socialismo, siempre y cuando, se encuentren enredadas a una movilización nacional y no atomizadas en su trabajo gremial, esperando así, que las cooperativas sean parte del soporte económico de una revolución de carácter socialista, y que en algún minuto pasarán a ser completamente socializadas.
El tema de las cooperativas de trabajo es fantástico. Para mí es una de las mejores formas de gestionar el trabajo, en nuestro caso de electricistas, y repartir el pago de impuestos. Una solución a estos tiempos difíciles que nos han tocado vivir.
Gracias por el comentario, salud!